No le hacía ascos a su té ni a su limonada, que engullía por litros con fruición mientras espantaba a las chicharras de la finca campestre con su ir y venir de artistas y su amasijo de cables y operadores. Dos órdenes tajantes resumían los mandamientos de la cordial y cercana relación del cineasta con los dueños del lugar: tranquilidad absoluta y que nadie suelte prenda. No en vano la película se llamará Silencio. A partir de ahí, tres palabras resumen la experiencia del rodaje veraniego de Pedro Almodóvar en los campos de Mairena del Alcor: miel sobre hojuelas. Tanto es así que le dedicaron hasta un bar, un honor como hay pocos de Despeñaperros para abajo.
«Nos acordamos de los buenos momentos que pasamos durante el tiempo que estuvo aquí trabajando Pedro y su equipo, tanto que al final la Caravana, una asociación de amigos en la que participamos y que tiene aquí su sede, abrió un ambigú con el nombre de Almodó-Bar donde cuelgan en las paredes las fotos que nos hicimos con ellos cuando acabaron el trabajo y donde tenemos la silla que usó durante el rodaje firmada por el mismo Almodóvar».
Son palabras de Rafa Medina, uno de los responsables de La Cansina, el alojamiento rural que el cineasta español de mayor renombre eligió en la provincia de Sevilla como uno de los escenarios de su nueva obra. Según El Deseo, la productora del manchego, «Silencio habla del destino inevitable, del complejo de culpa y de ese misterio insondable que nos hace abandonar a las personas que amamos, borrándolas de nuestra vida como si nunca hubieran significado nada. Y del dolor que ese abandono provoca en la víctima». Vamos, que nadie espere una secuela de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón.
«Algo en lo que hicieron hincapié desde el principio es que necesitaban la máxima tranquilidad posible, por lo que no debíamos comentar a nadie lo que iba a suceder porque visitantes o curiosos podrían interrumpir el trabajo. Por eso, cuando llegaron los días claves todo se desarrolló sin contratiempos», se enorgullece Rafa.
En el reparto, Enma Suárez, Adriana Ugarte, Rossy de Palma, Inma Cuesta, Michelle Jenner... Una prueba de fuego, literalmente, para el artisteo patrio eso de grabar en verano en predios sevillanos. «Las anécdotas que nos parecieron más simpáticas», comenta el citado, «fueron por ejemplo al principio, cuando desde el primer momento se enamoró de nuestra casa principal. No conocían la otra, que es de un estilo mucho más pop y desenfadado, con unos colores muy vivos, y al verla durante unos instantes empezaron a dudar de si esa casa podía darles más juego, pero al final, no». Y eso que la otra era, como subraya Medina, de «estilo Almodóvar». «De todas formas usaron todas las casas ya que parte del equipo se quedaba a dormir y también las necesitaban para peluquería, maquillaje, sastrería, camerinos...».
«He sido muy feliz»
«El ambiente fue muy agradable y a ratos aquello parecía el centro de un pequeño pueblo en un día de celebración, con tanta gente allí atareada corriendo de un lado a otro, o en los descansos, cuando se reunían junto a la carpa que había levantado el catering para tomar un tentempié». También repostaban en la casa. «Les gustó mucho el té verde con menta que le preparábamos al atardecer» y en particular «la limonada de Mikel, una heladería de aquí de Mairena del Alcor de la que le traíamos muchos litros durante los días de más calor».Fue un mundo resumido en cuatro días, y cuatro días que resumían también meses de preparativos. Así es el cine y esa magia que tiene. «El último día de rodaje, cuando todo terminó, aunque aún quedaban trabajos para dejarlo todo como estaba, fue cuando más tiempo estuvimos compartiendo con ellos, nos hicimos las fotos y charlamos con Pedro y con los actores». En el libro de firmas de la casa dejó escrito Almodóvar: «En La Cansina he sido muy feliz. Un lugar que adoro».