Una curiosa historia de amor rebozante de ternura entre dos personajes que por su propia constitución (son dos vampiros) suscitan justo lo contrario. Es lo que nos propone esta obra de teatro gestual, tercer montaje de Teatro Gui.
Fiel al estilo de esta compañía, la dramaturgia renuncia a la palabra hablada en favor de un discurso gestual y onomatopéyico, a caballo entre entre el clown y el teatro del absurdo con tintes grotescos. Un lenguaje que Mané Solano domina como nadie y aquí lo demuestra con creces preñando su actuación con una variada gama de gags y guiños cómicos que despiertan con facilidad la risa del respetable. Junto a él Eba Rubio (la Sta. Justa de ‘En Sevilla hay que morir’), da rienda suelta a su talento y su vis cómica dando vida al personaje de Oriah, una vampira coqueta y hacendosa.
La historia gira en torno a su cumpleaños y a un curioso regalo por parte del personaje interpretado por Solano, Orlok, un vampiro juguetón y entrañable entregado a hacer feliz a mujercita, por quien siente un amor infinito y eterno que constituye el núcleo central de la dramaturgia de Gregor Acuña, contruida mediante la sucesión de acciones cotidianas, tal vez demasiado ya que, aunque cargadas de simbolismo y comicidad, se desvian del argumento determinando un ritmo un tanto denso en algunos pasajes.
Cabe destacar la cuidada producción, a cargo de Rafa Herrera, que pone a disposición de la puesta en escena un espacio escénico evocador y desenfadado que remite a las películas del género, gracias a la escenografía del propio Mané Solano, la música de Manuel Calleja, la iluminación de Giseli Lopes, la coreografía de Manuela Calleja y el vestuario del joven diseñador Gabriel Villar, un lujo de equipo al servicio de un relato para todos los públicos con un gran potencial.
Obra: Liliak
Lugar: Sala La Fundición 2 de junio
Idea original: Mané Solano y Eba Rubio
Dramaturgia y dirección: Gregor Acuña
Interpretación: Mané Solano y Eba Rubio
Calificación: ***