‘Anna Bolena’: Una ópera con todos sus ‘avíos’

El Maestranza estrena el jueves la gran ópera belcantista de Gaetano Donizetti con un reparto en el que destaca la soprano estrella del MET de Nueva York, Angela Meade

05 dic 2016 / 22:18 h - Actualizado: 06 dic 2016 / 07:00 h.
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  • El Teatro de la Maestranza acogió anoche el ensayo general de la ópera ‘Anna Bolena’, de Gaetano Donizetti, que levantará el telón el próximo viernes, día 8. / Fotos: Manuel Gómez
    El Teatro de la Maestranza acogió anoche el ensayo general de la ópera ‘Anna Bolena’, de Gaetano Donizetti, que levantará el telón el próximo viernes, día 8. / Fotos: Manuel Gómez
  • La soprano norteamericana Angela Meade.
    La soprano norteamericana Angela Meade.

Hay obras que cambian la biografía de sus creadores; algunas pocas también son capaces hasta de sacudir el curso de la historia. La ópera Anna Bolena es una de esas raras obras. Supuso la consagración de su compositor, Gaetano Donizetti (1797-1848), y además anunció la ópera romántica. Todavía quedaba, pero este título fue más allá que cualquier otro de su tiempo. El Teatro de la Maestranza lo presenta por primera vez este mes (con funciones los días 8, 10, 13 y 16, a las 20.30 horas) en una producción procedente de la Arena de Verona (Italia).

Con la historia de Anna Bolena, Donizetti inauguraba en 1830 su denominada «trilogía inglesa» sobre la casa real de los Tudor; las otras dos obras serían María Estuardo (1834) y Roberto Devereux (1854). Con la primera de ellas, el italiano alcanzó el primer gran éxito de su dilatada producción. Porque si hay algo que, históricamente, ha perjudicado a Donizetti ha sido precisamente eso, la amplitud de un catálogo en el que se conjuntan óperas cómicas y serias, con creaciones a veces simplemente competentes que empequeñecían la figura de uno de los grandes músicos clásicos italianos. Junto con Rossini, Bellini, Verdi y Puccini, el autor de Bérgamo constituye uno de los primeros peldaños hacia la cimentación de una auténtica ópera italiana. Anna Bolena es, vista en perspectiva, un capítulo fundamental en este relato.

Bajo la dirección escénica de Graham Vick, el Maestranza revivirá la historia de cómo el rey Enrique VIII de Inglaterra (Simón Orfila) urdió una cruel estratagema para librarse de su segunda esposa, Anna Bolena (Angela Meade) y poseer a su amante Jane Seymour (Ketevan Kemoklidze), que solo estaba dispuesta a entregársele en cuerpo y alma con las oportunas credenciales matrimoniales. Por este motivo el rey decide traer a la corte a Lord Percy, antiguo enamorado de la reina con el fin de poder provocar una situación embarazosa por la que poder acusar a la reina de infidelidad.

Sobre la famosa reina consorte de Inglaterra se han alumbrado todo tipo de creaciones (líricas, literarias, cinematográficas, cómics...) y su personalidad e historia continúa siendo hoy eje de múltiples revisiones. Pero sin duda, es la ópera de Donizetti una de las mejores formas de conocer el iracundo drama que rodeó a su histórica figura.

La ópera pertenece a una etapa en donde los elementos románticos priman sobremanera. «Donizetti, cada vez más alejado de la ópera bufa se adentra en un tema de ambientación medieval muy al gusto de ese movimiento. Tema medieval es el de Enrique VIII ya que en el siglo XIX se consideraba que el medievo alcanzaba el siglo XVII, mucho más en Inglaterra en donde el gótico como estilo principal se mantuvo hasta esas fechas», según explica el doctor en Historia del Arte, José Enrique Peláez. Junto a este tema «medieval» el turbulento desarrollo de los amores reales ahonda en la idea romántica junto con los sentimientos que justifican la paulatina locura de la protagonista y una ambientación escénica muy próxima a lo goticista.

La propia reina Anna, según el libreto de Felice Romani, basado en Enrico VIII ossia Anna Bolena de Ippolito Pindemonte y Anna Bolena de Alessandro Pepol, había renunciado al amor de su vida, Richard Percy, con tal de conseguir el trono; poco podía imaginar entonces que sería precisamente su provocado reencuentro con Percy lo que le acabaría costando no solo la corona, sino también la cabeza que la sostenía.

Puestos a indagar en quién es la verdadera víctima de la trama criminal que se representa en esta obra, la soprano Angela Meade (estrella de la Metropolitan Opera de Nueva York que debuta en el Maestranza con estas funciones) comentó en la presentación del título la pasada semana que Anna Bolena, pese a su ansia de poder, «no era mala, sino una víctima de su época que sí que era ambiciosa, pero porque su familia y las circunstancias la empujaban a ello. Hoy sería una mujer maltratada». Todavía más lejos llegó el director musical, el especialista en repertorio belcantista Maurizio Benini: «El verdadero protagonista de toda esta historia no es otro que Enrique VIII, que se demuestra aquí como un desdichado. A su alrededor todos ambicionaban el poder, pero ninguno lo amaba; había fracasado en el amor. Y al final se encuentra consigo mismo». Esta última frase, un tanto de molde literario, encierra los dos finales posibles que tiene el tenor en un ópera, en opinión de Benini: «El tenor o muere o se casa, son sus dos únicas opciones», bromeó.

Representada en escasas ocasiones pese a su trascendencia histórica, estas representaciones sevillanas adquieren (por título y reparto) visos de acontecimiento musical. De la complejidad intrínseca de la partitura habla por si solo, por ejemplo, el hecho de las escasas grabaciones que hay en el mercado. «No es un título especialmente agradecido, y los cantantes de repertorio suelen preferir casi cualquier otra ópera de Donizetti que les permita un lucimiento más directo», indica el musicólogo Javier Bejarano. En la memoria auditiva de los melómanos hay, claro, un referente que es mejor dejar en casa cuando se acude al teatro: María Callas. La soprano más prestigiosa y popular del siglo XX abordó el rol protagonista en una docena de ocasiones, y también para ella supuso un reto (llevado a cabo en La Scala, en 1957).