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Temporada 2015/2016 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Riccardo Minasi, director y violín. Programa: Conciertos TWV 51:G7 de Telemann, RV 331 y RV 277 de Vivaldi, BWV 1056R de Bach, grosso Op. 3 nº 11 de Mossi, y Decimo a Pastorale de Zavateri. Teatro Lope de Vega, lunes 25 de abril de 2016
Es curioso hasta qué punto se impone la personalidad de cada director a la hora de extraer de un conjunto una u otra estética musical. Posiblemente Riccardo Minasi sea una de las batutas más sobresalientes de cuantas se han enfrentado a la Barroca de Sevilla esta temporada. Así lo avala por ejemplo su trabajo frente a Il Pomo d’Oro, formación que tuvimos la oportunidad de disfrutar en el pasado Femás de la mano de otro de sus principales valedores, Maxim Emelyanychev. Aunque su fraseo al violín, no obstante ágil y virtuoso, sea un poco seco y austero, sigue una línea expresiva balsámica y relajada fácil de apreciar en las piezas elegidas para este programa, conciertos de estilo muy italianizante en los que se aprecia de forma considerable la huella de Corelli.
Con la parte solista siempre protagonizada por Minasi, su recreación del Concierto en Sol menor TWV 51:G7 de Telemann siguió esa línea balsámica a la que hacíamos referencia, sustituyendo los habituales ataques enérgicos y vigorosos de los maestros de la orquesta por otras formas más suaves y sutiles, bien avenidas con el carácter pastoral de la pieza, que se mantuvo durante todo el programa. La particular inventiva de Vivaldi quedó manifiesta en su concierto RV 331, extraído de su imprescindible op. 8, así como en el 277 Il Favorito, portento de elegancia muy bien entendida por los miembros de la orquesta.
También amable y relajado resultó el famoso Concierto BWV 1056 de Bach, en su versión para violín, cuyo Largo no fue sin embargo un dechado de lirismo, alcanzando sólo un nivel de mera corrección no exenta de delicadeza. Lo más novedoso llegó de la mano de Giovanni Mossi y Lorenzo Zavateri, tan poco conocidas sus vidas como prolíficas sus obras. Minasi y la Barroca acertaron a reflejar en todo su esplendor el carácter galante del segundo, mientras redundaron con el primero en esa estética relajada dominante en todo el concierto. Los duelos del solista con el violín de un espléndido Mauro Lopes y el cello siempre eficiente de Mercedes Ruiz, marcaron también una velada que terminó con Minasi haciendo gala de su excelente sentido del humor en las presentaciones de unas propinas consagradas a la familia Bach.