Una cinematografía difícil que ha propiciado que sus anteriores películas (Honor de cavallería, El cant dels ocells) apenas hayan pasado ni siquiera de puntillas por nuestra cartelera, anteceden a este riguroso trabajo pictórico con ambiciones y méritos estéticos de sobra, entre los que destacan una fotografía naturista a fuerza de claroscuros en los que a modo de Barry Lyndon sólo interviene luz real de velas y candelabros y que tanto traslada al universo de los pintores barrocos del orden de Rembrandt, y la extraordinaria interpretación del legendario Jean-Pierre Léaud, alter ego de Truffaut a lo largo de su dilatada filmografía. La agonía del monarca, a partir de los testimonios directos como del duque de Saint-Simon y el marqués de Dangeau, sirve para reflexionar sobre los escuálidos tratamientos médicos con los que contaba una ciencia tanto tiempo anquilosada por culpa de la ingerencia eclesiástica. Su ritmo excesivamente moroso, su larga e innecesaria duración y ese empeño en hacer de cada encuadre una impactante pintura en el que hasta las texturas están imitadas a la perfección, posiblemente con ayuda de la tecnología digital, hacen que el film sea de difícil digestión. Tratándose de este monarca se echa en falta más música, quedándose corta la Sonata de Gallo que sirvió a Stravinsky para su Pulcinella y el anacrónico Kyrie de la Misa en Do menor de Mozart que suena en una de las más asombrosas secuencias de texturas pictóricas.

La muerte de Luis XIV ***

Sección oficial fuera de concurso. Francia-España-Portugal 2016 115 min.Dirección: Albert Serra Intérpretes: Jean-Pierre Léaud, Patrick d’Assumçao, Marc Susini, Bernard Belin, Irène Silvagni