En unos días en los que se está denunciando la «desgitanización» del flamenco, el «blanqueamiento», y, por otro lado, el «machismo», queremos recordar hoy una fecha histórica para el arte de los gitanos y la mujer gitana: la colocación en la Alameda de Hércules, en la antigua Pila del Pato, de un monumento a la cantaora gitana Pastora Pavón Cruz, quien hiciera inmortal e universal el remoquete artístico de La Niña de los Peines, artista nacida el 10 de febrero de 1890 en el número 19 de la calle Butrón de Sevilla, en concreto en casa de su tía materna Manuela Cruz Vargas, hija de una arahalense, Pastora Cruz Vargas, y de un viseño, Francisco Pavón Cruz El Paíti, que eran primos hermanos.

No solo era la primera vez que se hacía ese tipo de reconocimiento a un artista flamenco vivo, sino en vida. O sea, que Pastora vivía cuando una serie de artistas y aficionados que participaban en la Tertulia Flamenca de Radio Sevilla, dirigida por el doctor Rafael Belmonte, decidieron inmortalizar en bronce, y en la Alameda, a la cantaora más grande de todos los tiempos. Antonio Mairena fue fundamental para que saliera adelante el proyecto, así como el también cantaor Luis Caballero y los aficionados José Núñez de Castro, Palomino Vaca, Manuel Barrios y el también cantaor Naranjito de Triana.

La obra la realizó el escultor sevillano Antonio Illanes, quien se ofreció a llevarla a cabo llamando a la citada tertulia en directo. Se decantó por hacer un busto de medio cuerpo, de una altura de un metro y diez centímetros. Curiosamente, se hizo en la empresa madrileña Hermanos Codina, lo que costó unas cincuenta mil pesetas, un buen dinero para la época.

Según Pepe Núñez de Castro, la propuesta al Ayuntamiento de Sevilla se encontró con demasiados problemas burocráticos, puesto que el concejal de turno no veía lógico erigir un monumento a una artista viva y, además, mujer y gitana. Pero lo cierto es que ente la persistencia del animoso grupo, quedó aprobado el proyecto en el Pleno Municipal del 28 de junio de 1968, en cuyo texto se destacó la importancia de la artista y el valor de su labor durante tantos años en favor de un arte de la tierra. Para el arte flamenco, tan maltratado siempre, y para el pueblo gitano, aquello era una verdadera conquista.

El día que se descubrió el monumento de Illanes, El 19 de diciembre, llegaron artistas y aficionados de toda España, pero el más feliz de todos era Antonio Mairena, no solo por haber sido uno de los impulsores de la idea, sino por su admiración a la artista. El acto fue retransmitido en directo por el programa Los Formidables, de Alberto Oliveras y Joaquín Peláez, así que se tuvo que hacer de noche y con bastante frío. Naturalmente, estuvieron todas las autoridades, entre otras, el alcalde de la ciudad, don Félix Moreno de la Cova y un ministro muy flamenco, don José Utrera Molina.

La Niña de los Peines no pudo estar en la inauguración de su monumento al encontrarse ya muy delicada de salud y con la cabeza ya perdida. Así y todo, La Rubia, la hermana pequeña de Pepe Pinto, el marido de Pastora, la sacó el balcón de su piso de la calle Calatrava, 20, para que viera el gran ambiente, y se llegó a emocionar escuchando el pasodoble La Giralda, de Juarranz, que fue tocado por la Banda Municipal de Sevilla mientras se descorría la cortina que tapaba el busto.

Días más tarde, la hija de la artista la llevó a ver el monumento y cuando se vio en bronce, preguntó: «¿Quién era la Niña de los Peines?».