Coherente y dignísimo

La cálida acogida que le dispensó el respetable a Pedro María Peña desde el primer momento no evitó que los minutos iniciales por soleá fueran de pasarlo un poco mal

16 sep 2018 / 22:36 h - Actualizado: 16 sep 2018 / 23:01 h.
"Flamenco","Bienal de Flamenco","Bienal de flamenco 2018"
  • El guitarrista sevillano Pedro María Peña, el sábado en el Espacio Turina. / Óscar Romero
    El guitarrista sevillano Pedro María Peña, el sábado en el Espacio Turina. / Óscar Romero

Que en el flamenco existan los dioses de la guitarra –benditos sean– no quita que haya intérpretes de escala humana con un discurso propio, a los que vale la pena pararse a escuchar. Lo tiene sin duda el sevillano Pedro María Peña, un músico que durante años ha sido la escolta infalible de su llorado tío Juan, El Lebrijano, y al que últimamente habíamos visto haciendo lo propio con Diego Carrasco. El pasado viernes, con amenaza de aguacero, se presentó en el Espacio Turina para presentar su repertorio Paseo de las Delicias.

La cálida acogida que le dispensó el respetable desde el primer momento no evitó que los minutos iniciales por soleá fueran de pasarlo un poco mal. No hay músico que no sienta la presión de una Bienal, y por abarcable que parezca el escenario, la soledad es mucha cuando se hace el silencio y el foco cenital cae sobre uno. Pero Peña tiene muchas horas de vuelo como para amilanarse, y apenas salieron a flanquearle dos percusionistas (algo que va camino de convertirse en norma, pero que no dejará de parecernos demasiado), todo cambió para bien, y pudo brillar con unos tanguillos donde se abrazaron gozosamente Cádiz y Lebrija.

Por si cabía alguna duda, encadenó una espléndida taranta con la bulería, sintiéndose definitivamente arropado por la hermosa voz de Anabel Valencia, que hizo una letra inédita del propio Lebrijano. Una parte del público, acaso algo ansiosa por asistir a una tarde triunfal, lo premió poniéndose en pie para aplaudir. Incluso se atrevió él mismo a cantar por derecho por seguiriyas, sin querer ni poder esconder la emoción, acordándose de su madre. A esas alturas, el hermano del pianista Dorantes ya había puesto de manifiesto que lo de esa familia es algo extraordinario: sin excesivos alardes técnicos, sin carreras ni efectismos, desplegó un discurso sonoro coherente con su trayectoria, serio y dignísimo. Llegó la hora de invitar al escenario a un viejo amigo como el tangerino Faiçal Kourrich, que participara en varios proyectos de Lebrijano y Dorantes, y que con la experiencia acumulada ha terminado por fundar casi una escuela para el violín flamenco-andalusí.

Le siguió una «sorpresilla», la interpretación de los tangos Camino de Bellaflor a cargo de Nolasco, «que aunque es cantautor, es de las personas que conozco que más respeta el flamenco», dijo Pedro María Peña. En efecto, el artista de El Viso del Alcor estuvo a la altura y regaló una interpretación sentida y más que correcta. Faltaba por caer una última sorpresa con el fin de fiesta a cargo de Diego Carrasco, por bulerías (¿cómo no?) al golpe, incluyendo la hermosa música que el guitarrista escribió para el flashmob de inauguración de la Bienal 2018. Una Bienal donde los guitarristas como Peña, que no son dioses ni falta que les hace, han tenido su merecido sitio, y han sabido aprovecharlo para reivindicarse.

Ficha del concierto ***:

Espacio Turina. 15 de septiembre. Obra: Paseo de las Delicias. Guitarra: Pedro María Peña. Cante: Anabel Valencia. Violín: Faiçal Karrouch. Percusiones: Tete Peña, Lito Mánez. Palmas y coros: Pedrito Peña, Vicente Peña y Luis de Chimenea.. Artistas invitados: Nolasco, Diego Carrasco.