Marina Sanmartín Pla (Valencia, 1977) ha pasado por todos los estamentos de la literatura. Ha sido librera, actualmente trabaja para una editorial, ha sido bloguera de éxito como La Fallera Cósmica –Mejor blog 2010 para la Revista de Letras– y se dio a conocer como escritora con El amor que nos vuelve malvados y La clave está en Turgueniev. Ahora insiste con fortuna en esta última faceta con Informe sobre la víctima (Principal de los Libros), una historia ambientada en 2059 en la que dos estudiantes de criminología indagan en un pasado turbio.
«Llevaba mucho tiempo con ganas de escribir sobre cómo la infancia nos marca para siempre», explica. «Sobre eso y sobre los espacios en los que yo misma había crecido. Si a eso le sumas mi interés por el Mal, tienes la base de Informe».
Según Sanmartín Pla, se trata de «una novela sobre el Mal, sobre la infancia y sobre la memoria», que no deja de tener conexión con sus anteriores títulos. «Un autor trabaja siempre sobre una serie de obsesiones que le perturban y que marca sus líneas de investigación. La ficción no deja de ser una búsqueda. En ese aspecto esta novela, sin renunciar al hilo de las anteriores, es mejor, creo, porque supone una evolución, tanto en cuanto a la historia como con respecto a los temas, en los que se profundiza más».
Una novela de crímenes, así la define la escritora, y como librera no duda en colocarla en el anaquel correspondiente: «Es una novela negra, más que negra, oscura y muy sórdida. Eso no significa que renuncie a ser Literatura con mayúsculas. A mí siempre me ha gustado que me cuenten historias en las que haya una intriga y eso es lo que hago».
Y agrega: «El género es un canal tan bueno como otro cualquiera para hablar de cosas serias usa novela lo hace. Durante siete años yo fui librera y no tengo duda. Habla del miedo de una generación, y de la importancia de los secretos. De cómo nadie está libre de ser malo. La maldad es como un virus».
Hablando del escenario, Caivelan, sonríe. «Mejorar en la escritura pasa por perder el miedo. Y en Informe escribo con menos miedo que nunca. Caivelan es un anagrama, no puse el nombre de la ciudad real porque cada uno vive la ciudad de una manera, y la hace única. Hay mucho de verdad en la novela y no quería que la asociaran con los lugares auténticos que la inspiraron. De todas formas, mucha gente ha descifrado el anagrama y me ha escrito, incluso se han acercado a la verdadera calle de los Tres Dientes. Ese feedback siempre da alegría», añade.
Una de las características de la obra es la multiplicidad de voces. «No sé contar de otra manera, porque la realidad nunca se limita a una única voz y, por tanto, la percepción de los hechos nunca es pura, siempre nos llega tamizada, como un prisma», dice. «No te engañaré, no me ha supuesto un esfuerzo, al revés, contar desde puntos de vista distintos, poder saltar en la acción, me divierte e incluso me ayuda. De hecho, la voz que más se aleja de mí, la menos yo, acabó ganando peso en la narración y convirtiéndose casi en la protagonista. El narrador único, en la vida real, no existe».
Sobre el repunte actual de novelas más o menos futuristas, comenta que «el futuro, en muchos aspectos, es una escapatoria. Y cuando nos encontramos mal es cuando más necesitamos escapar. Aquí el futuro es una perspectiva más, la forma de explorar el hecho de que no valoramos igual lo que nos ocurre en el momento mismo en que nos pasa y cuando ha transcurrido el tiempo».
La entrevista no puede concluir sin preguntar por La Fallera: «Sigue ahí en su web [risas], porque es mi voz, y siempre me guardo un sitio, aunque sea pequeño, para ella».