Si alguien tiene ganas de ver un buen cómic sobre el infierno, que vaya a ver Paradise. Un extraordinario trabajo sobre el horror donde Teherán es el averno y donde los demonios asumen todas las metáforas urbanas imaginables: el ruido desquiciante de las obras, los enormes edificios despersonalizados en construcción, la basura omnipresente, el tráfico, la burocracia, el machismo, la insensibilidad y la incultura, la moral perversa e idiotizante, la renuncia a las inquietudes, la domesticación del alma, la falta de rebeldía...
La primera entrega de la trilogía prevista por su director, Sina Ataeian Dena, sobre la violencia en la capital de Irán es un catálogo de horrores que atrapará en su fascinación a todos los amantes (y a todos los detractores) de las sociedades representadas por el modelo iraní. La estética de la película, muy cercana al cómic, con grandes encuadres repletos de quietud donde lo que importa es lo que sucede alrededor de los personajes, está repleta de símbolos perfectamente reconocibles, como el micrófono de la directora de la escuela a modo de alegoría del adoctrinamiento feroz de los niños, el novio memo en representación de la ausencia de amor real, y el móvil como emblema del cambio inevitable de los tiempos. Una interpretación carente de toda afectación y un excelente guion sirven al espectador la falacia de estar ante un documental que no es sino una interesantísima ficción rodada sin permisos oficiales y que actualiza la clásica reflexión sobre la tradición entendida como mazmorra del espíritu.
Paradise
(***)Dirección y guion: Sina Ataeian Dena. Fotografía: Payam Sadeghi. Intérpretes: Dorna Dibaj, Fariba Kamram, Fatemeh Naghavi, Nahid Moslemi. Nacionalidad: coproducción Irán-Alemania. 2015.