Desde hace ya tres años, el programa Luces de Barrio aprovecha las fechas navideñas para poner el foco en rincones de la ciudad que no siempre son objeto de la atención que merecen. En esta ocasión, la iniciativa del Área de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo y del Área de Educación, Participación Ciudadana y Edificios Municipales del Ayuntamiento de Sevilla, comisariada por Nomad Garden y en la que colabora la Universidad Pablo de Olavide (UPO) se ha fijado en los colegios. En concreto en cinco centros de la capital hispalense que han desarrollado proyectos relacionados con el medio ambiente. Una exposición en Casa Murillo –pintor cuyo nombre también se vincula al programa– resume esta alianza mágica entre docentes, alumnos y artistas plásticos.
Ahí están las Atmósferas realizadas por estudiantes de San José Obrero junto con los creadores del Studio Wet, pensado para «transformar las aulas en saludables y exóticos jardines» a partir de un estudio de la NASA para depurar el aire de las estaciones espaciales; o ese espectacular Meteorito polinizador del colegio Andalucía, en las Tres Mil Viviendas, que pretende compartir el patio del colegio con «plantas, insectos y otros bichos deseables».
También encontramos los Agujeros del Vélez de Guevara, en Torreblanca, pensado para «romper la tendencia a sellar con hormigón la superficie de los centros, facilitando el contacto con materiales blandos, vivos, performativos»; o los Emparrados del Huerta de Santa María, una instalación «diseñada con el fin de mitigar las altas temperaturas de la época estival» con plantas trepadoras que podrían llegar a propiciar verdaderas aulas al aire libre.
En el patio de la Casa Murillo destacan los huertos móviles del Salvador Távora. Los impulsores de esta idea, los diseñadores Pablo Pardal y Pepa Gervasini, han trabajado con chicos en torno a los 16 años y con «un profesorado entregado» para poder crear un huerto en «un patio con mucho hormigón y poco espacio, y con chavales entre los que se daba un absentismo alto. Desde que empezamos a trabajar en esta idea, ha sido un estímulo para todos ellos, y ahora lo cuidan en los recreos», dicen.
Afuera, chicos más jóvenes del Huerta Santa Marina, alrededor de los nueve años, han visitado la muestra y no salen de su asombro. Una de ellas, Paloma reconoce que «yo no entendía muy bien lo que hacíamos hasta que me lo han explicado, y me parece muy guay». Su compañero Mateo también traía una idea diferente: «Pensé que, como era algo de Murillo, íbamos a ver cuadros. Todos los proyectos son super bonitos». Abril, a su lado, tiene clara su pieza favorita: «¡La de los pañales!», dice aludiendo a las Atmósferas –que, en efecto, se sirve de pañales para preparar los geles que alimentan a las plantas–, y todos coinciden con su elección. Julieta, por su parte, prefiere «el icosaedro» del Meteorito polinizador, y no duda que «con estas ideas se puede ayudar bastante a cuidar del medio ambiente. Por ejemplo, reduciendo el calor de nuestros colegios en verano».
Todo esto es solo una pequeña muestra de lo desarrollado en los últimos meses por Luces de barrio, que incluye además propuestas como la multidisciplinar Retinas táctiles capitaneada por el fotógrafo Óscar Romero, o la Arboleda digital con la que los más de 230 niños participantes han hecho inventario de los ecosistemas de sus barrios, sin olvidar el documental que se ha realizado con esta experiencia, y que se estrenará en la jornada de puertas abiertas que tendrá lugar en el próximo marzo.
«Todo se resume en la búsqueda de un conocimiento transformador», comentan los responsables de esta iniciativa. «No es trabajar con los alumnos para que aprueben , sino para transformar la realidad», concluyen.