Hemos defendido muchas veces la necesidad de que las instituciones públicas se impliquen para abaratar precios y ofrecer cultura de calidad. Su falta de compromiso y responsabilidad se está cebando con la Barroca y su numerosa afición, de manera que aún a estas alturas no se ha definido una temporada concreta. Por eso resulta imprescindible e inevitable los patrocinios privados, por lo que aplaudimos la iniciativa de English Language Institute, gracias a la cual podemos disfrutar de este ciclo de música de cámara de la Sinfónica que tan agradables hace las mañanas de domingo, brille el sol o llueva. Los músicos no dejan de agradecer este apoyo en sus locuciones obligadas, que fueron poco satisfactorias en el caso de los violinistas Sisel y Díaz Márquez, el primero de los cuales menospreció la página de Rachmaninov argumentando que poco había que decir de ella, mientras el segundo acusó falta de proyección y una evidente desgana en su presentación delMovimiento lentode Webern. Mucho mejor Policinski ilustrando lasTres piezasde Stravinski, y sobre todo Talbot, que hizo una semblanza muy completa de Philip Glass y suCuarteto nº 2.

No es aceptable que un concierto se despache en sólo una hora, con apenas cuarenta minutos de música; no es justo para quienes abonan su entrada. Si encima a juzgar por los resultados los intérpretes acusan falta de ensayos, poco esfuerzo debieron emplear en su preparación. Siguiendo un orden cronológico, primero se interpretó elCuarteto nº 1de Rachmaninov, compuestocuando aún estudiaba en el Conservatorio de Moscú, dejándolo incompleto con sólo dos movimientos. El primero,Romance, no expresó en manos del Cuarteto, bautizado Company para la ocasión, la languidez que corresponde; Sisel destacó en exceso, a veces inadecuadamente temperamental, y el conjunto no acertó a mostrar el color de la pieza, aunque Talbot aportó carnosidad y acertó en dar el contrapunto necesario. En elScherzosí lograron dar un contraste luminoso a la obra.Langsamer SatzoMovimiento lentolo compuso Webern pocos años antes de centrarse en la atonalidad, con clara inspiración en laNoche transfiguradade su maestro Schoenberg, lo que exige dotar a la pieza de una atmósfera inquietante combinada con un romanticismo exacerbado. Sin embargo los intérpretes se quedaron a medio camino, incluidas faltas puntuales de afinación.

Más fácil, por su brevedad y su acusada expresividad, fue hacer una lectura satisfactoria de lasTres piezas para cuartetode Stravinski, que sólo en su versión para orquesta tienen título. La primera logró ser grotesca, la segunda discretamente truculenta, y la tercera espiritual, casi religiosa. Igualmente breves son los movimientos delCuarteto de cuerdas nº 2de Philip Glass, a partir de la música escrita para una adaptación teatral de la novela de BeckettCompany. Música arpegiada y monocromática, en la línea de todo el catálogo del músico americano, igual da que sea ópera, sinfonía, música de cine o de cámara, que los intérpretes salvaron con amplio sentido de las dinámicas y los contrates, con especial mención para la violonchelista Gretchen Talbot, que en todo momento reprodujo un sonido carnoso y autoritario. En la propina el conjunto siguió con Glass, esta vez el muy lírico tema final de la películaMishimade Paul Schrader.

CÁMARA ROSS **

Concierto nº 3 del XXIX ciclo de música de cámara ROSS-ELI.Cuarteto Company (Branislav Sisel y Luis Miguel Díaz Márquez, violines. Jacek Policinski, viola. Gretchen Talbot, violonchelo). Programa: Cuarteo nº 1, de Rachmaninov; Langsamer Satz, de Webern; Tres piezas para cuarteto, de Stravinski; Cuarteto nº 2 “Company”, de Glass. Espacio Turina, domingo 18 de noviembre de 2018