Cine

¡Cuidado, la testosterona se desborda!

La película está bien dirigida, mantiene la atención y además es entretenida. Lo que plantea desde el mismo título es el posicionamiento que cada cual debe tener ante una coyuntura.

08 nov 2018 / 18:06 h - Actualizado: 08 nov 2018 / 18:15 h.
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  • Una secuencia de la película ‘Tu hijo’.
    Una secuencia de la película ‘Tu hijo’.

Tu hijo **

España, Francia 2018 103 min.

Dirección Miguel Ángel Vivas Intérpretes José Coronado, Pol Montañez, Ana Wagener, Sergio Castellanos, Sauce Ena, Asia Ortega, Ester Expósito.

Thriller.

La vida de Jaime Jiménez, un eminente cirujano infantil, se va a ver truncada cuando a su hijo universitario un grupo de jóvenes de su edad le dan una fuerte paliza al salir de una discoteca, dejándolo en estado vegetativo. Lo primero que vemos es la relación entre padre e hijo, cercana y estrecha. Ambos comparten aficiones y las practican juntos. El doctor no un médico al uso, dedicado sólo a realizar su trabajo de la manera más profesional posible. No, también es amable y empatiza de buen grado con pacientes y familiares. Se diría que es una buena persona y que su vida sigue la trayectoria natural del ciclo vital en la que el trabajo y la familia forman parte de la previsible monotonía de la existencia. Los problemas aparecen cuando un día ve que su hijo está en la mesa de operaciones del hospital y tras escasas averiguaciones conoce algunos de los hechos que lo han llevado hasta allí. Lo que viene después son las formas de cómo gestiona los sentimientos de dolor, angustia, desesperación e impotencia.

El realizador sevillano Miguel Ángel Vivas, tras sus éxitos televisivos en La casa de papel (2017) y Vivir sin permiso (2018), vuelve al cine y lo hace desde su ciudad natal rodeado de un equipo técnico de primer nivel. Tu hijo, está bien dirigida, mantiene la atención y además es entretenida. Lo que plantea desde el mismo título es el posicionamiento que cada cual debe tener ante esta coyuntura. Demasiado complejo y difícil brete con el que lidiar cuando se mezclan temas como el desamparo policial, la brecha generacional entre padres, madres, hijos e hijas, la misoginia, la incomunicación, la diferencia de clases, los peligros de las grabaciones y su distribución en redes sociales, la mala educación, el maltrato, el machismo o la contaminación televisiva. Pero su estructura argumental chirría sobremanera ya que forma parte de los caprichos de un guión que sin mucho tino mete en una coctelera temas que requerían exceso de celo y cierta diligencia.

Después de vivir tan accidentado viaje lo que finalmente nos queda es la torpe negación de los personajes femeninos. Vemos a unas pobres Ana Wagener, Ester Expósito y Asia Ortega como simples peonas al servicio de una trama indecente. Soportamos a un José Coronado en modo autómata lidiando la desgracia, desquiciado, aislado y sin el mínimo contacto con familiares y amistades. Aguantamos, no sin asombro, el uso del español castellanizado en personajes que viven en Sevilla.

Y lo que quizá impresione y disguste más, sea la moraleja permanente. Un desbordado chute de testosterona que roza la inmoralidad y con el que se cumple el dicho de tal palo, tal astilla.