De cómo maltratar a Edgar Allan Poe

Crítica del estreno en España de la ópera de Philip Glass, ‘La caída de la casa Usher’, en el Teatro Central

27 abr 2017 / 18:36 h - Actualizado: 27 abr 2017 / 22:41 h.
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  • El elenco recibe los aplausos del público al final de la representación. / Juan Jiménez
    El elenco recibe los aplausos del público al final de la representación. / Juan Jiménez

Tan prolífico como desigual, Philip Glass es capaz de lo mejor y de lo peor, aunque desde hace décadas su música esté cosida con hábiles y muy atractivas fórmulas sacadas de su propio catálogo. Es rotundamente personal y puede también que sea uno de los grandes compositores de la segunda mitad del siglo XX, aunque, operísticamente hablando, nunca halla superado su primer título Einstein on the beach (1976). Esta Caída de la casa Usher es una breve ópera de cámara cuya representación es asequible por sus pequeños efectivos, lo que tal vez explica su cierto recorrido.

Sin embargo, ni el pésimo libreto de Arthur Yorinks que almibara el sobresaliente relato de Edgar Allan Poe en el que se basa –y que incurre en ese manido y machista giro de guión en el que la mujer deviene en el origen del mal–, ni la escasa formación instrumental –una docena de músicos, insuficientes para unos pentagramas neorománticos que piden más ampulosidad– salvan la obra de cierta mediocridad. García Rodríguez dirigió de menos a más, comenzando dubitativo e imprimiendo un gesto más severo e hipnótico conforme avanzaba la representación. Los músicos de Zahir –algunos no habituales– rindieron solo correctamente, con una cuerda algo temblorosa en los instantes de mayor sutilidad y algunos desajustes, singularmente apreciables, en el caso de la trompa de Vicente Giner.

A la soprano Sachika Ito ya la hemos aplaudido anteriormente, con músicas de más arrojo y mayor fuste, debidas a compositores como Romitelli, Stravinski y Cristóbal Halffter. Es una gran voz para la música contemporánea que debería tener cabida también en los títulos de repertorio que presenta el Teatro de la Maestranza. Su retrato de Madeline Usher, sin texto, mediante melódicas vocalizaciones, fue resuelto con una proyección idónea y una coloratura ejemplar; con un vibrato sutil y sin advertirse temblores. El barítono David Lagares, como William, cantó con buen volumen y técnica irreprochable; cumplidor el tenor Alain Damas como Roderik Usher, algo más forzado pero de bello timbre. Correctos los secundarios Javier Cuevas y Francisco García.

Con pocos recursos y medios, Thierry Bruehl se empeñó en subrayar los dislates del pésimo libreto; siendo su mayor acierto el dejarse inspirar por el tono pausado que el director de escena Robert Wilson ha impreso a muchas obras de Glass. El movimiento escénico resultó, en ocasiones, colegial y la ausencia de estilismo –esos horteras tacones de Madeline– nos hicieron preferir una versión en concierto.

El compositor de Baltimore tiene trabajos de mucho más interés que esta modesta creación y, en todo caso, es de desear que el ejemplar compromiso que Zahir Ensemble mantiene con la música de nuestro tiempo no comience una deriva hacia propuestas regresivas que le otorgarán, seguro, más popularidad, pero que le restarán peso histórico al conjunto, hasta ahora siempre atento a las músicas avanzadas.

Ópera

La caída de la casa Usher

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Teatro Central. 26 de abril. The fall of the house of Usher (1988), de Philip Glass (1937). Intérpretes: Sachika Ito, soprano. Alain Damas, tenor. David Lagares, barítono. Javier Cuevas, bajo. Francisco García, tenor. Thierry Bruehl, escenografía. Zahir Ensemble. Juan García Rodríguez, director. Ciclo Música(s) Contemporánea(s).