De mal en mejor

Algunos de los creadores de La Extra Vagante se quitan el mal sabor de boca de su abrupto final con Caótica, un espacio cultural que abre sus puertas el día 20 en José Gestoso

17 abr 2017 / 15:28 h - Actualizado: 18 abr 2017 / 11:59 h.
"Libros"
  • Joaquín Sovilla y Maite Aragón, en el bullicio previo de la apertura de Caótica. / Jesús Barrera
    Joaquín Sovilla y Maite Aragón, en el bullicio previo de la apertura de Caótica. / Jesús Barrera
  • Un operario trabaja en el techo de la nueva librería. / J. Barrera
    Un operario trabaja en el techo de la nueva librería. / J. Barrera

Habla Maite: A mí me gusta una frase que tú dijiste: Caótica es un espacio donde vamos a potenciar el fondo, el no sé qué y el vínculo.

El espacio, el fondo y el vínculo.

–Es que es estupendo, dice Maite, y los dos sonríen.

Y en dos frases, Maite y Joaquín –el otro que sonríe– han explicado cómo funciona su cooperativa.

Como nombre han elegido Caótica, y es nueva pero veterana. A ver: Maite Aragón y Joaquín Sovilla forman, junto a Begoña Torres, el proyecto cultural que abrirá sus puertas el jueves 20 a las 20.00 horas en el 8 de José Gestoso. Los tres participaron también como cooperativistas en la librería La Extra Vagante, que cerró en la Alameda de Hércules a comienzos de este año. Un prohibitivo incremento del alquiler fue el principal responsable. La hostelería manda.

De todos modos, es importante destacar, y Maite lo recalca, que no es una mudanza. De hecho, varios cooperativistas de La Extra Vagante no participan en el nuevo proyecto, pero el recuerdo del espacio de la Alameda sí sirve para indicar por dónde irán los tiros en Caótica.

«De aquello queda todo, en nuestro ADN de libreros queda el aprendizaje de La Extra Vagante que es maravilloso, desde el punto de vista de librería y desde el punto de vista de cooperativa», valora Maite, que recuerda el pasado común de los socios como libreros en grandes cadenas que no satisfacían sus inquietudes. Dicho con sus palabras: «Creo que todos estamos aquí porque teníamos un concepto de librería al que queríamos llegar y no era aquello. Seguir era seguir en un sistema que no nos llenaba».

En medio del estrépito continuo de los albañiles, que aprietan el ritmo para llegar a la apertura a tiempo, Joaquín recuerda casi extrañado la repercusión que tuvo el cierre del negocio anterior. «Entonces nos dimos cuenta de la cantidad de gente que estaba ligada a nosotros. Aunque no hubiesen entrado casi a la librería. Había un sueño, del que la gente se sentía partícipe», cuenta. De manera que algunos de sus creadores se decidieron a sacar lo mejor de unas circunstancias complicadas que acabaron por finiquitar un negocio que funcionaba y contaba con un público fiel.

Empezó entonces el diseño de Caótica y la búsqueda de un inmueble adecuado. Miraron en la calle Feria, incluso en el mercado de abastos, en San Juan de la Palma, en La Gavidia, hasta que apareció el edificio de José Gestoso, con tanto bueno por ofrecer, empezando por sus cuatro plantas y el muy aprovechable espacio de la azotea. «Nosotros hemos perdido un poco el barrio, pero el barrio también nos ha perdido a nosotros», cuenta Joaquín, que valora cierto regusto a barrio en una calle tan céntrica y recuerda de su anterior librería el trajín de gente, los niños que entraban y salían, las charlas con los habituales, la gente que los llamaba por su nombre. Todo eso que quieren recuperar y, si todo marcha, ampliar. Para empezar, con una cafetería en la planta baja: «Siempre ha habido como pánico, porque el café no funciona. No somos la Europa del norte. El ocio pasa por otros lados, el ocio pasa por la calle», concede Joaquín, que habla ahora de lugares comunes que están dispuestos a combatir. « Una librería está condenada: el silencio, la soledad: todo lo que sea cerrado... Aquí nadie tiene una vida en soledad, hacemos todo en masa». Y llega su apuesta: «Si ya la gente se quedaba allí –y allí es La Extra Vagante–, aquí se quedarán a vivir. Y la cafetería va a tener su vida, van a hacer cosas». «En el momento en el que te tomas la molestia de traspasar el umbral de la puerta, tu percepción va a ser: aquí hay calma, hay reposo, y a lo mejor tardas en entrar, porque tardamos en desconectar, pero cuando te dejes ir, la idea es que sea un espacio de calma que te permita frenar, donde puedas tomar un café, conversar con los libreros, encontrar libros que te puedan hacer pensar, una exposición, los niños que te rodean van a encontrar aventuras...», enumera Maite. Todo, de acuerdo con su idea de librería «como reserva natural», como «un espacio aparte de la ciudad, de tu vida». «Un apartado de tu vida, de tus obligaciones, eso es lo que queremos hacer sentir: que estás en casa, que puedes tomar un café».

Los libreros tienen además la manía de intentar que las cuentas les salgan a final de mes. Y ése es también un criterio que han tenido en cuenta a la hora de repartir espacios dedicados a la literatura infantil, a la poesía, a su reforzada apuesta por el cómic, a una sala de exposiciones e, incluso, a un cineclub cuyo arranque barruntan en medio todavía del lío de la apertura.

Pero no hay que dejarse engañar. No serán tan caóticos cuando insisten en las ideas sobre las que levantan su proyecto. Termina Joaquín: «Queremos hacer un espacio vivo, en el que vayan pasando cosas, y apostar por los fondos, aparte de que el espacio sea cómodo. Decimos siempre que una librería actual tiene que sobrevivir por el fondo, por el espacio y por sus libreros». En ello andan.