Derroche de maestría y genialidad

Rafael Álvarez ‘El Brujo’ presenta una versión libre de ‘El asno de oro’

28 jul 2017 / 21:39 h - Actualizado: 28 jul 2017 / 21:50 h.
"Teatro"
  • Derroche de maestría y genialidad

Rafael Álvarez El Brujo es un intérprete excepcional que basa su éxito en la construcción de un personaje, a caballo entre el intérprete y el narrador, un trovador urbano y contemporáneo que bebe de la fuente de los clásicos hasta demostrar que, en esencia, los seres humanos somos los mismos en cualquier época, aunque eso sí, los valores son distintos. Es justo lo que demuestra con esta obra, un monólogo tan divertido como aleccionador.

La estructura es la misma que la de sus otros monólogos. De hecho, él mismo se ríe mientras reconoce que a veces comienza con La Odisea y acaba con el El Asno, pasando por S. Francisco de Asís. Todos esos monólogos parten del estudio de un texto clásico que, más que interpretar, nos narra a la manera de un antiguo rapsoda, con la salvedad de que continuamente rompe la diégesis del relato para introducir comentarios satíricos que nos conectan con nuestra realidad más inmediata, despertando una gran carcajada en el patio de butacas. En ese sentido podría parecer que el texto clásico no es más que una excusa para sorprender al espectador con sus bromas, cargadas de ironía y retranca. Nada más lejos de la realidad, no obstante.

Podemos comprobarlo con esta nueva obra, una versión bastante libre de la obra de Lucio Apuleyo, considerada como el precedente del género novelístico en la cultura mediterránea. La obra original reivindica algunos valores en peligro de extinción en nuestra sociedad, como la humildad, la fidelidad, el respeto a la diversidad (incluida la sexual) y una necesidad de espiritualidad que el autor conecta con los mitos y los misterios. Todo ello es transmitido por El Brujo y su narración, a pesar de sus continuas interrupciones que, al más puro estilo contemporáneo, nos muestran con claridad que nos encontramos ante una ficción teatral, tan divertida como trascendental. En ese sentido cabe destacar el derroche de poderío técnico y expresivo con el que El Brujo, una vez más, nos demuestra su genialidad.