El hombre es animal de costumbres; cada año repite similares esquemas y experiencias, y se acostumbra tanto a ello que hasta que no surge un repentino giro de guión parece que no pueda vivir sin eso. El concierto en el Maestranza con el que cada temporada cierra su curso la Hispalense se ha convertido definitivamente en un imprescindible a las puertas del verano, y prueba de ello es la masiva y contundente respuesta del público, que se agolpaba a las puertas del recinto como nunca antes creemos haberlo visto. Público por otro lado que parece siempre nuevo, ajeno a los rituales que se deben respetar en una ceremonia concertística, como saber cuándo corresponde o no aplaudir.

Males menores para una cita siempre estimulante y que esta vez se centró en la figura emergente de Natalia Labourdette, jovencísima soprano de la que no sabemos si atribuirnos su descubrimiento definitivo, pues ya antes de lograr el primer premio del Concurso de Nuevas Voces Ciudad de Sevilla el año pasado, se había coronado en otras citas dentro y fuera del país. Pero es aquí donde de alguna manera ha iniciado una carrera de merecidos éxitos, con su memorable recreación de Nannetta en Falstaff, y las dos óperas cortas que representará en una misma función la próxima temporada, Der Diktator y El emperador de la Atlántida. Y es aquí también donde para cerrar este curso académico se le ha encomendado entonar arias de dos de las óperas más representativas de Sevilla como ciudad de la ópera, las basadas en obras de Beaumarchais en torno al personaje de Fígaro, El barbero de Sevilla de Rossini y Las bodas de Fígaro de Mozart. De ésta ofreció un Deh vieni non tardar de esplendorosa candidez y detallista fraseo, generosa en proyección y expresividad y considerable buen gusto. Su timbre marcadamente sedoso y una articulación viva y segura se dejaron también sentir en Una voce poco fa, donde se apreció además un atisbo de personalidad única y propia en la que el dominio de un espíritu joven y en cierto modo pop vino a añadir una buena porción de frescura a un género tan necesitado de propuestas renovadoras. Dos arias de Puccini completaron su aportación, con un Oh mio babbino caro de Gianni Schicchi hermoso, fluido y nada afectado, y un Quando m’en vo de La bohème lleno de encanto y flexibilidad.

Axelrod acompañó con respeto y aplomo añadidos a esa tendencia a la comicidad en lo gestual que le caracteriza. De las dos óperas sevillanas ofreció sus oberturas, espontánea y fluida la de Mozart, amable y distendido Rossini, con marcado acento clasicista en ambos casos pero falta de contraste en el primero y escaso aliento en los característicos crescendi del segundo. Será quizás que se ha interpretado mucho últimamente, y en distintos formatos, que quiso decir algo nuevo con la Heroica de Beethoven y más bien le salió algo deshilachada, demasiado larga con tantas repeticiones, y evidentes caídas de tensión en la marcha fúnebre y el allegro final. Sólo el scherzo logró captar mayor atención en un conjunto algo desigual. Se agradece no obstante el empeño.

ROSS ***

Concierto de clausura Universidad de Sevilla. Natalia Labourdette, soprano. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. John Axelrod, director. Programa: Oberturas y arias de “Las bodas de Fígaro” de Mozart y “El barbero de Sevilla”, de Rossini; O mio babbino caro, de Puccini. Sinfonía nº 3 “Heroica” de Beethoven. Teatro de la Maestranza, sábado 16 de junio de 2018