“Desde la cultura puedo mejorar el mundo, con la política sufrí un gran desengaño”

José Manuel Navarro García, director de la Escuela Teatro Habitado y del Festival Emergentes. Su vida es el teatro como experiencia en equipo de cambio social. En 2012, con 23 años, se atrevió a crear en Mairena del Alcor un certamen internacional cuyo éxito ha superado cualquier previsión

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
05 ago 2017 / 22:52 h - Actualizado: 05 ago 2017 / 22:53 h.
"Teatro","Son y están"
  •  José Manuel Navarro García es uno de los fundadores de Teatro Habitado. / El Correo
    José Manuel Navarro García es uno de los fundadores de Teatro Habitado. / El Correo

Emergentes. Es el nombre del certamen internacional de artes escénicas que coordina en julio desde hace seis años en Mairena del Alcor con Juan José Morales y Lucía Hernández, sus principales compañeros de aventura en Teatro Habitado. Emergentes es el concepto que mejor les define todo el año en sus actividades, como jóvenes sobradamente experimentados y motivados para actuar en la sociedad a través de la cultura. Emergente es el protagonismo en el panorama cultural de personas con tantas inquietudes como José Manuel Navarro García, que en septiembre cumple 29 años. Actor, director, técnico de producción, monitor, educador, gestor cultural...

Jóvenes artistas de 12 países, seleccionados en una convocatoria a la que enviaron candidaturas 340 compañías de 30 países, han convivido, actuado, aprendido y enseñado en estrecha relación con la población de Mairena del Alcor, sobre todo con los adolescentes de su escuela teatral. Y han actuado durante una semana en diez espacios del pueblo, desplegando sus creaciones más contemporáneas también en las plazas donde el vecindario suele reunirse en torno a un velador de bar.

José Manuel Navarro García, mairenero, es hijo de dos padres funcionarios, él trabaja en el Ayuntamiento de Mairena del Alcor y ella en la Diputación de Sevilla. Su hermana también está dedicada a la cultura, forma parte del equipo que gestiona Nave 73, espacio multicultural y experimental en el madrileño barrio de Embajadores.

¿Cuándo perdió el miedo escénico?

De niño estudié el ciclo de Primaria en el Colegio Isabel Esquivel, junto al Castillo de Mairena del Alcor. Y un gran maestro, Antonio Guillén, que ya está jubilado, me inició en el teatro, y fue un mundo que me atrapó. Siempre he sido tímido, pero como era buen estudiante y me aprendía bien los textos, me daba los papeles protagonistas. Si todos los maestros fueran como él, creo que el mundo sería mucho mejor. Preparaba obras de teatro donde inculcaba valores como la convivencia y el respeto.

¿De qué modo mantuvo esa vocación en el paso de la infancia a la adolescencia?

Tuve muchísima suerte porque en el Instituto de Secundaria Los Alcores, en mi pueblo, la profesora de Literatura Carmen Troncoso había fundado un taller de teatro, y lo impartían dos profesionales de la talla de David Fernández Troncoso y Mariana González Roberts, que están al frente de la compañía Dos Lunas Teatro. Estuve con ellos desde Segundo de ESO hasta un año después de terminar en el instituto, cuando iniciaba en la Olavide mi licenciatura de Ciencias Políticas. Y jóvenes que nos conocimos en ese taller decidimos en 2007 consolidar ese rumbo y creamos la compañía Cerrado por Obra y la Escuela Teatro Habitado, contando con ellos fuera del instituto para que nos dirigieran.

¿Qué obras llevaban a escena?

Empezamos en el teatro griego, con una tragedia como 'Antígona' y de comedia 'La asamblea de las mujeres'. A partir de ahí fuimos haciendo 'Las mil y una noches', el 'Quijote' y los 'Entremeses' de Cervantes, y 'Bodas de sangre', de Lorca, que fue el primer montaje asumido después por nosotros ya como compañía, afrontando todas las labores de producción.

¿Fue airosa la primera experiencia de actuar fuera de su pueblo, ante personas que no les conocen, y eso le hizo convencerse de querer vivir por y para el teatro?

Uno de los motivos fundamentales por los que decidimos dar el salto desde el taller de teatro para crear una compañía estable era la frustración de llevarte un año trabajando en la preparación de un espectáculo para mostrarlo una sola vez. Fue muy bonita la experiencia de descubrir que podíamos confrontar lo que hacíamos con gente desconocida. Tenía calidad y era bien acogido. Primero, en pueblos de Sevilla. Después, por Andalucía, y el círculo se fue ampliando a otras comunidades autónomas, y a otros países: festivales en Portugal (Lisboa y Oporto), Marruecos (Asilah), Francia (Tournon sur Rhône). Fue un periodo muy emocionante. En los primeros siete años sumamos más de 300 representaciones, viajando muchísimo.

Dígame un ejemplo.

Ser seleccionados de nuevo por varios festivales para que volviéramos al año siguiente con otro espectáculo, al gustarles nuestro estilo. La acogida tan buena que tuvo el que dedicamos a Antonio Mairena, en el que incluíamos cantes suyos. En muchos lugares nos decían que les parecía una figura extraordinaria, a la que estaban descubriendo gracias a nosotros. Para nosotros, como maireneros, era una satisfacción especial. También fue un hito el éxito que logramos en Francia en un festival dedicado por entero a Shakespeare, con un espectáculo que hacíamos con monólogos de sus principales personajes, no actuando en un teatro sino en una sala de exposiciones, como si fuéramos una instalación artística de la que formábamos parte por todos sus rincones.

¿Le resultó fácil convertir su vocación individual en afinidad de grupo?

Cuando empecé en el taller, solo conocía previamente a una persona. Se han forjado lazos de amistad muy fuertes. Y en nuestro entorno, donde la mayoría pensaba que yo hacía teatro como hobby, es muy bonito haber logrado entre todos que se interesen muchas personas por las artes escénicas, no van solo al teatro si actúa un amigo.

¿Cómo logra llegar a final de mes ejerciendo profesionalmente el teatro?

A través de varios trabajos: Por un lado, mis colaboraciones con Dos Lunas Teatro, donde he intervenido en espectáculos como 'La niña que riega las albahacas', y donde doy cursos de formación teatral para adolescentes en su escuela, que está muy consolidada. Y, por otro lado, estoy a las órdenes de Guiomar Fernández Troncoso en la productora Endirecto FT, de flamenco y artes escénicas. Llevamos la producción de compañías como las de Belén Maya, Patricia Guerrero y Mercedes Ruiz. Y organizamos festivales de flamenco fuera de España, en capitales como Berlín y San Petersburgo, en el último trimestre del año. Mis vivencias en esos festivales son un gustazo: dedicarme a lo que me apasiona, en ciudades con tanta historia. Ya he estado en dos ediciones en Berlín y una en San Petersburgo.

Si ha hecho la carrera de Ciencias Políticas, ¿tiene un interés especial por la actividad política y por los problemas sociales?

Me metí por mi vocación de servicio público, para intentar aportar un granito de arena a mejorar el mundo que tenemos. Y tanto a mí, como a muchos jóvenes que he conocido estudiando esa carrera, cuando hemos estado en contacto más directo con la realidad política, sentimos un desengaño absoluto. No queremos formar parte de esa realidad de los políticos y de los partidos. Sí mantenemos la idea de querer mejorar el mundo, pero desde otro ámbito. Yo lo hago a través del arte y la cultura.

¿Cómo lo hace?

Por ejemplo, con la compañía Dos Lunas Teatro hemos tenido la oportunidad de trabajar en un proyecto sensacional, con apoyo del Plan Urban de la Unión Europea, que ha resultado emocionante: dinamizar el barrio de San Miguel, en Alcalá de Guadaíra, junto a su castillo. Un barrio con muchos problemas, en el que muchos alcalareños no se atrevían a poner un pie. Después de más de dos años trabajando con vecinos, involucrándonos en su día a día, queriéndoles y queriéndonos, enseñándoles a participar en la creación de espectáculos teatrales (algunos vinculados a sus enclaves o a sus personajes, como el cantaor Joaquín el de la Paula, o el dedicado a la Torre Mocha, o el que contaba la historia del Castillo), este verano se ha organizado un ciclo de noches de barrio abierto en las que todo el vecindario participa aportando arte a todas sus calles. La afluencia está siendo multitudinaria, el ambiente de integración es maravilloso. A muchas personas les he escuchado decir que nunca habían subido a ese barrio por miedo. Y estaban cambiando de opinión, han comprobado qué buena hospitalidad les daban.

¿Experiencias como esa le reafirman en la fuerza de la cultura cuando se vertebra de abajo arriba?

Sí. La cultura, o es del pueblo, o no es. No hay que fomentar una sociedad de espectadores sino una sociedad de artífices. Nada que llegue desde arriba va a cuajar. A nivel cultural, en este país nos tenemos que replantear muchísimas estructuras, y mucho de lo que estamos haciendo, porque no vamos por el buen camino. Ahora se celebra que nos han bajado el IVA cultural, pero es un engaño más, porque solo baja el IVA en las entradas de los espectáculos en vivo, pero no para el resto de transacciones de la industria cultural. Y a la vez suben la cuota de autónomos para los artistas. Sí, las dos decisiones han coincidido.

¿Cómo funciona Teatro Habitado?

Es el colectivo donde Juan José Morales, Lucía Hernández y yo nos agrupamos. El proyecto fundamental es la escuela teatral: la razón de ser y la base de apoyo para sacar adelante otras actividades. Ahora tenemos 50 alumnos, cifra alta para una escuela de pago, se paga una cuota de 20 euros al mes. Eso es inusual en Mairena del Alcor, población de 23.000 habitantes, donde, por ejemplo, todas las escuelas deportivas son gratuitas casi al 100%. Por eso le damos mucho valor a la cantidad y calidad de los alumnos. La formación está segmentada por edades, tenemos cinco grupos, los hay de niños, de adolescentes y de adultos. Trabajamos con ellos dos horas a la semana. Somos una familia en crecimiento.

¿Alguien les ha planteado si son ustedes demasiado jóvenes para aportar maestría al frente de una escuela teatral?

No es cuestión de la edad que pone el DNI, sino de trayectoria y de haber demostrado lo que sabemos hacer. Hay cosas en la vida que no dependen de la edad que se tenga en cada momento.

¿También les enseñan sobre los cometidos técnicos de la producción teatral?

Lo hacemos con el grupo juvenil avanzado, chicos y chicas de 15 o 16 años. Para que desde Teatro Habitado dispongan de formación integral y vertebren su pasión sabiendo que no solo existe la profesión de intérprete, sino también las de técnicos de luces, técnicos de sonido, producción y distribución de espectáculos,... Como iniciación, el espectáculo que hemos montado con ellos, 'Mírame, Edipo', que es una versión muy contemporánea de 'Edipo Rey', son ellos mismos quienes han de conseguir dónde representarlo en otros municipios, y cómo organizarlo. Cuando llega el momento de representarlo, tienen nuestra supervisión y nuestro apoyo.

Para su escuela, ¿se ha probado como autor de textos teatrales?

No, ya me siento satisfecho desde el punto de vista creativo con todo lo que llevo adelante. Lo que sí he hecho en la Escuela son adaptaciones de textos poéticos de Juan Ramón Jiménez y Lorca para que sirvan como base de un espectáculo. Y de novelas como 'Rebelión en la granja', de Orwell. Y de guiones para cine como 'Atraco a las tres', de Rafael Azcona, que ha servido para trabajar con el grupo de niños y con el de adolescentes, les ha encantado crear sus personajes.

¿La creación de Emergentes nace de la ilusión por montar en Mairena del Alcor algo similar a lo que vivían en festivales dentro y fuera de España?

El Ayuntamiento nos hizo la propuesta de crear un festival de otoño con cuatro espectáculos, uno cada fin de semana, y al final conceder unos premios. Hablándolo con mis compañeros, decidimos hacerle una contrapropuesta. Por nuestra trayectoria, donde más habíamos aprendido era en los encuentros y convivencias con otras compañías. Se lo propusimos al Ayuntamiento. Fuimos muy osados en la primera edición, porque con un presupuesto ínfimo decidimos lanzar una convocatoria a nivel internacional. El tiempo nos ha dado la razón, ha sido notable la acogida por parte de compañías. Con nuestro trabajo hemos conseguido multiplicar por seis ese presupuesto, hasta alcanzar los 30.000 euros en 2017, y que lo apoyen organismos como Iberescena, Injuve, Fundación Cruzcampo, Junta de Andalucía y Diputación de Sevilla.

¿Cuántas se han ofrecido para participar en la edición celebrada el pasado mes de julio?

Para la de 2017 nos llegaron 340 propuestas, desde 30 países, de las que teníamos que elegir 13. Eso demuestra que puede organizarse una convocatoria internacional desde Mairena del Alcor. Conviviendo 70 artistas durante una semana en el albergue, y con 20 jóvenes de nuestra escuela integrados como voluntarios. Para próximos años tenemos que fortalecer el equipo con artistas que han pasado por Emergentes y se han enamorado del proyecto. Hasta ahora, Juan José Morales, Lucía Hernández y yo hemos sido quienes seleccionábamos. Imagine lo que ha supuesto de esfuerzo durante mes y medio ver vídeos y documentación de 340 compañías, de México, Italia, Argentina, Australia, Alemania, Polonia, Costa Rica, Brasil, España, Uruguay, Vietnam, Rusia,... Para asesorarnos en las propuestas de danza, hemos contado este año con Nieves Rosales, profesora del Conservatorio de Danza de Málaga.

¿Los mejores suelen repetir?

Siempre queremos dar la oportunidad a nuevas compañías, pero también damos cabida de nuevo a quienes han entusiasmado en años anteriores. Este año, elegimos para la sesión inaugural a una compañía chilena, Colectivo Zoológico, que había estado en 2016. Es importante resaltar el apoyo que nos muestran artistas de tantos países. Todos quieren volver. Algo estaremos haciendo bien.

¿Con el certamen Emergentes cumplen la función inversa a la de sus giras, para que no parezca que en Mairena del Alcor el único referente cultural posible es Antonio Mairena?

Estamos cimentando tres logros: darle más vida a espacios monumentales como la Casa Palacio de los Duques de Arcos y el Castillo; integrar en el municipio creaciones contemporáneas y lenguajes artísticos que no llegan por otra vía, y servir de embajador de Mairena en el exterior. Es muy emocionante, días después de la última edición de Emergentes, descubrir en Facebook la gran cantidad de fotos y mensajes en los que se menciona a Mairena del Alcor, ya sea en castellano por un actriz argentina, o en polaco por dos bailarinas de dicho país. Y todos los 'me gusta' que extienden la proyección de Mairena y de nuestra actividad cultural. Eso nadie nos lo podrá quitar.

¿Les ha resultado difícil ser tenidos en cuenta por los organismos? ¿Pesan mucho los prejuicios y los complejos entre las grandes capitales y los pueblos?

Lo hemos logrado porque no nos hemos acomplejado. En Madrid, en la sede del Instituto de la Juventud, cuando les presentamos todo lo que hacíamos en Mairena del Alcor, nos dijeron, literalmente: “Nosotros pensábamos que esto solo se hacía en Madrid y Barcelona”.

Para que Emergentes crezca, ¿el límite es la capacidad del albergue?

No, porque el objetivo es crecer en calidad de lo que ofrecemos. No es cuestión de querer acoger más cantidad de artistas y más espectáculos, sino antes ser conscientes de todo lo que hemos de mejorar como equipo organizador. Ahora mismo, ese es el límite. En los próximos meses, hemos de definir cómo integrar a gente que quiere ayudarnos.

¿Qué le comentan ciudadanos de Mairena que no son asiduos a ver teatro, y acuden por curiosidad a las plazas, patios y jardines en las noches de festival?

Somos valientes porque programamos espectáculos a los que no están habituados, a lo mejor solo han ido antes a teatro costumbrista. Cuando les gusta, además de sorprenderles, su reacción es mucha más positiva que la del espectador asiduo. Y nos valoran por lo que hacemos en pro de Mairena y de la cultura. Aunque no creo que, si Emergentes desapareciera, se llenara la plaza con una manifestación de protesta como sí habría para defender a un equipo de fútbol.

¿Qué es Unifestival?

Otro festival organizado por nosotros, lo hacemos en tres días de mayo, lleva dos ediciones. Dedicado a los espectáculos con una sola persona en el escenario durante toda la función, quienes intervienen también imparten talleres sobre cómo articulan sus procesos creativos. Con actuaciones en el Teatro Municipal, sobre todo, y alguna en la Casa Palacio del Duque de Arcos.

¿Toda esa comunidad de Mairena alrededor de Teatro Habitado, acude a los teatros de Sevilla para aprovechar y disfrutar su programación nacional e internacional?

Cada vez más. Es muy bonito ver el esfuerzo de adolescentes de 15 o 16 años, y de sus familias, para ir al Teatro Central, a la Sala Cero, a La Fundición... O al Festival de Danza de Itálica. Además, los que somos profesionales acudimos con mucha frecuencia. Los chavales descubren, y sienten como propio, a un teatro como el Central, cuya oferta escénica es la mejor en España. Para que vayan con más frecuencia, no solo haría falta disponer de más descuentos en las entradas, la mayor dificultad es la carencia de transporte público. Entre dos poblaciones que están a 25 minutos en coche, la combinación en autobús es pésima o inexistente, según las horas del día.

¿Cómo percibe la relación entre las Administraciones Públicas y las empresas culturales?

Nosotros, desde el sector privado, buscamos y encontramos a personas muy valiosas en los recovecos de las instituciones públicas, para que nuestros proyectos salgan adelante gracias a apoyos. Desde las instituciones educativas no se forma a una sociedad dispuesta a sostener esos proyectos culturales, y eso perpetúa la precariedad de cualquier compañía teatral, de cualquier sala teatral, etc. Por sí solas no pueden subsistir. Quienes nos dedicamos a esto lo hacemos por pasión, y esa llama, aunque sea muy pequeña el día en que estás desanimado, sigue alumbrando. Y el día en el que te sientes mejor es un fogonazo que te hace ver todos los lados positivos y arrasa con la desidia que nos encontramos en las Administraciones y en la sociedad.

¿Qué se plantea para la próxima temporada?

Seguir dedicado a la escuela, a la productora, al festival,... son espacios donde refugiarse, donde se vive una realidad muy diferente a la de los telediarios.

¿Por qué han de refugiarse jóvenes como usted respecto a la actualidad de los noticiarios?

Porque encender el telediario es sentir que has de refugiarte de tanta corrupción, y de tantas otras cosas... Porque quieres hacer un mundo mejor y tu forma de hacer política es desde estos frentes. Nosotros somos conscientes que desde la escuela Teatro Habitado, con estas cincuenta personas, estamos haciendo una labor educativa y cultural mucho más interesante y sólida que cualquier institución pública. Y con el taller de acción sociocultural en Alcalá de Guadaíra, y con Emergentes, etc, es nuestra forma de estar situados en el mundo. Siempre en grupo. No entiendo el hecho teatral en solitario. Sin mis compañeros, sin mis maestros, nada de lo que hago tiene sentido.