{«Se vende bonita casa típica andaluza para restaurar», dice el anuncio de la inmobiliaria Aliseda. «Muy luminosa, gracias a los grandes ventanales con los que cuenta que permiten pasar la luz natural al interior», añade más tarde la descripción, entre otras observaciones que inciden en la «ubicación inmejorable» del edificio. Pero esta vieja y sencilla vivienda de la céntrica calle Padre Luis María Llop no es una construcción cualquiera: se trata del lugar donde según la tradición aceptada por los historiadores nació nada menos que el pintor Velázquez. La atonía con que las autoridades locales y regionales están respondiendo por el momento a esta noticia y su falta de respuesta sobre si tienen la menor intención de hacerse con ella sorprende en una Sevilla que está aprovechando el cuarto centenario del nacimiento de otro gran artista local, Murillo, para presumir de afecto y orgullo por sus mejores hijos.
El último uso que ha tenido este inmueble de hace cuatro siglos, antiguo corral de vecinos donde vivían once familias, ha sido como taller de la firma de moda hispalense Victorio & Lucchino, instalado desde 1985 en un edificio que no está catalogado como bien de interés cultural (BIC), aunque goza de cierto grado de protección urbanística, el nivel 1 letra C, que prohíbe su demolición y limita (pero no impide) las actuaciones dentro del mismo. En concreto, se permiten obras de conservación, reforma menor y ampliación. Antes de pertenecer a los conocidos modistos andaluces, la casa había sido sede en los años setenta de la galería Centro de Arte M-11, en la que expusieron Luis Gordillo, Antonio Saura y Equipo Crónica, entre otros. Se mantuvo en pie y a salvo de la piqueta gracias a esta iniciativa privada, con la reforma del célebre arquitecto José Ramón Sierra en 1973 para ese fin cultural.
En los últimos años, las deudas de la empresa de moda que le dio su último uso a este inmueble desembocaron en la presentación de un concurso voluntario de acreedores en 2013, con la aprobación por parte del juez en febrero del año pasado de la dación en pago, de resultas de la cual se produce ahora esta salida a la venta de la remozada construcción del siglo XVI.
Si su precio es barato o caro, tratándose de lo que se trata y estando donde está, en una apacible callejuela junto a la Plaza del Cristo de Burgos, queda a la opinión del lector: 1.420.000 euros. Esto es lo que tendría que desembolsar la Junta de Andalucía o el Ayuntamiento de Sevilla si en alguna de las dos administraciones dispusieran de un plan para usar el edificio a la mayor gloria de Velázquez y de la ciudad donde nació. Sobre si la administración autonómica tiene algo que decir, desde la Consejería de Cultura se informó a este periódico de que ni aquello es de su propiedad ni está declarado BIC, por lo que no hay posibilidad de iniciativa alguna por su parte. Lo que no dijeron, pese a que se le preguntó, es si tienen alguna intención de que lo sea. Con todo, al menos algo explicaron, que es más de lo que se puede decir del gobierno municipal, pese a solicitársele con insistencia en los dos últimos días.
Fue el diario ABC de Sevilla el primero en dar aviso, hace unos días, de la situación actual del inmueble. En la web de la inmobiliaria se explican las características de la casa: 702 metros cuadrados de superficie construida, 284 de parcela, dos plantas, estancias diversas, salón con chimenea, patio interior... Se vende, como explica el anuncio, en conjunto con un local comercial, y es –esto ya no lo dice la firma, sino la evidencia– uno de los últimos restos que le quedan en pie a Sevilla de la arquitectura popular de aquella época. Una casa que nunca se usó para rendir homenaje a Velázquez, y que así sigue.