Diario de la trastienda sevillana de la Transición

El sindicalista Pedro Andrés González publica su inusual libro ‘Agenda sindical de la Transición’

31 jul 2015 / 21:01 h - Actualizado: 31 jul 2015 / 22:01 h.
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  • El sindicalista Pedro Andrés González posa con su libro junto a la iglesia de San José Obrero. / Inma Flores
    El sindicalista Pedro Andrés González posa con su libro junto a la iglesia de San José Obrero. / Inma Flores

Pedro Andrés González ha publicado un inusual libro: su agenda como secretario de la Unión Provincial de CCOO de Sevilla entre 1976 y 1982. Una agenda que retrata el día a día de la maduración del actual régimen político y social en la provincia, y donde se reflejan las tensiones –externas y también internas, dentro de CCOO– en los años cruciales entre Carlos AriasNavarro y Felipe González al frente del Gobierno central. El libro se titula Agenda sindicalde la transición en Sevilla (1976-1982). Actuaciones y divergencias y lo publica la editorial Círculo Rojo.

Él estuvo al frente del sindicato y en muchas ocasiones enfrente del partido en el que militaba: no aceptaba que el ordeno y mando del centralismo democrático comunista chocara con lo que él percibía en su experiencia sindical.

«Lo guardé en una caja y mi mujer [la historiadora Encarna Ruiz Galacho, autora de una historia del sindicato] me creó las condiciones psicológicas para que sirviera en el futuro. Es material inédito sobre unos años convulsos y conflictivos, donde CCOO pasa de ser una miniorganización a un gigante complejo». También están todos los capítulos de la Transición. «El protagonismo de la clase obrera en la terminación de la dictadura fue enorme. Se conquista la libertad, desde mi óptica, por el protagonismo de la lucha obrera», explica acerca de sus recuerdos de

esos años.

«Ahora bien, Franco murió en la cama y se puso al rey. En ese entonces la crisis era la del petróleo, y había un paro enorme del 7%. Era muy difícil reclamar salarios altos. Y el PCE, en busca de su legalización, pasó de defender la ruptura con el régimen a la ruptura pactada y a aceptar la guía de la UCD, que venía del anterior régimen (no olvide que Suárez había sido secretario general del Movimiento). Así renegó de la República, aceptó la monarquía y más tarde, con entusiasmo creyendo que era la antesala de un Gobierno de concentración, los Pactos de la Moncloa; y todo eso creyó desencanto. Además, el PCE apoyaba de forma tácita a la UCD mientras el PSOE le hacía oposición».

«Todo eso es lo que se ha llamado el consenso, un consenso para lograr una constitución que alejara para siempre la Guerra Civil. Y ese consenso, como critican ahora, no se divulgaba. Había una oscuridad impresionante», explica para contextualizar la agenda que es su libro.

Después lo que ha venido ha sido el «justificar trabajos para en vez de recibir cuatro del Estado, recibir ocho... y las tarjetas black. En los 70 publicábamos nuestras cuentas en el periódico», mientras que los trabajadores se quedaban con un «desencanto enorme: ante el paro los sindicatos ni están ni responden. Los trabajadores tienen miedo al paro, miedo al sindicato... es una pescadilla que se muerde la cola. Hablo de refundación porque renunciar a los sindicatos es entregar a los trabajadores a la avaricia patronal».

Empresario sevillano

Pedro Andrés González no termina la entrevista sin desmentir una de las caricaturas

de los empresarios sevillanos: incapaces de entender su negocio, clasistas y chupasangres. «No son distintos a los de otras partes. Entienden su beneficio y menos que exploten a los trabajadores, pero tienen una mentalidad más abierta en general que la patronal, que la llevaron al principio funcionarios del [franquista] Sindicato Vertical».

«CCOO NECESITA REFUNDARSE Y PRACTICAR LA SOLIDARIDAD»

«Creo que CCOO necesita una refundación en la que lleve a la práctica la solidaridad, la democracia, la autonomía, el sindicalismo, la entrega... se ve diferencia entre quienes viven del sindicato y los que forman el sindicato», explica rotundo este veterano sindicalista, quien sufrió la expulsión del PCE primero (en 1970, para luego reingresar en 1976) y todas las presiones internas para machacar a

su corriente de opinión –el sector crítico– y que en 1982 abandonara CCOO (para volver en 1999). Nacido en Málaga en 1942, González se crio en un barrio de chabolas y entró en contacto con el movimiento obrero a través de la mediación de la Juventud Obrera Católica. En 1965 contacta con el Frente de Liberación Popular y en 1967 con el PCE. «Sentía que si no estabas con los comunistas en aquella época te quedabas descolgado de la lucha obrera», explica. Ya en Sevilla funda las primitivas CCOO a finales de los 60 y organiza una sonada huelga de la construcción, pero a partir de ahí su vida está más en la disidencia de las líneas oficiales que en el acatamiento de la disciplina. Su momento más difícil fue su marcha del sindicato. Y el más alegre cuando había colas para afiliarse a mediados de los 70.

PECADO ORIGINAL

«Los sindicatos han logrado ganarse la repulsa de muchos trabajadores por el pecado original de no vivir de la cuota de los afiliados. Al recurrir al Estado reciben subvenciones por otras vías, y el que paga manda. El poder de convocatoria y la afiliación así van a menos», expone en tono autocrítico

el autor del libro. «Somos más un sindicato generalista que de clase: se apoya a todos los sectores, pero cada uno por su lado y no juntos en la lucha».

Y ESPERANZA

«Sigo creyendo en CCOO, en su espíritu, no en su mecánica. Ha impulsado la mejora de las condiciones de trabajo y en sus estatutos viene aún que con una perspectiva de superación del capitalismo. Hay que corregir el haber entrado en el tingladillo del sistema, el aprovecharse. Me da coraje y vergüenza».