Afortunadamente este año los conciertos estivales del Alcázar han llegado con puntualidad, sin problemas burocráticos que les afecten, y fieles a no dejar pasar ninguna efemérides, ha habido espacio para recordar que precisamente este domingo 25 de junio se celebran docientos cincuenta años de la muerte de Georg Philipp Telemann, quizás el autor más prolífico de todos los tiempos. Estudiante de derecho y letras en Leipzig y fundador del Collegium Musicum en esa ciudad, fue amigo y puntual rival de Bach, padrino de su hijo Carl Philipp Emanuel, y mucho más reconocido y popular en su tiempo que el autor de los Conciertos de Brandeburgo. Telemann abarcó en su prolífico catálogo todos lo géneros, música religiosa y dramática y mucha música de cámara, en la que destacan tríos, sonatas, cuartetos, scherzi, suites y fantasías. Piezas para diversos instrumentos, solos o en combinación, que denotan el dominio y la maestría del compositor para plegarse a las necesidades de cada uno en particular.
Y eso fue precisamente lo que vinieron a demostrar Rafael Ruibérriz al traverso, Alfonso Sebastián al teclado y Alejandro Marías a la viola da gamba, en un programa pulcramente estructurado en el que se dieron cita fantasías para cada uno de los instrumentos convocados, así como un concierto y una sonata para dos, clave y flauta, y clave y viola, y dos tríos que abrieron y cerraron el programa. Una estructura que quizás provocó que la sesión fuera previsible, pero que ayudó sobremanera a disfrutar de la excelencia de cada uno de los jóvenes intérpretes. Ruibérriz y Sebastián ya han demostrado su compenetración en múltiples ocasiones, mientras Marías se ha revelado como una muy fresca incorporación y una grata sorpresa por la exuberancia de su sonido, su gesto sensible y su fuerte involucración a la hora de atacar las piezas.
El flautista sevillano tuvo momentos endebles, como el Trío Sonata TWV 42 :g7 con el que arrancó la velada, pero remontó satisfactoriamente en el Concierto en la menor TWV 42:a1, donde su proverbial capacidad para las agilidades y buen gusto para la ornamentación se combinaron con un sensato dominio de la expresividad. Su interpretación de la Fantasía nº 2 TWV 40:3 aunó también control técnico y considerable sensibilidad. Sebastián mantuvo en todo momento una excelente pulsación, aportando al conjunto la elegancia francesa que Telemann combinaba con la ornamentación italiana y la naturalidad y frescura de sus melodías, a menudo siguiendo patrones líricos. En este punto fue Marías quien hizo mayor gala de emotividad, extrayendo no sin algún leve traspiés técnico un sonido potente y carnoso de su instrumento, flexible, espontáneo y sutil, y atendiendo con esmero a los abundantes contrastes e imitaciones. Faltó sin embargo algo más de calidez en la relación de los músicos con el público, algunas palabras de introducción a tan merecido tributo y mayor complicidad con los receptores de su amable propuesta.
RUIBÉRRIZ, MARÍAS Y SEBASTIÁN ***18º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Rafael Ruibérriz, flauta travesera; Alejandro Marías, viola da gamba; Alfonso Sebastián, clave. Programa: Las fantasías secretas de Telemann. Viernes 23 de junio de 2017