SEVILLA GUITARRA DUO ****
20ª Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Francisco Bernier y Antonio Duro, guitarras. Programa: Obras de Granados, Rodrigo, Gnattali, Piazzolla, Ginastera, Bogdanovic, Takemitsu y Falla. Viernes 5 de julio de 2019
Por si no lo sabían, el próximo veinte de septiembre se cumplen quinientos años de la salida de la Expedición de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano en busca de nuevas rutas de las especias, que supuso la primera vuelta completa al mundo. A pesar de tener a Sevilla como protagonista en primera línea, puerto de salida de las cinco naves que integraban la expedición, y regreso de la única que sobrevivió capitaneada por el marino vasco, no está teniendo de momento el relieve en nuestra ciudad que sin duda merece, y no desde luego el que mereció hace un año uno de nuestros hijos predilectos, Murillo.
Fiel a su tradición de integrar en las Noches del Alcázar ciclos que celebren efemérides destacadas del curso, Miguel Ángel González al frente de Actidea ha tenido la feliz idea de recordar ese hito mundial de la navegación con una serie de programas diseñados para la ocasión, como el que ofrecieron Ministriles Hispalensis el pasado jueves en torno a la música que se podía escuchar aquí en su época, y un día después con un exquisito recital de guitarra a cargo de estos dos excelentes guitarristas, Francisco Bernier y Antonio Duro, a su modo también hijos destacados de la ciudad.
Coincidió este concierto con el estreno en cines, muy limitado por cierto, de la cinta de animación realizada en el País Vasco Elcano y Magallanes, la primera vuelta al mundo, una discreta y simplificada versión del acontecimiento que se queda corta a la hora de cumplir su función didáctica e ilustradora para niños y adultos con los conocimientos de primaria adormecidos. La idea de Duro y Bernier, confirmada su feliz asociación de forma oficial bajo el nombre de Sevilla Guitar Duo, no era la de ofrecer música de la época sino realizar un viaje musical con escalas en los principales puertos que protagonizaron la epopeya, pero echando mano para ello de músicas más acordes al repertorio de guitarra clásica española, romántica y contemporánea.
Por ello el viaje empezó en España, si bien el Intermezzo de Goyescas, escrito de forma apresurada para entretener el complejo cambio de escenario de la ópera en su estreno mundial en Nueva York, podría por ello evocar una primera escala en el continente americano, aunque muy por encima de la ruta original. Bernier principalmente en el acompañamiento, y Duro como sutil melodista, supieron impregnar la página de una profunda melancolía, casi con carácter doliente, como preconizando el fatal desenlace que para los Granados tuvo aquel estreno americano. Los aires galantes y cortesanos de la Tonadilla de Rodrigo quedaron bien reflejados en una interpretación tan atenta a detalles y matices como equilibrada en ritmo, especialmente en un minueto de prodigiosa delicadeza, la misma que hizo presencia en el precioso vals del compositor brasileño Radamés Gnattali dedicado a su colega Ernesto Nazareth, o en la muy sentimental milonga de Ginastera Canción del árbol del olvido, que ambos intérpretes desgranaron con verdadera delectación.
De las veintiocho escalas del músico serbio Dusan Bogdanovic en Look at the Big Birds (Observa los grandes pájaros), que Bernier tiene grabado junto a Carmen Álvarez para su sello Contrastes, el dúo interpretó cinco correspondientes a puertos alcanzados por la expedición homenajeada. Miniaturas que exigen una gran flexibilidad y economía para desplegar todo su encanto, y en el que tuvieron que emplearse a fondo especialmente con la guitarra preparada para ofrecer timbres similares a la percusión o la steel guitar hawaiana, que Bernier tocó al más puro estilo slack key para lograr una sonoridad peculiar y limpia. Con el tango de Piazzola, Lo que vendrá, sacrificaron directamente el bandoneón para adaptarse a la cuerda pulsada, con resultados solo en esta ocasión algo más tenues y menos inspirados. Después de otro delicadísimo regalo ofrecido con gran alarde de sensibilidad, un tema de Takemitsu titulado Bad Boy y con un evidente componente folclórico español, y antes de terminar con un colorista pero atemperado, sin alardes temperamentales ni exceso de tipismo, tríptico de Falla, con célebres danzas de El sombrero de tres picos, El amor brujo y La vida breve, Duro tuvo el detalle de dedicar a la hija del futuro e ilusionado padre Bernier la muy emotiva nana El nou del mare de Llobet, un recuerdo que sin duda conservará el joven guitarrista de Burguillos toda su vida.