Alrededor del año 1510 comenzó a construirse en Carmona el Convento de la Concepción, activo durante siglos y clausurado hace más de 30 años. Tras la puerta cerrada a cal y canto se encuentra uno de los grandes tesoros de la ciudad de la comarca de Los Alcores. Estos días su deteriorado interior está siendo intervenido para acoger el rodaje de numerosas escenas de La Peste, serie de televisión que dirige Alberto Rodríguez (La Isla Mínima, El hombre de las mil caras), con guión de Rafael Cobos y protagonismo del también sevillano Paco León.
Fango y verduras podridas llenan el suelo de los estrechos callejones del Convento carmonense. «Esto es un pueblo en miniatura porque cada monja que iba llegando se construía su propio apartamento. Fue así durante siglos», explica el director de arte Pepe Rodríguez del Olmo. «Retratamos una Sevilla que no existe», dice. Porque el medievo y sus huellas, aunque quedan, fueron enterradas por el imperio del barroco. La Casa de Pilatos, el Real Alcázar, la Casa de los Solis, Itálica y el Ayuntamiento de Sevilla serán otros de los sets de rodaje. «Intentamos evitar a toda costa que los escenarios parezcan decorados; queremos transmitir la sensación de claustrofobia y de insalubridad en la que vivían nuestros antepasados», asegura. La gran epidemia de peste en Sevilla fue a mediados del siglo XVII; aunque la serie inventa que esta fue, en realidad, en el XVI. «La peste de la que hablamos es el aura de la historia [un thriller], lo que lo enmarca todo, una metáfora de una época huérfana de valores y llena de corrupción; lo que se puede extrapolar a lo que vivimos hoy día», dice su director, Alberto Rodríguez. Con esta producción, el realizador regresa a la televisión. «Siempre había fantaseado con la idea de pasearme por la Sevilla del siglo XVI. Yo tenía una idea vaga de cómo sería la ciudad en aquella época y al enfrentarnos al proceso de documentación me di cuenta de la cantidad de errores que tenía. La historia es mucho más rica de lo que parece. Todo llama la atención, desde los esclavos (un 15% de la población de Sevilla eran esclavos negros) hasta que los niños fuesen los que moviesen buena parte de la ciudad como obreros», dice.
«Frente al thriller político que hicimos en El hombre de las mil caras; esto es un thriller religioso; porque aquí la religión lo invade todo. Y es una serie muy contradictoria; la epidemia de peste eclosionó en Sevilla en primavera, cuando supuestamente comienza lo mejor; es como si detrás de lo hermoso hubiera agazapado un aguijón», reflexiona el guionista Rafael Cobos. «Sevilla era una ciudad santa y puta; había un barrio que era la mancebía; y que estaba mantenido por la Iglesia», explica. Una red de contradicciones que constituyen el telón de fondo de un relato que se extiende en seis capítulos de una hora de duración.
«La serie, de la que no podemos desvelar apenas nada más allá de que contiene muchos giros sorprendentes y perfectamente justificados, se cierra en el último capítulo; no quedan flecos abiertos; podría quedar aquí, podría no haber segunda temporada y no pasaría nada», asevera Rodríguez. «Hemos trabajado como si La Peste fuera una película larga, de 360 minutos», abrocha Cobos. Pero este es un producto televisivo y ambos saben que si el público responde, tendrán que volver a ella: «El contexto, la Edad Media en Sevilla, da para tanto que por supuesto podríamos alumbrar nuevas tramas y sería hasta posible sacar un spin-off de casi cada personaje», comentó el director.
A pesar de que por las necesidades históricas será una serie eminentemente masculina, hay un personaje femenino que tiene un gran peso, el de Teresa, encarnado por Patricia López Arnáiz; una mujer que hace frente a su sociedad. «Hemos tenido que retocar su papel porque cobraba demasiada fuerza y corríamos el riesgo de resultar inverosímiles; hay que tener en consideración que en aquella época una mujer siempre era propiedad de Dios, de su marido o de un chulo», dijo Rodríguez.
Mientras que esta semana concluían las tareas de modificación del Convento de la Concepción en Carmona, Paco León, protagonista de la serie, que encarna a Zúñiga, un personaje que define como «turbio, rico y con muchísimas caras», grababa una de las escenas del último episodio en la Hacienda Martín Navarro de Alcalá de Guadaíra, donde se sitúa una fábrica de añil, un tinte natural muy costoso que provenía de una planta de Iberoamérica. León, encasillado en el ámbito de la comedia, se enfrenta aquí a un papel completamente serio, lo que no deja de ser un riesgo que asume el equipo de producción. «Para mí este no es un proyecto más. Movistar está invirtiendo muchísimo dinero en esta superproducción; es una papeleta grande la que tenemos», comentó en un receso del rodaje.
La Edad Media, Sevilla, una epidemia, Paco León, un personaje femenino valiente... ¿de qué va todo esto? «Es un thriller de suspense que parte de la historia de Mateo, un proscrito de la Inquisición que por mandato de un amigo tiene que volver a la ciudad a sacar a un niño, pero antes de salir de ahí la Inquisición le hace preso y le encarga encontrar un asesino en serie», explica el director, Alberto Rodríguez, sin querer añadir una coma más, sin desvelar casi nada.
Mateo es un personaje que saca adelante el actor Pablo Molinero; quien compone su papel de la mano de Valerio, el actor Sergio Castellanos; una suerte de Sherlock y Watson en la Híspalis medieval. «La atmósfera es espectacular, Alberto [Rodríguez] nos enseñó el cuadro El triunfo de la muerte, de Pieter Brueghel el Viejo; y nos recomendó ver la película de terror La bruja, que retrata muy bien todo el ambiente de opresión religiosa. Nos dijo después; esto es lo que quiero lograr», explicaron los actores.
Mientras Castellanos y Molinero conversan con los periodistas, el equipo técnico (identificado con camisetas en las que se lee Personal en contacto con La Peste) prepara a toda la figuración para el rodaje de una escena en el exterior. Más de 200 profesionales, 100 actores y 2.000 figurantes participan en esta producción que tiene un presupuesto total de 10 millones de euros. «Va a ser algo nunca visto; un trabajo muy valiente para ser un encargo de una televisión; porque por su propia naturaleza La Peste contendrá escenas violentas y el contexto es de una gran truculencia», advierte Molinero.
Unas horas antes, en Carmona, el director de arte, Domínguez del Olmo, había detallado cómo nuestros antepasados nobles encerraban a sus esclavos en armarios a la hora de dormir. A estos mismos se les prohibía tener descendencia; de hacerlo, nada más nacer los bebés eran arrojados a los cerdos. La higiene tampoco estaba bien vista; lavarse las manos era entendido como un ritual musulmán; y el conocimiento estaba prohibido porque la Inquisición lo regía todo. Sucedió en Sevilla; y en ese brutal paisaje es donde transcurre lo nuevo de Alberto Rodríguez. Y este, nunca ha fallado el tiro.