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El colorido de la obra de Alfredo en el homenaje a García Márquez es más que llamativo. / El Correo
José Arcadio Buendía, Úrsula Iguarán, Remedios la Bella, Amaranta, Melquiades, Rebeca... Para los lectores de Cien años de soledad, la obra maestra de Gabriel García Márquez, son personajes familiares, tan reales como los que uno pueda cruzarse por la calle. Y Macondo, el territorio soñado por el Nobel colombiano, un paisaje que existe en algún lugar.
Bajo esa misma sugestión, el editor Pedro Tabernero y el dibujante Alfredo González han sumado fuerzas para inaugurar la serie Qué Dulce Brutalidad con un mini libro/catálogo dedicado a la exposición Homenaje a Gabriel García Márquez, que acogerá desde hoy la Cámara de Comercio de Sevilla y que recoge la enorme interpretación –y no solo por el tamaño de sus originales– que Alfredo hizo en su día de pasajes escogidos de la novela.
«Con el justo propósito de dar a conocer la extraordinaria obra de Alfredo, decidimos hacer una exposición de los cuadros y un catálogo de la misma, de pequeño formato», explica Tabernero. «Es un artista total con el que he realizado numerosos, y algunos casi imposibles, proyectos estando a la altura de los más extraños, con un talento y profesionalidad de gigante», agrega.
Cabe recordar que Alfredo González recibió el Premio Nacional de Ilustración 2017. Los motivos que el jurado dio por unanimidad para la concesión del premio son su dilatada trayectoria, que le ha llevado a trabajar en distintos puntos de España y del mundo, por su cultivo de distintos aspectos de la ilustración y por su magisterio e influencia en sucesivas generaciones.
El catálogo recoge textos del recientemente fallecido Julio Manuel de la Rosa, Jesús Ruiz y del propio Pedro Tabernero. La presentación de la exposición y su catálogo se realizarán hoy lunes, 19 de marzo, a las 19.00 horas en la Cámara de Comercio de Sevilla.
De Cien años de soledad, Julio Manuel de la Rosa afirma que «después de tres o cuatro días de lectura hipnótica, todavía fuera de la realidad real, recuerdo sin embargo que me dije: carezco de serenidad crítica para juzgar, y ni siquiera opinar sobre esta novela. Y es cierto. Desde aquel verano (de 1966 o 67) han transcurrido más de 50 años, durante los cuales habré publicado en revistas y periódicos como varios centenares de artículos, sin contar conferencias o presentaciones de libros. Nunca he tenido fuerza –ni lucidez– para hablar de García Márquez».
«Mientras tanto», concluía el escritor, «los lectores, de manera unánime, decían que se trataba de una gran novela, pero muy pocos explicaban los motivos; pocos por supuesto acertaron a razonar –incluso buena parte de la crítica– cómo García Márquez lograba levantar, escribir una gran novela sin caer en lo minoritario, en lo estrictamente hermético; una novela de altísimas cualidades literarias que casi todo el mundo puede leer y entender. Creo recordar que el atento Ricardo Gullón le hacía frente a esta consideración, recién publicada la novela de García Márquez».