La voz de Kátia Guerreiro (Vanderbijlpark, Sudáfrica, 1976) sugiere al teléfono una personalidad serena y lúcida. Médico de formación, desde que se reveló como extraordinaria cantante de fados no ha parado de cosechar éxitos, acreditados con galardones como el premio de Personalidad Femenina del año 2005 o el premio Mejor Intérprete de Fado de la Fundación Amália Rodrigues. Su discografía ya cuenta con ocho títulos, entre los que destacan Tudo ou Nada (2005), Os Fados do Fado (2009), Património (2012) o el más reciente Até Ao Fim (2014). Éste último lo presentará el martes 5 de diciembre en el teatro Lope de Vega de Sevilla, cerrando el Festival de Fado de la ciudad.
Sobre su vocación médica –es oftalmóloga– mezclada con su pasión por la música, afirma que «fue algo que no me esperaba. Me gustaba cantar pero intentaba hacer mi vida como médico, pero algunas personas importantes de la música me escucharon cantar en la Casa del Fado, les encantó mi voz y empezaron a invitarme a eventos privados, hasta que mi nombre empezó a sonar entre los fadistas. Por fin me invitaron a cantar en un homenaje a Amália Rodrigues, los críticos me acogieron de un modo impresionante, y ahí todo cambió. Lo curioso es que empecé como médico y fadista al mismo tiempo, pero de mis 18 años de carrera, solo he podido dejar la medicina hace cinco. En todo caso, estoy de acuerdo con eso de que lo que hago ayuda a curar algunas almas».
Para Guerreiro, una buena fadista debe «tener voz, eso es importante, claro, cantar bien. Pero lo más importante es que tenga una verdad dentro de lo que cante, y querer transmitirla. Eso a la gente le llega, el público es muy sensible a la verdad y a la sinceridad».
«Hay muchos hombres que cantan muy bien, pero Amália Rodrigues dejó una huella muy importante de feminidad», prosigue. «Desde entonces, en todo el mundo se piensa en el fado como un asunto de mujeres. No solo no hay machismo, sino que hay una feminidad siempre presente que hace salir las emociones más profundas. Cuando los hombres cantan, hacen salir su feminidad».
«El fado está viviendo ahora un periodo muy fértil, hay mucha gente que canta muy bien, músicos increíbles haciendo muchas cosas», afirma cuando se le pregunta qué necesita esta música para tener un alcance más universal, como, por ejemplo, el del flamenco. «Lo que esta música necesita es llegar a todos las salas, a todos los escenarios, para conectar con todos los públicos. Pero lo que no tiene que hacer es cambiar su esencia. En el fado no se pueden utilizar artificios, para que la gente lo escuche tiene que seguir siendo verdadero, ser fiel a su tradición sin dejar de ser contemporáneo, pero no más que eso», dice.
Ahora que vuelve a especularse sobre posibles alianzas entre España y Portugal, incluso retomando aquella vieja utopía ibérica que llega hasta Saramago. ¿Vería Katia Guerreiro con buenos ojos algún tipo de unión en este sentido? «Creo que una alianza podría ser interesante, aunque lo que siento, porque ante todo me siento portuguesa, es que me gustaría seguir siéndolo, y no porque tenga nada contra los españoles... Por supuesto, tendríamos que trabajar más cerca los unos de los otros, estamos los dos en un confín territorial de Europa y juntos seríamos más fuertes, claro que sí, en términos económicos, estratégicos...»
Cuando se le pregunta si el fado es de derechas, o de izquierdas, responde de un modo fulminante: «La belleza para mí está fuera de la política, no tiene ni izquierda ni derecha. Es del pueblo, punto. Como el arte, el fado lo que debe hacer es producir belleza para la gente. Soy una mujer del mundo y cuando me subo a un escenario no entiendo de esas distinciones», asevera.
Cuando Portugal estaba sumido en lo peor de la crisis, salía cada día en las noticias. Ahora casi no se oye hablar del país, ¿qué nos hemos perdido? ¿Ha salido del peligro? «Está mucho mejor», comenta la cantante. «Salimos del peligro todos los días, cada día hacemos un esfuerzo por escapar de la crisis. Tenemos mucho cuidado de no fabricar sueños muy altos, y tenemos mucha precaución sobre el futuro. Pero estamos muchísimo mejor en todo.
Finalmente, cuando se le inquiere sobre qué cantaba Guerreiro en los peores momentos de la crisis, y cómo podía el fado ayudar a los portugueses a superarla, dice: «El fado lo que ha hecho ha sido, como he dicho, producir belleza para poder seguir adelante con esperanza. Más que letras en concreto, lo que podemos transmitir es un mensaje para mantener la fuerza, la esperanza y la capacidad para hacer las cosas lo mejor posible. Todas las letras del fado son de amor, y el amor, ya sabemos, puede cambiar el mundo».