El flamenco añora a Morente, el último árabe del cante jondo

Sigue siendo discutido, porque los cantaores no son monedas de oro, que gustan a todos

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
08 dic 2017 / 08:53 h - Actualizado: 08 dic 2017 / 08:57 h.
"Flamenco","La Gazapera"
  • Enrique Morente, en el Festival Internacional del Cante de las Minas (Murcia), en 2010. / Efe
    Enrique Morente, en el Festival Internacional del Cante de las Minas (Murcia), en 2010. / Efe

En estas fechas, pero de hace siete años, Enrique Morente se encontraba ingresado en la Clínica de la Luz de Madrid, de la que ya no salió con vida. Llevaba tiempo con problemas en el esófago que él achacaba a su vieja y castigada hernia de hiato. Lo cierto es que se complicó la historia y que falleció el día 13 de diciembre de 2010.

El gran cantaor de Granada fue siempre discutido por críticos, aficionados y artistas, aunque tuvo también muchos partidarios. Pepe Marchena fue uno de ellos, de ahí que lo llevara en su compañía cuando era apenas un adolescente. Algo tuvo que ver en él cuando lo hizo cantar con maestros como Bernardo el de los Lobitos o él mismo. Seguramente lo mismo que vio Antonio Mairena, quien destacó su talento como cantaor cuando le preguntaron por él.

Tanto Marchena como Mairena fueron muy discutidos también en el principio de sus carreras, aunque creo que por distintas razones: Marchena, porque llegó rompiendo moldes; Mairena, porque no se ajustaba al patrón estético y musical de la época. Con el tiempo, los dos jugaron un papel importante en la historia del cante.

España se ha vuelto morentista, quién nos lo iba a decir. En los años setenta había algunos morentistas repartidos por todo el país, y eran de una fidelidad increíble. En Sevilla había algunos, pocos, que presumían de ello cuando de lo que había que presumir era de mairenista o caracolero, las dos tendencias de la época. Y estos pocos morentistas no tenían mucho poder, pero fueron haciendo una labor callada que con el paso de los años acabó dando sus frutos.

Desde la muerte del genio salen morentistas hasta de los trasteros más escondidos de la cantelogía patria y lo hacen sin complejos, declarándole su amor desde las redes sociales o apostando por jóvenes que siguen un poco su línea de cante, entre ellos sus propios hijos, Estrella, Soledad y Kiki Morente. Por cierto, un día le pregunté al maestro que si venía de una familia de flamencos y me dijo que sí, aunque con guasa, porque sabía que no era así. No creía mucho en eso de los genes. Y ya ven, sus tres hijos son artistas, unos más que otros.

Con el maestro Morente ha pasado lo que tenía que pasar, que al final se le ha hecho justicia y ocupa el lugar que le corresponde en la historia del cante flamenco. Es uno de los grandes nombres de la historia y eso ya no tiene marcha atrás. Sigue siendo discutido, porque los cantaores no son monedas de oro, que gustan a todos. También los hay que discuten la grandeza de Camarón, el otro gran genio de este tiempo.

A los siete años de su muerte, el mundo del flamenco en general echa de menos al último gran árabe del cante jondo. Lo de árabe es porque es lo que dijo él una vez de Pepe Marchena, que fue el último gran árabe del cante, y había mucho de Marchena en Morente. Nunca lo imitó, porque tenían voces distintas, pero tenía su sentido de la libertad y de la creatividad, además de su misma actitud valiente. Curiosamente, Enrique tardó en confesar que era marchenista, por miedo seguramente a ser encasillado o a reprimendas. Incluso llegó a hablar mal del llamado Maestro de Maestros. Hasta que se liberó de prejuicios y comenzó a destacar la importancia del genial marchenero.

El próximo miércoles se van a cumplir siete años de su muerte, de un artista nacido en diciembre también, el 25 de 1942. Parece que fue ayer cuando se fue, pero han pasado ya siete años.