‘El mar nos mira de lejos’, otra forma de asomarnos a la Doñana desconocida

El director sevillano Manuel Muñoz Rivas concursa en Sección Oficial con una cinta que sumerge al espectador en un lugar mítico y muy solitario

07 nov 2017 / 08:37 h - Actualizado: 07 nov 2017 / 08:37 h.
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  • El equipo de ‘El mar nos mira de lejos’, cinta andaluza que concursa en la Sección Oficial. / Manuel Gómez
    El equipo de ‘El mar nos mira de lejos’, cinta andaluza que concursa en la Sección Oficial. / Manuel Gómez

Seguramente sea El mar nos mira de lejos, del director sevillano Manuel Muñoz Rivas, una de las películas más inusuales de cuantas concursan esta vez en una Sección Oficial del Festival de Cine Europeo más domesticada que en años anteriores. A medio camino entre el documental y la ficción, la propuesta que centra estas líneas conecta la actual Doñana con Tartessos. «Me gustó la idea de una civilización perdida bajo las arenas del Parque Nacional, cómo aquel mundo podía irradiar al que hoy queda», comentó el realizador del filme.

Sobre el papel, la película no aspira a otra cosa que a mostrar los usos y costumbres de los últimos habitantes de Doñana. Por eso, necesariamente, estamos ante 90 minutos que destilan una paciente y profunda melancolía. «Es así porque el tiempo es su sustancia; la fugacidad de las cosas y la conciencia del paso del tiempo», dijo. Muñoz Rivas.

Tiempo también es el que ha sido preciso para alumbrar la cinta. Seis años de concepción y otros más desde que se gestó la idea. «No me interesaba hacer un documental clásico, lo histórico no me apetecía salvo como excusa sobre el paso del tiempo», comentó al respecto de las veladas referencias sobre las expediciones arqueológicas a Doñana de hace 100 años en busca de la perdida Tartessos. Tampoco es este un trabajo que se recree en el paisaje –más bien es una película llena de sombras y oscuridades– ni tampoco veremos en ella animales. «El valor biológico del Parque ya ha sido muy filmado, no era de mi interés». El objetivo de su cámara era seguir exclusivamente a los pocos hombres que hoy viven en el interior Doñana con usos y costumbres de épocas pasadas, como si fueran «guardianes de otra temporalidad». «Me interesaba la dimensión humana y la materialidad, la fisicidad del territorio», insistió.

Fotografiada y coguionizada por Mauro Herce, de quien ya vimos en el SEFF Dead Slow Ahead, El mar nos mira de lejos sigue el rastro de quienes tal vez puedan ser «los últimos habitantes de un medio tan inhóspito», luchando contra la invasión de las dunas, en una naturaleza salvaje azotada por el viento y el sol, empleándose en oficios como la recogida de la piña. No obstante, el realizador se permite al final de la película un guiño habitual del cine comercial, como es el dejar una puerta entreabierta, desde luego no en este caso a una segunda parte, que carecería de sentido, pero sí a la esperanza de una forma de vida en claras vías de extinción. De ahí que aludiera en la defensa del filme al personaje de la joven que al final de la película queda embarazada, como «una puerta al futuro».