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El mar que no merecemos nos hace tocar fondo

Crítica de cine de la película ‘Kursk’, dirigida por Thomas Vinterberg

08 dic 2018 / 11:37 h - Actualizado: 08 dic 2018 / 11:42 h.
"Cultura","Cine"
  • Un fotograma de la película ‘Kursk’.
    Un fotograma de la película ‘Kursk’.

Kursk ***

Bélgica, Luxemburgo 2018 117 min.

Dirección Thomas Vinterberg Intérpretes Matthias Schoenaerts, Léa Seydoux, Colin Firth, Max Von Sydow, Michale Nyqvist, Peter Simonischek, Martin Brambach, Guido de Craene. Drama.

En su obra Marinero en tierra, Rafael Alberti gritaba, El mar la mar. Si, un sitio para que mucha gente lo disfrute en verano, un lugar reservado para que gente intrépida juegue en sus territorios practicando deportes y para que otra mucha se gane la vida pescando, transportando suministros o defendiendo naciones. También sirve de sumidero en el que arrojamos toda nuestra suciedad y toda nuestra miseria. Es un espacio que nos provoca indiferencia y no nos importa esquilmarlo, exprimirlo, llenarlo de basura o convertirlo en cementerio.

Hace poco más de un año, el submarino argentino ARA San Juan desapareció en el Océano Atlántico a 500 km de la costa argentina con 44 tripulantes a bordo. La búsqueda emprendida por el gobierno duró sólo 15 días. Allí sigue.

El pasado primero de noviembre, se cumplieron 30 años desde que se encontró el cadáver del que se considera la primera persona migrante muerta en las costas españolas. En estas tres décadas, desde 1988 hasta 2018 más de 6700 personas perdieron la vida o desaparecieron bajo las aguas intentando cruzar el Estrecho de Gibraltar.

En el año 2000, mientras realizaba unas maniobras militares, en el submarino nuclear ruso Kursk y por falta de mantenimiento, se produjo una explosión que lo dañó hasta dejarlo varado en el fondo marino. Gran parte de la tripulación se refugió en la popa a la espera de que la nave fuera reflotada o su tripulación rescatada.

Thomas Vinterberg, el director de Celebración (1998), reconstruye esta historia basada en hechos reales y lo hace reflexionando sobre el drama humano que sufren los marinos y sus familias y a las que el sistema abandona y condena sin el más mínimo atisbo de pudor.

Una vez más, el ser humano se olvida de quién es y muestra su bestialidad ofendiendo y menospreciando, cuando no negando la vida como en estos casos, a sus semejantes. Ojalá que el líquido de las aguas marinas sirviese más como vínculo para salvar, unir y proteger, que no como ahora, para provocar daño, rechazo, odio e indiferencia.