«El político no sabe que la magia es el arte más importante que existe»

La celebración este fin de semana de la XXV Gala Mágica de Sevilla vuelve a traer a la actualidad al creador de un festival puntero que hoy languidece por falta de ayudas

11 ene 2018 / 18:08 h - Actualizado: 12 ene 2018 / 09:21 h.
"Cultura"
  • Mario el Mago, ayer, durante los preparativos del espectáculo en el Teatro Alameda de Sevilla. / Jesús Barrera
    Mario el Mago, ayer, durante los preparativos del espectáculo en el Teatro Alameda de Sevilla. / Jesús Barrera

Mario el Mago fundó en el año 89 la asociación hispalense del gremio, organizó el difunto Festival Internacional de Magia de Sevilla –hoy reconvertido– y continúa representando y defendiendo un género que llena los teatros, como sucederá de nuevo el próximo fin de semana: ya no queda papel en el Teatro Alameda para el espectáculo del sábado y la XXV Gala de la Magia, colofón de una semana dedicada a este arte. Pero él está lejos de sentirse contento.

—¿Son buenos tiempos para la magia en Sevilla?

—En Sevilla, no. Pero en el mundo, sí. En Sevilla tenemos muy poco apoyo, aunque se agoten las entradas. En el resto de España hay unas 130 ciudades con un festival de magia importante y el apoyo de sus ayuntamientos. A nosotros nos falta ese apoyo del Ayuntamiento, pero esperemos que nos lo dé, viendo esta afluencia masiva de público. Algún día.

—¿Qué pone el Ayuntamiento, aparte del Teatro Alameda?

—Nada. Para el Festival de Magia, nada. Para este evento, una pequeña subvención económica y ha sido el Teatro Alameda el que ha organizado la magia para colegios y tal.

—Y si la gente acaba con las entradas, ¿por qué no se hacen más espectáculos?

—Esa misma pregunta me la llevo haciendo yo desde hace siete años. Hace siete años nos retiraron el apoyo para el Festival Internacional de Magia que teníamos aquí en Sevilla en mayo. ¿Por qué, si este tipo de eventos funcionan tan bien y hay tan buen rollo con el público y este es tan fiel, no tenemos apoyos de espacios? Ya no digo económicos, sino de espacios para poder organizar esto. No lo entiendo.

—Si tan buenos resultados da... ¿para qué queréis las ayudas? ¿Por qué no lo emprendéis por vuestra cuenta?

—De hecho, hacemos muchas actividades por nuestra cuenta. Durante 25 años yo he tenido el Pub Magia y Música, que por circunstancias tuve que dejar: 25 años es una vida entera. Y las actividades las seguimos haciendo: las hemos hecho con Cajasol; el Ciclo de Magia –que ha funcionado muy bien en todos los espectáculos que hicimos el año pasado–; y siempre que hacemos algo normalmente llenamos, tiene muy buena acogida. Nos falta que nos concedan espacios, que nos den algún tipo de ayuda.

—¿Qué os dicen cuando las pedís?

—Desde el Ayuntamiento me han comunicado que no hay apoyos para este tipo de eventos. Tengo una cita pendiente con el delegado, Antonio Muñoz, que aún no hemos mantenido.

—¿Cuál es, entonces, el estado de salud actual de la magia en Sevilla?

—Bueno. Hay varias asociaciones en Sevilla. Dos de ellas fundé yo, que son las que más magos aglutinan, aproximadamente unos cien; tenemos una buena cantera, de aquí han salido premios nacionales, alguno que ha ido al mundial, gente con mucha calidad? La magia sevillana está muy alta. La magia sevillana se encuentra entre las tres mejores de España. Y si Sevilla es la tercera ciudad de España en magia, estamos entre las diez mejores del mundo, por no decir entre las cinco. El nivel de magia en España, sobre todo con cartas, es altísimo.

—¿Qué queréis del Ayuntamiento?

—Al Ayuntamiento le hemos pedido un espacio para fundar un Museo Mágico aquí en Sevilla, un sitio donde poder recuperar los conocimientos atesorados por los magos, en especial los antiguos, los de aquella primera asociación que se creó en los 50, se extinguió a principios de los sesenta y de la que nosotros hemos recogido el testigo. Y no tenemos tampoco una respuesta positiva. Y es una pena, porque ahora nos reunimos en los centros cívicos, antes era en mi pub, y a ese nivel estamos mal, estamos maltratados, estamos marginados. Son palabras duras. Y nos da pena, porque hay magos que tienen ochenta y tantos años, que tienen un legado mágico de material y de cosas, libros, que van a desaparecer y se va a perder todo, que no hay forma de conservarlo porque no hay gente que haya seguido sus pasos.

—La magia vuelve a estar de moda en la tele, y el nivel de espectacularidad crece cada día. ¿No os estresa esa tendencia?

—Los programas que hay en la tele normalmente son de muy poca calidad mágica, por no decir casi nula. No suelen ir magos de alto nivel a la tele. No es un medio tampoco muy adecuado para hacer magia.

Yo tengo mi sello. Cuento historias, hago magia con cartas, casualidades, coincidencias, y la gente aprueba ese tipo de shows cuando los hago. Cada mago tiene su sello. Es cierto que a lo mejor tú ves a uno que vuela y dices: ¡Joé!, yo quiero volar y más alto que él. O si él lo hace en un escenario a ti te gustaría hacerlo en el Parque de María Luisa. Todas esas cosas son cuestión de tiempo y se consiguen. El mago a veces usa tecnología muy avanzada. En los grandes shows americanos igual ves a una persona, la cortan por la mitad y los pies van por un lado y el cuerpo va por otro. Están utilizando tecnología. Para mí, eso no es la magia en sí. Yo soy partidario del arte de la magia como habilidad, soy de la vieja escuela en este aspecto. Y lo que ocurre es que ahora se usa mucha tecnología; igual utiliza un bolígrafo que tiene un altavoz o un micro puesto para escuchar lo que dicen en una mesa que está a 50 metros de allí, entonces sé lo que dicen, y entonces puedo decir lo que están ellos diciendo. Pero eso es tecnología. Lo importante en la magia es ver la habilidad, cosas que tú veas que están muy trabajadas y se ha conseguido una perfección y te parezca increíble aunque lo estés viendo con tus propios ojos y aun así no te enteres absolutamente de nada ni de dónde está el truco. La magia es un arte.

—¿Qué haría falta para montar de nuevo un Festival Internacional de Magia?

—Cuando hablaba por ejemplo con Lugo, que es una ciudad diez veces más chica que Sevilla, y le preguntaba: Bueno, y ¿qué presupuesto tenéis vosotros?, y me decían: Este año nos recortan 25.000 euros. Y yo decía: ¿Cómo? ¿Qué me estás diciendo? ¿Cuánto dinero os dan?, y decían: 75.000 euros. ¿Qué harías tú con 75.000 euros en un Festival de Sevilla?, y yo les decía: No lo haría, tío, me escaparía a Brasil. Ese dinero no lo he visto en la vida. Es alucinante. Y aun así traíamos a René Lavand, a Lennart Green, a Tamariz? y eso es posible gracias a un público que apoya la magia.

—¿Quién se cargó el festival?

—Je, je, je. Pues? La oposición. Los que estaban antes. Hace siete años dejaron de darnos subvenciones, en el mandato de Zoido. Bueno, el festival ha seguido funcionando, pero dejó de ser internacional como tal y hacemos uno nacional. Para ser internacional tienes que traer cinco figuras extranjeras y no las tenemos. Arriesgando mi dinero y el de la Asociación de Magos hemos conseguido llevar quince ediciones más del festival. Lo cierto es que crear un festival de magia no es caro, es muy barato, pero el problema son los espacios. De hecho, presento una oferta a los ayuntamientos para hacer un microfestival de magia por dos mil o tres mil euros si nos ceden los espacios. Y hemos hecho festivales con diez, quince actividades de magia y dos o tres de teatro por una cantidad ridícula. Se puede hacer, y se llena normalmente. Solo contando con el Lope de Vega para hacer un festival de magia ya lo tendríamos hecho, porque el público iría sabiendo que íbamos a llevar algo bueno. Hay espectáculos de magia de altísimo nivel artístico, pero la gente no lo sabe. El político no lo sabe. Y es una pena. Y ese es el caballo de batalla que tenemos. El político de hoy se cree que la magia es un divertimento y no sabe que existe el arte de la magia, que la magia es el arte más importante que existe, porque estamos desde antes que todos los demás. Antes de que las cuevas de Altamira fueran un arte pictórico, fueron un movimiento mágico.