Arte

El Pompidou se instala en Andalucía

La filial del gran centro de arte contemporáneo parisino abre sus puertas en Málaga

28 mar 2015 / 21:42 h - Actualizado: 29 mar 2015 / 16:32 h.
"Cultura","Arte","Artes plásticas"
  • El Pompidou de Málaga acoge obras de Picasso, Chagall, Kahlo y Kader Attia, cuya obra centra la imagen. / E. P.
    El Pompidou de Málaga acoge obras de Picasso, Chagall, Kahlo y Kader Attia, cuya obra centra la imagen. / E. P.
  • Francisco de la Torre, Fleur Pellerin, Mariano Rajoy y Alain Seban. / Efe
    Francisco de la Torre, Fleur Pellerin, Mariano Rajoy y Alain Seban. / Efe

Al igual que su hermano mayor parisino, el flamante Centro Pompidou de Málaga, inaugurado ayer al mediodía, nace con la firme vocación de convertirse en un espacio multidisciplinar y en un lugar vivo capaz de mostrar algo diferente cada día a través de una colección de más de 80 obras dispuestas en cinco áreas temáticas. Nadie mejor que Brigitte Leal, directora adjunta del Museo Nacional de Arte Moderno Georges Pompidou y comisaria de la exposición de Málaga, para desgranar en un recorrido las obras instaladas en el edificio del muelle 1 del puerto coronado por un cubo de cristal sobre el que ha actuado el artista conceptual francés Daniel Buren con la intervención Incubé (Incubado).

El primer espacio temático es el dedicado a la metamorfosis, en el que tiene protagonismo, con el cuadro El sombrero con flores, Pablo Picasso, «que nunca paró de buscar nuevas formas de representación», como resaltó ayer Leal, y que influiría en otros autores como Antonio Saura, presente con la obra Dora Maar 23.5.83.

A continuación, en la sala de autorretratos, el bielorruso Marc Chagall consigue reflejar en una misma obra su origen ruso, su paso por París y el exilio en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, todo ello «con colores vivos y brillantes en una etapa sombría de su vida», explica la comisaria.

Julio González se autorretrató poco antes de su muerte en 1942, Francis Bacon cuando su pareja había fallecido y Eduardo Arroyo plasmó con ironía en El caballero español a un bailaor vestido de mujer. Muchas de las miradas en esta sala se dirigirán con seguridad a El marco, de Frida Kahlo, que fue durante mucho tiempo la única obra de la pintora mexicana en un museo europeo, y que en este autorretrato «muestra las mutilaciones y el sufrimiento interno», apunta Leal.

El espacio El hombre sin rostro alude al periodo desde la Primera Guerra Mundial en el que se transformó la imagen humana, y recoge cómo De Chirico reflejó su nostalgia por lo antiguo perdido, Brancusi esculpió a una musa decapitada y Fautrier plasmó los horrores de la ocupación de Francia, mientras que Giacometti pintó a Caroline, a la que había conocido en un sórdido bar de Montparnasse.

Bajo el título El cuerpo político, una sala reconoce el trabajo de mujeres artistas que a veces utilizan la imagen de su propio cuerpo, como es el caso de la israelí Sigalit Landau, que se filmó a sí misma bailando desnuda con un hula-hop hecho con alambre de espino «que simboliza un país fronterizo y la historia desgarradora entre dos pueblos y recuerda a una corona de espinas».

La última área temática es El cuerpo en pedazos, en la que vuelve a estar Picasso, con Pareja, un cuadro postrero de 1971 en el que mantiene todo su erotismo y sensualidad; los cuerpos desmembrados y heridos de Tápies, o el surrealismo de Magritte en La violación y en Recuerdo de viaje. Buena parte de la atención la captará en esta sala la espectacular obra Fantasma, de Kader Attia, con 102 sobrecogedoras esculturas a tamaño natural moldeadas con papel de aluminio a partir del cuerpo de alumnas de Bellas Artes arrodilladas en posición de oración, orientadas en la misma dirección y dispuestas en el suelo en 17 filas de seis piezas cada una alineadas perfectamente.