El ‘post-rock’ abraza la electrónica

El ahora trío sevillano Blusa presenta esta noche en la sala X su nuevo trabajo, el enigmático ‘K’, en el que lleva su continua evolución hacia lo experimental

24 nov 2017 / 22:07 h - Actualizado: 24 nov 2017 / 22:07 h.
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  • Curro Molina (bajo y programaciones), Daniel Barja (guitarra) y Antonio Ortiz (batería y ‘sampler’) conforman Blusa en la actualidad. / El Correo
    Curro Molina (bajo y programaciones), Daniel Barja (guitarra) y Antonio Ortiz (batería y ‘sampler’) conforman Blusa en la actualidad. / El Correo

La sala X (calle José Díaz, 7) y quienes acudan a ella esta noche serán testigos de la enésima transformación –¿o es simple evolución?– de una de esas bandas sevillanas nacidas en los albores de este siglo y que permanece aún en activo pese a su actividad guadianesca y a sus constantes cambios de formación. Hablamos de Blusa, el ahora trío integrado por Daniel Barja (guitarra), Curro Molina (bajo y programaciones) y Antonio Ortiz (batería y sampler), que presenta su nuevo trabajo, titulado K a secas.

Blusa nació de las cenizas de Painful, recordado grupo de indie-pop de finales de los noventa, y debutó en 2000 con el elepé Annual for boys 1954, publicado por el sello Indoor de Paco Cruces. Por aquel tiempo era un quinteto con Javi Barja (voz y sintetizadores) y Jorge Marmesat (guitarra) más los actuales Daniel Barja y Antonio Ortiz y con Carmelo González al bajo. «El concepto musical que desarrollamos en esa época era una especie de indie-rock muy influenciado por grupos americanos tipo Sonic Youth, Pavement y Polvo», rememoran. Este estreno tuvo una notable repercusión en los medios y la banda fue finalista del concurso Villa de Bilbao y participó en los conciertos de Radio3, pero la desaparición del sello de Paco Trilita les llevó a un cierto ostracismo, hasta el punto de que grabaron un par de epés –uno sin título en 2002 e Hijos de puta, gritó (2004)– autoeditados y apenas se supo de ellos en años.

La banda, radicada en Villanueva del Río y Minas, sufrió las primeras bajas cuando algunos componentes se mudaron a la capital. Se fue primero Javi Barja y Blusa mutó a cuarteto instrumental: «En vez de buscar un nuevo vocalista, decidimos cambiar el concepto», explican. Ya entonces les había seducido e influido el refulgente post-rock, y por esos derroteros se movieron en sucesivos trabajos, que no obstante tardaron en llegar.

Por fin en 2011 reaparecieron con el epé Rotary, en el que ya coqueteaban con la electrónica aunque «de una forma algo más sutil», y tres años después llegaría el que se puede considerar segundo trabajo largo del combo, ¡Toca breakbeat, perro! (Salvaje), más acústico y esta vez sin programaciones.

Tras perder al segundo guitarrista el año pasado y quedar ya como trío, Blusa se puso manos a la obra y por fin el pasado mes de septiembre vio la luz un nuevo disco, el citado K (Nooirax), donde el post-rock y la psicodelia de antaño abrazan sin ambages la electrónica. Ellos cuentan los motivos de este giro más o menos brusco en su estilo: «Al llegar al formato trío, creímos que nos ayudaría volver a apoyarnos en este elemento, y al tener sólo la guitarra de Dani, ha tomado una importancia mucho mayor la electrónica. A la hora de componer también ha sido clave esta preponderancia, ya que en bastantes cortes del disco hemos compuesto usándola como base», razonan antes de agregar: «De todas formas, no sentimos esta brusquedad al haber sido algo que ha venido de una forma gradual y para nosotros sí existe una continuidad creativa y estilística entre nuestras diferentes publicaciones. Aunque puede ser que desde fuera sí se aprecie así».

ESPIRALES SONORAS ENTRE ATMÓSFERAS DENSAS

El tercer disco largo de Blusa juega al enigma. No sólo por el título general o los de las pistas –una suerte de código numérico con almohadillas en vez los convencionales–; también, por una propuesta musical plagada de espirales sonoras que suben y bajan sobre atmósferas densas, pasando de la electrónica tipo Stereolab al rock más progresivo o al minimalismo con naturalidad asombrosa. Un álbum en suma que requiere una mente abierta para su disfrute y que desafía al oyente por su abstracción, que unida a la ausencia de voz invita a una interpretación única e intransferible.

EL ENCANTO DE LO SECRETO

El porqué del título del álbum forma parte de cierta estrategia de secretismo por parte del grupo: «Nos gusta mantener el origen de los títulos en secreto. También es verdad que si lo explicásemos perdería algo el encanto, como en los trucos de magia», justifican. Más explícitos son al argumentar por qué han dejado al productor de moda (Raúl Pérez), que grabó el disco anterior en La Mina: «La electrónica ha sido determinante en la decisión de cómo grabar y producir. Teníamos muchísimas capas de electrónica cuya producción en estudio hubiese sido muy complicada. Ha sido un trabajo de artesanía que nos ha llevado gran cantidad de horas y queríamos tranquilidad y autonomía para llevarlo a cabo. Así que la opción que tomamos fue la de grabar los instrumentos con Domingo Díaz en su estudio (335) y llevárnoslo a casa para situar todo tal como queríamos. Además de conseguir un muy buen sonido de los elementos acústicos, Domingo nos ayudó también dándonos muchos valiosos consejos sobre la producción, ya que no teníamos demasiada experiencia. También le encargamos la masterización última, con la que estamos bastante contentos», resumen Blusa.

RODEADOS DE GENTE AFÍN

En el nuevo disco intervienen dos sellos: el madrileño Nooirax y el malagueño Itaca. «Una vez tuvimos el máster de la grabación contactamos con algunos sellos y agencias que trabajan con grupos afines a nuestro estilo, y la verdad que tuvimos muy buen feedback y aceptación por parte de ellos. Nooirax funciona un poco más como sello, nos han ayudado en la fabricación, promoción y distribución; e Itaca es más como un colectivo de bandas con las que compartimos propuestas y eventos interesantes», explican antes de añadir: «Para este disco hemos intentado rodearnos de gente a la que realmente le gusta lo que hacemos, que hablan nuestro lenguaje, y con la que es más fácil trabajar dentro de un circuito tan underground».

Gente a la que le gusta lo que crea Blusa es –se supone– la que acudirá esta noche a la sala X, donde «podrán ver K tocado de arriba a abajo de una forma puede que más cruda e intensa que lo que puede escucharse en el disco, pero además reinterpretamos algo del disco anterior, esta vez en formato electrónico, y también un nuevo tema recién compuesto y que queríamos enseñar. Por otro lado, llevamos proyecciones que nos ayudan visualmente en nuestra intención de llevar al público a un viaje mental a nuestro extraño universo», recalcan. Muchos alicientes, pues.

Tras actuar en Sevilla, el trío tiene una agenda aún abierta: «Tenemos que ajustar varias fechas que nos llevarían entre otras ciudades a Madrid y Barcelona a principios del año que viene. Lo más próximo y ya cerrado es la cita en la sala Supersonic en Cádiz, el día 8 de diciembre junto a Audiolepsia y Santavalle». Y avanzan que esta vez no desaparecerán durante tanto tiempo: «Aun con estas salidas, seguiremos componiendo en el local con vistas a ampliar el repertorio o incluso un futuro nuevo disco».

A Blusa les acompañarán esta noche Kindata, proyecto que nace del encuentro fortuito de Berni Ruiz (cantante de Hi Corea!) y Tero Heikkinen, AKA Future Ark.

El concierto empieza a partir de las 22.00 horas. Entradas a 7 euros en ultimaentrada y a 10 euros en taquilla.