El pueblo contra Satanás

Katherine Howe, descendiente de las brujas de Salem, publica los interrogatorios del famoso juicio y señala que el fenómeno es «más aterrador» de lo que parece

06 sep 2016 / 19:17 h - Actualizado: 06 sep 2016 / 21:57 h.
"Libros"
  • Las representaciones de brujas suelen retratar a mujeres marginadas.
    Las representaciones de brujas suelen retratar a mujeres marginadas.
  • Los vuelos en escoba son un clásico del imaginario popular.
    Los vuelos en escoba son un clásico del imaginario popular.
  • Francisco de Goya fue uno de los muchos artistas que encontraron inspiración para sus obras en el fenómeno de la brujería, como en este cuadro, titulado ‘El gran cabrón’.
    Francisco de Goya fue uno de los muchos artistas que encontraron inspiración para sus obras en el fenómeno de la brujería, como en este cuadro, titulado ‘El gran cabrón’.
  • Grabado relativo a los juicios celebrados en Salem en 1691.
    Grabado relativo a los juicios celebrados en Salem en 1691.
  • Entre la liturgia de las brujas estaba la celebración de aquelarres.
    Entre la liturgia de las brujas estaba la celebración de aquelarres.

Señor Hathorne: ¿Por qué dijiste que si eras bruja no tendrías perdón?

Martha Cory: Porque soy una mujer.

Estas palabras fueron las últimas del interrogatorio celebrado en el pueblo de Salem el 21 de marzo de 1691, dentro del más popular de todos los casos de juicio por prácticas diabólicas, que se saldó con diecinueve ahorcamientos y que centra El libro de las brujas (editorial Alba), de Katherine Howe, profesora de la Universidad de Cornell y descendiente de Elizabeth Howe, Elizabeth Proctor y Deliverance Dane, tres de las acusadas en aquel proceso. Howe ha dejado a un lado la novela, su género predilecto, para investigar los casos de brujería en Inglaterra y las colonias norteamericanas entre 1582 y 1813. Más que el relato de los mismos, lo que hace este libro es poner por delante las actas de esos procesos, o lo que es igual, «retirar las sucesivas capas de mito popular y de historiografía académica y acercarse a las fuentes primarias con una mirada nueva». Y lo que ha encontrado en esta investigación le ha resultado mucho «más aterrador e inquietante» que meras historias de viejas montadas en escobas.

«La bruja aparece en primer lugar, en la Biblia, como lo Otro, lo que se sustrae a la doctrina», dice la autora. «La brujería no es tanto un conjunto de prácticas definidas como una representación del antagonismo, del empeño de frustrar las intenciones de la maquinaría del poder, tanto si este reside en la Iglesia como en el rey o en el grupo cultural dominante», explica. Las brujas «subvierten la autoridad eclesiástica perturbando los ritos cristianos y minan la jerarquía de clases reivindicando para sí un poder inmerecido».

Desde este punto de vista, la caza de brujas no sería sino un capítulo más de la persecución de lo diferente, de lo que puede suponer, a ojos vista del poder establecido, una amenaza. «Las brujas eran los chivos expiatorios, en sentido literal y figurado, de las comunidades fronterizas en un periodo de notables presiones económicas, políticas y religiosas», precisa Katherine Howe. «La figura de la bruja, la idea de la bruja, y la necesidad de sacarla de su escondite y exponerla a la luz pública, actuó como elemento de cohesión de estas comunidades frágiles y sometidas a un flujo continuo de llegada y salida de personas que vivían en territorios inseguros y gozaban de derechos inciertos. La bruja –siempre la encarnación del antagonismo– desempeñó un papel esencial en la formación de lo que con el tiempo se convertiría en un país unido. Esta es una de las razones por las que tanto las brujas como los sucesos de Salem perviven aún hoy en el discurso político y la cultura popular. Necesitamos a las brujas para saber quiénes no somos y empezar a imaginar quiénes somos».

Cuestiones sociales de primera magnitud (religiosas, de género, de clase, de igualdad...) se entrecruzan y convergen en el fenómeno de la brujería, señala la descendiente de aquellas convictas de Salem. No es de extrañar que la representación clásica de la bruja sea una mujer mayor, solitaria, andrajosa e impía. Por eso, lo ocurrido en esa localidad costera del Atlántico americano, «lejos de ser un caso aberrante, era la expresión más honda, y quizá la más definitoria, del pensamiento religioso, cultural y jurídico de América del Norte».

Lo acontecido en Salem a finales del siglo XVII ha querido tener diferentes explicaciones: el contacto con los indios, supuestas prácticas demoníacas, efectos psicotrópicos del consumo de pan de centeno mohoso y, por supuesto, el propio diablo y la superstición. A día de hoy, la verdad sigue sin respuesta, y no es posible determinar qué hizo que en una devota localidad americana de Nueva Inglaterra, casi una veintena de hombres y mujeres fuesen ejecutados por el estado. «En cierto modo, lo ocurrido en Salem obedece a todas estas causas (o, mejor dicho, a todas menos el pan mohoso)», comenta Howe. «La crisis de las brujas de Salem responde a un conjunto de fenómenos interrelacionados a lo largo de un continuo histórico, con un pasado y, esto es igual de importante, también un futuro. Lejos de tratarse de una aberrante expresión de los temores y las actitudes ante la brujería en las colonias de América del Norte, debe verse por el contrario como la expresión última de todo esto. Y aquí reside el aspecto más inquietante de estos sucesos: si Salem no es una aberración, entonces no es posible relegar tranquilamente al pasado lo que allí ocurrió», afirma. «Esta inseguridad, este recordatorio persistente del trato inhumano que sufrió una pequeña comunidad por parte del sabio gobierno en el que la gente deposita su confianza continúa acechándonos como una amenaza de lo que podría sucedernos en cualquier momento».

Al final, y como se apuntaba antes, con estos fenómenos sucede como con tantos otros de diferente naturaleza a lo largo de la historia: que acaban siendo una herramienta de las clases altas para afianzar, a través del miedo y de la maquinaria de la justicia, su poder y sus normas religiosas y sociales. He ahí una posible verdad. A saber si hay otras. «La brujería nos sigue fascinando, tal como demuestra la fama de las brujas en la ficción, el turismo, las creencias religiosas populares y los textos históricos», reflexiona Katherine Howe en su singular ensayo. «Buena parte de lo que creemos saber de la brujería tiene en realidad su cuna en la cultura popular. Cuando hablamos de brujas, pensamos en el estereotipo de mujer difundido por Halloween, con un capirote, una escoba y un gato, combinado con la magia doméstica de la protagonista de la serie Embrujada, a quien bastaba con mover la nariz para preparar un asado. Pero las brujas reales de la Inglaterra de la Edad Moderna y sus colonias de América del Norte no son personajes de dibujos animados que cacarean como gallinas y llevan capirote. La realidad de la brujería en América del Norte es mucho más fascinante y también más aterradora».

EN EL CINE

‘La semilla del diablo’. Román Polanski labró en 1968 este auténtico clásico del género de terror que muestra los aspectos más perturbadores del culto al diablo según la creencia popular, actualizados al siglo XX y contextualizados en un ambiente urbano.

‘Maléfica’. La filosofía que encierra esta película protagonizada por Angelina Jolie y Elle Fanning en 2014 coincide en cierto modo (muy poetizado) con los postulados de Howe: el antagonismo del poder, el rechazo y el miedo a lo diferente, la representación de una realidad distinta y amenazadora para el régimen, la conversión de lo puro en malvado por la ambición de un príncipe...

‘Sleepy Hollow’. Aparte de muy entretenida y con una estética de primera para envolver con ella las vicisitudes del pobre Ichabod Crane, esta película de Tim Burton (1999) protagonizada por Johnny Depp y Christina Ricci alude de pasada a otro factor mencionado por Howe en su libro: la acusación de brujería como excusa para crímenes de género, como el que recuerda el protagonista de su infancia. Una historia ambientada precisamente en la Norteamérica colonial y en sus pequeñas y cerradas sociedades.

‘La bruja novata’. La brujería dulcificada: un clásico infantil que en Disney alcanzó su máxima cota con esta película de Robert Stevenson protagonizada en 1971 por Angela Landsbury. Y tan dulcificada: la brujería acaba poniéndose al servicio del poder... aunque sea para echar a los nazis de Inglaterra.

‘El proyecto de la bruja de Blair’. Si se trata de debatir sobre el miedo, este filme experimental de 1999 (desvirtuado por posteriores imitaciones) hará comprender muy bien en qué consiste esta noción y su importancia en la persecución de las brujas.

EN LOS LIBROS

Las brujas. El siempre sorprendente Roald Dahl cuenta a los niños la historia de una misteriosa sociedad inglesa de brujas en la que lo verdaderamente inquietante es que son mujeres normales y corrientes, nada sorprendentes. No deja de ser curioso que un elemento tan desestabilizador y antagónico de lo establecido como la brujería sea un motivo recurrente de la literatura infantil... generalmente, con ánimo preventivo y disuasorio.

Malleus maleficarum. El martillo de las brujas, un texto de 1487 que instigó, explicó, instruyó y categorizó la persecución oficial de la brujería. Un tratado de Jacob Sprenger y Heinrich Kramer que facilitó enormemente el trabajo de los inquisidores y allanó el camino para las grandes operaciones de caza.

Cómo se fabrica una bruja. En los años setenta fue todo un best-seller este libro del doctor J.J. López Ibor, sobre el aspecto psiquiátrico de la brujería y su relación con determinadas patologías.