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‘El rey león’: si no se discute y desbroza, mejor dejarla fuera del alcance de niños y niñas

Esta nueva versión, dirigida por Jon Favreau, no aporta nada nuevo, es prácticamente una copia de la anterior

19 jul 2019 / 16:19 h - Actualizado: 19 jul 2019 / 16:34 h.
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  • ‘El rey león’: si no se discute y desbroza, mejor dejarla fuera del alcance de niños y niñas
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El rey león *

Estados Unidos 2019 119 min.

Dirección Jon Favreau

Animación

Han pasado 25 años desde el estreno de El rey león (1994) y según Disney, son los suficientes para contar la misma historia a las nuevas generaciones. Esta versión se suma a la moda de adaptar sus antiguas éxitos utilizando personajes reales. Nos llega tras los buenos rendimientos en taquilla de El libro de la selva (2016), La bella y la bestia (2017), Dumbo (2019) o la todavía en cartel, Aladdin (2019). Según la compañía, la maquinaria no se detiene y tras esta ya se anuncia el estreno de Mulán.

La historia de El rey león de 1994 se podía entender como una pequeña historia protagonizada por unos entrañables animales en la que se visualiza una metáfora sobre el poder, la gestión de la perdida y la redención dentro de un grupo. Podría ser así y así fuera así estaría muy bien. Pero ocurre que además de hablar sobre eso, en la película, con la excusa de dar a conocer el ciclo de la vida, se legitima y se ensalza una forma de sociedad tradicional y arcaica más propia de la época medieval que del siglo XXI.

En ella, se representa los estamentos propios del citado régimen. El poder en manos de una persona, el gobierno otorgado por el don divino. Un rey, el león Mufasa hereda por tradición y ejerce la autoridad sobre todos los animales. Es la manera de legalizar la monarquía, una institución, caduca, desfasada y profundamente conservadora. Lo religioso o trascendental lo encarna el mono Rafiki cuando ejerce de brujo o sacerdote al servirse de amuletos o de imágenes. El resto de animales son el pueblo llano, la masa que se muestra obediente a la llamada de Mufasa cuando este se dispone a presentar a su heredero, el cachorro Simba.

También es una película tremendamente clasista y machista. Mufasa es fuerte y atlético, comprensivo y siempre está representado por la luz, por la búsqueda de la armonía y el equilibrio. Su hermano Scar es todo lo contrario, envidioso, está seco y demacrado, vive en la oscuridad y es amigo de las alimañas; su ideario va a ser promover el mal, la destrucción y el caos. El papel de los personajes femeninos no puede ser más desafortunado, ellas, las leonas son sumisas, conformistas y abnegadas madres, las hienas arpías, y la joven manipuladora; que Simba cambie el paraíso donde vivía con sus amigos Timón y Pumba tras su encuentro con Nala refuerza esta idea.

Esta El rey león dirigida por Jon Favreau, no aporta nada nuevo, es prácticamente una copia de la anterior. Mismo esquema, mismo planteamiento, mismos mensajes. Eso sí, ha sabido aprovechar el avance de los efectos visuales para modernizar la forma evitando cuestionar y mejorar el continente. Buena sería si se desbrozara en familia y se debatiera sobre los principios ideológicos que defiende. Si no es así, mejor dejarla fuera del alcance de niños y niñas.