«En mi próxima novela, la Sevilla de Queipo»

Arturo Pérez-Reverte regresa con ‘Falcó’, la historia de un agente secreto en la convulsa España de la guerra civil

14 nov 2016 / 21:34 h - Actualizado: 15 nov 2016 / 08:00 h.
"Libros"
  • El escritor Arturo Pérez-Reverte, en una imagen de archivo. / Efe
    El escritor Arturo Pérez-Reverte, en una imagen de archivo. / Efe

A la hora de abordar su última novela, Falcó (Alfaguara), Arturo Pérez-Reverte lo tenía claro: «El desafío era, en una España tan necesitada de etiquetas, donde todo se etiqueta con los 140 caracteres de Twitter y la distinción entre buenos y malos, dar vida a un personaje transversal».

Ese personaje es Lorenzo Falcó, definido por el autor como «un oportunista, un jeta, un golfo, un mujeriego, alguien amoral, y a la vez alguien elegante, guapo, inteligente. Un personaje lleno de luces y sombras, al que quise mover por un mundo ideologizado al máximo», apunta. Sin embargo, quiso evitar «debatir o explicar la Guerra Civil, y desde luego etiquetar. A menos cultura o conocimiento, más etiquetas. Es un síntoma grave de nuestros tiempos, especialmente de quien no tiene capacidad para hacer un análisis crítico».

«Yo tengo una biografía larga ya, he leído, he visto cosas», prosigue. «Cuando ves la realidad desde lejos, a Trump por ejemplo, ves a un animal, claro, eso nadie lo discute. Y en la Guerra Civil vemos a Franco como el lado negativo, y la República en el lado bueno. Pero cuando tocas a la gente de verdad, y hablas con ella, solo ves seres humanos, con sus grandezas y sus miserias. Y aprendes que uno puede ser un hijo de puta de izquierdas y de derechas. Es algo que no me han contado, es empírico, nada de teoría de tuits, llevo veinte guerras, siete de ellas civiles, y todo es más confuso y más ambiguo de lo que parece».

Para apoyar su idea afirma que en la Guerra Civil española «hubo 200.000 muertos en el campo de batalla y 200.000 en la retaguardia, en ambos bandos, tanto con la camisa azul como con el mono de miliciano. Alguien tuvo que hacerlo. Cuando la gente habla de que su abuelo estuvo en la guerra, no sabe si a lo mejor estuvo torturando a alguien, en una checa o si mató a García Lorca. Cuidado con los abuelos».

Durante el proceso de escritura de esta novela, Artura Pérez-Reverte asegura haber sentido «un goce personal inmenso. Escribo de lo que me interesa, leo, estudio, juego como cuando era pequeño. Con Falcó soy un escritor feliz, y el lector se da cuenta de ello», agrega.

«Ahora, aquí mismo, puedo imaginarme a Falcó caminando, a la mujer envuelta en el abrigo de visón, al falangista cruzando por allí... Gracias a la literatura podemos proyectar nuestro mundo interior sobre la realidad. Por eso me parece triste la pobre gente que no lee. Pueden ir a una ciudad como Roma, o como París, y no ver más que lo que hay. Se pierde la posibilidad de reamueblar el mundo», agrega.

De este modo, el autor de la saga Alatriste y de éxitos como El maestro de esgrima, La tabla de Flandes o La piel del tambor anuncia que Falcó «dará al menos para tres novelas, y ya he empezado la segunda, que transcurre en la Sevilla del 37, la de Queipo y demás». Eso le está permitiendo recorrer con mirada retrospectiva, «el centro de la ciudad, el hotel Andalucía Palace, que hoy es el Alfonso XIII, el Cristina que estaba junto a la Torre del Oro, el aeropuerto de Tablada... Y si se me antoja, meto Las Teresas, aunque no existía entonces, y no pasa nada».

Por otro lado, el autor asegura que prefiere los espías de antaño a los de las películas actuales, como la última de Tom Cruise. «Un espía tiene que ser alguien que busca un teléfono para transmitir. Antes al menos eran así, ahora son funcionarios delante de un ordenador», lamenta.

Tal vez por eso ha eludido recurrir a las novelas de John Le Carré, Frederic Forsyth o Ian Flemming como modelo, y se haya decantado más por las de Somerset Maugham, Eric Ambler «o las primeras películas de Alfred Hitchcock», apunta.

Confiado en que su público le sigue siendo fiel, Pérez-Reverte se alegra de que gracias a las redes «hay un criterio independiente, y los escritores ya no dependemos de las críticas de los periódicos». También celebra la respuesta de su libro sobre la Guerra Civil explicada a los jóvenes, «que ha vendido 80.000 ejemplares. Ahí quise brindar una introducción a los chavales, un puente para que pregunten. Pero esto de ahora es muy distinto, es una novela. No explica, no debate, es una aventura en la que habla mi personaje, no yo. A veces, en las novelas, el lector busca la voz del autor. Pero una novela es un artefacto narrativo. El lector tiene que ver en ella una historia, y punto», apostilla.