Tan abrumadora, trepidante y desbordante de calidad resultaba la programación de Monkey Week SON Estrella Galicia que no quedaba otra que sacar el machete y cribar sin cortapisas. Cual programa de mano cofrade, aquí atinadamente denominado Manual de supervivencia, el libreto resulta capital compañero de travesía para no perderse mucho –pretender ver a todos los grupos es utópico–: aquí las estaciones de penitencia son inabarcables y duran apenas tres cuartos de hora cada una, con lo que hay que hacer malabarismos y fijar prioridades de toda índole: estilísticas –si esto va a ser un acto de masoquismo, al menos que duela–, geográficas –bandas locales fueron sacrificadas por aquello de que ya habrá ocasión...– e incluso de dimensión –en este caso, la apuesta fue echar cuenta al leit motiv del festival y descubrir hoy las bandas del mañana... aun a riesgo de perderse las de hoy–.
Al firmante 28 horas engorilado –repartidas en tres tardes-noches-madrugadas– le dieron para ver otros tantos artistas, que fueron 33 sesiones dado que hubo cinco dobletes. El relato cronológico de este deambular por la Alameda y aledaños es este:
JUEVES 12
Llegada a Santa Clara a las 18.00 horas. Tras recoger la acreditación y con la única e ineludible consigna de no perderse a Swans, la tarde se presenta tranquila, pues aún sólo funcionan los dos escenarios de Santa Clara (Mangaroca y Arnette) y, en la Alameda, The Happy Place X. Enseguida comprende uno la fascinación del lugar: buen sonido y atractivo atrezo le confieren a esta pista de coches de choque la cualidad del imán que atrae a público incluso fuera del recinto. Los mallorquines Zulu Zulu atrapan con su atuendo y su propuesta salvaje y selvática. De vuelta a la calle Becas, el pop espacial de los gaditanos The Magic Mor no termina de enganchar y se impone regresar a la Alameda, donde otros baleares, Escorpio, convencen con su after-punk ochentero. Otra vez en Santa Clara y aún con un calor sofocante a las nueve de la noche, grata sorpresa: los gaditanos Smokers Die Young despliegan un tremendo arsenal con reminiscencias a Seattle y metaleras impropio de su insultante juventud. Como la de los sevillanos Vera Fauna, de nuevo en The Happy Place X, donde facturan su seductor pop psicodélico, aunque toca llenar el estómago. Y llena el estómago y el alma el dúo vasco Niña Coyote eta Chico Tornado con su hard-rock potente y lacerante que sacude el sistema nervioso, lo mejor de la jornada... tanto que apuramos y llegamos por los pelos al Central.
Swans aturdió con un ‘show’ exquisito y excesivo
Ni tocaron los 150 minutos que anunciaban –visto lo visto, casi mejor así– ni los niveles de sonido eran tan trepanadores como para justificar los tapones que aconsejaba y brindaba la organización. Lo cual no quiere decir que el concierto de Swans defraudara, para nada. El reclamo de los neoyorquinos atestó de inicio el Teatro Central y quienes resistimos hasta el ocaso, cuando la sala tenía ya notorias calvas, vivimos en efecto la experiencia brutal, exquisita y desarmante que se preveía. Sólo que el desafío para los sentidos que propuso Michael Gira –cabe pensar que es el máximo, por no decir único, responsable de este acto de terrorismo minimalista; bastaba ver cómo ejercía de maestro de ceremonias, corrigiendo incluso a sus secuaces– resultó por momentos excesivo rayando lo tedioso. Sólo cuando aparecía el gruñido de antaño y la sección rítmica se abandonaba desbocada a la rabia y el caos, la fruición era plena y la excitación palpable. Serán cosas de la edad.
VIERNES 13
Las cuatro de la tarde no es la hora ideal para un concierto, pero hay que aprovechar que el menú es goloso. El post-rock de los cordobeses Bear, The Storyteller cumple su rol de entrante: su propuesta sí encaja bajo Don Fadrique. En la Alameda, otros de Palma, Go Cactus, encandilan con su adictivo garage-surf. Vamos a Ítaca a ver a rAMOS Dual pero no están: han cancelado y su sitio lo ocupan Smokers... casi mejor, tras el regusto dulce del día anterior. El dúo de Córdoba tampoco estará en el escenario principal y de su paso por Monkey Week me dejan ¡un profiláctico! En Santa Clara, el combo vasco-francés –de Bayona– Willis Drummond ejecuta un set entre el punk americano y el rock australiano que gusta sin entusiasmar; y otros vascos, Tooth, descargan su post-hardcore agresivo en el escenario Arnette, donde no se cansan de reclamar el aliento del público, demasiado lejos. Nos quedamos allí para repetir con Niña Coyote... y de camino degustar las exquisiteces culinarias que brinda Basque Music; entre medias, otro vistazo a Zulu Zulu, que tocan en el claustro, con muy buena acogida por parte de los presentes.
Otra vez en The Happy Place X, Los Ataúdes amagan pero no golpean, pese a las buenas maneras de Carlos Jimena (Guadalupe Plata) en la batería. Nos trasladamos a Ítaca y allí nos aguarda otro subidón: los belgas The Guru Guru excitan con su noise-rock versátil, un cantante con cara de loco y un guitarrista que no se cansa de repetir que están encantados en esta «House of Love» –¿será consciente de sus palabras?–. Los granadinos Perro Mojado descargan en la Alameda su rock oscuro y brioso que engancha lo justo para hacernos llegar tarde, sólo al colofón, de unos All La Glory que se gustan en el escenario Ron Contrabando, con muchísimo y muy entregado público al power pop de los sevillanos, en su salsa.
El fiasco absoluto lo protagoniza Princess Nokia, que detuvo su show hasta cinco veces en diez minutos: que si el volumen, que si me tocan los pies... Para mirárselo. Tras perder el tiempo en el Teatro Alameda, nos mudamos a José Díaz a cerrar la maratoniana jornada. El rock psicodélico de The Zephyr Bones en la sala La Calle bien vale para calentar motores. Y es que en la X actúan los asturianos Balcanes, un alud de noise y art-punk bronco y pasado de vueltas como su cantante que deja exhausto al más pintado. El notable rock instrumental de Syberia, en la sala Even, aplaca los ánimos y, aunque volvemos a la X, el cansancio pesa más que la atracción del synth-pop de Fasenuova. A casa, que son casi las cuatro.
SÁBADO 14
La jornada arranca a prisa y corriendo, casi a las siete, la hora justa para asistir en Ítaca al show impecable, implacable, de los franceses Pamplemousse, entre el hardcore DC –parecido razonable del vocalista con Ian MacKaye– y el emocore más intenso; parece increíble que sólo tengan un disco... tremendo. Lo es también el bolo de Bala en la mítica sala Fun Club, donde las gallegas Anxy y Violeta se ganan al respetable con su noise-punk abrasivo y tremebundo, sin tregua. La organización lo pone complicado a más no poder –propuestas de máxima calidad se solapan en los distintos espacios– y optamos por la fiabilidad de The Happy Place X. Los granadinos Copycats descerrajan pildorazos preñados de rabia punk y de seguido los gallegos Terbutalina destilan garage-punk chulo y provocador –«Nuestra heroína es mejor que vuestra Semana Santa», desafía el cantante–. Otro atracón de sabor vasco: en Holiday, el dúo chico-chica Yawners mola con su punk-pop mezclado con grunge y Vulk suenan oscuros y afilados, en otra vuelta de tuerca al post-punk. La noche confunde y quiebra los planes, pero hay que rematar. Lo hacemos con el sustancioso y juvenil sludge-punk de los madrileños Favx en la sala X y el shoegaze intrincado de los zamoranos El lado oscuro de la broca en la sala La Calle.
Plegamos velas, sin haber usado los tapones que pululan aquí y allá. Más que los oídos sufrió la vista por mor de la letrita del manual...