Entre lo apolíneo y lo dionisíaco

Crítica. Un espectáculo para todos los públicos es lo que se propone Ullate con esta nueva Carmen, que aquí cambia el oficio de cigarrera por el modelo de día y «acompañante de lujo» de noche

14 jun 2018 / 19:09 h - Actualizado: 14 jun 2018 / 19:18 h.
"Danza"
  • Fotograma de la obra Carmen. / El Correo
    Fotograma de la obra Carmen. / El Correo

Un espectáculo para todos los públicos. Es lo que se ha propuesto Víctor Ullate con esta nueva Carmen, que aquí cambia el oficio de cigarrera por el modelo de día y «acompañante de lujo» por la noche.

Llevar a cabo una propuesta diferente del mito de Carmen no deja de ser todo un reto para cualquier creador, habida cuenta de la considerable cantidad de versiones anteriores. Pero tiene la ventaja de partir de una historia conocida por todos. Esa es precisamente la baza con la que juega Víctor Ullate con esta nueva versión, que se dirige a la esencia del personaje con la intención de contextualizarlo. De ahí que haya elegido convertir a Carmen en modelo, que al fin y al cabo es un oficio que se ha llegado a mitificar en nuestra sociedad actual. Lo que no se entiende muy bien es el empeño en otorgarle también el papel de prostituta de lujo. Tal vez se esconda bajo ello la intención de ejercer algún tipo de denuncia, pero tal y como está tratado no acaba de quedar claro. Tampoco está demasiado definido el roll de la mayoría de los personajes y su relación con la protagonista, con la excepción del personaje de D. José, representado por un Josué Ullate en estado de gracia, el de la Muerte, al que Dorian Acosta dota de una rigurosa solemnidad y el de las amigas de Carmen, interpretados con frescura y dominio escénico por Gianluca Battaglia y Mariano Cordano.

Para presentarnos a esta Carmen renovada, que más con el pasado tiene que ver con el futuro, Ullate se sirve de un montaje audiovisual, a cargo de Eduardo Lao, que si bien interactúa con fluídez con la imponente escenografía minimalista de Paco Azorín, dada su condición naturalista no acaba de casar con la atmósfera atemporal e indefinida que recrean el vestuario de Anna Gúell y la iluminación, diseñada también por Azorín. Por fortuna, una vez hechas las presentaciones la danza y la música se adueñan del escenario para brindarnos un ballet que roza la excelencia, a caballo entre lo apolíneo y lo dionisíaco.

Lucía Lacarra reboza sensualidad y gracilidad, así como una impecable ejecución técnica y Víctor Ullate alcanza un alto grado de expresividad y prestancia con su baile. Pero no son los únicos, ya que todos y cada uno de los bailarines y bailarinas del cuerpo de baile alcanzan un alto grado de calidad expresiva y técnica. Gracias a ello la coreografía de Ullate puede apostar sobre todo por los números corales, que están repletos de guiños a los musicales y al cine, como la escena de la cárcel que remite a Chicago. En ese sentido cabe destacar la aportación de Pedro Navarrete, que no duda en jugar con la partitura de Bizet hasta darle un aire más actual. Una música que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla interpretó con todo lujo de matices, hasta el punto de situarse, en algunos momentos, casi por encima del baile.

Ficha técnica:

Obra: Carmen

Lugar: Teatro de la Maestranza, 13 de junio

Compañía: Víctor Ullate Ballet

Coreografía: Víctor Ullate

Trama argumental: Víctor Ullate y Eduardo Lao

Música: Georges Bizet y Pedro Navarrete

Reparto: Lucía Lacarra, Josué Ullate, Cosima Muñoz, José Becerra, Cristian Oliveri, Dorian Acosta, Gianluca Battaglia y Mariano Cordano

Bailarinas: Elena Diéguez, Martina Giuffrida, Manuela Medeiros, Kana Nishiue, Keiko Oishi, Nora Peinador, Kozue Tashiro, Serena Vitali, Samantha Vottari.

Bailarines: Alejandro Bretones, Óscar Comesaña, Jordan Kindell, Gabriel Martínez, David Moya, Daniel Pacheco, Matthieu Quincy

Calificación: Cuatro estrellas