“Es urgente que Sevilla tenga el Museo Arqueológico que merece”

Ana Navarro, directora del Museo Arqueológico, no habla fuerte, pero sí muy claro: el Museo Arqueológico («uno de los más importantes de España», subraya) necesita que se hagan ya las obras previstas. Y lo necesita ya.

31 may 2015 / 12:00 h - Actualizado: 31 may 2015 / 13:19 h.
"Arqueología"
  • Ana Navarro contempla la réplica del Tesoro del Carambolo, cuyo original no puede exhibirse ahora en el Arqueológico. / José Luis Montero
    Ana Navarro contempla la réplica del Tesoro del Carambolo, cuyo original no puede exhibirse ahora en el Arqueológico. / José Luis Montero

Tras ocho años como máxima responsable del Museo Arqueológico de Almería, Ana Navarro llegó a la dirección del de Sevilla en septiembre de 2013, con el plan de rehabilitación integral del viejo edificio ya paralizado por el Gobierno central. La crisis, y la consiguiente falta de fondos, ha provocado que el proyecto del arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra lleve varios años durmiendo el sueño de los justos y se haya convertido en el problema principal del Arqueológico. Eso, y la permanente polémica por no exponerse el original del Tesoro del Carambolo...

—Lo primero es lo primero: ¿se está cayendo a trozos el Museo Arqueológico?

—Hombre, el edificio no es que se esté hundiendo, para nada, pero necesitamos apoyo para estar a la altura de nuestras necesidades. Es verdad que parece que nunca es el momento del museo, así que lo que hacemos es estar preparados para cuando llegue. Es un edificio centenario que se abrió en 1946 como museo y no fue hasta los 70 que se sometió a una gran rehabilitación.

—¿Y desde entonces nada?

—Desde entonces no se ha hecho nada, así que hay un desajuste entre el edificio y sus instalaciones y el uso que se le quiere dar: mejor atención a público e investigadores, modernizar el discurso expositivo... Esto ahora es imposible porque necesitamos una adaptación, una renovación que debe de ser estructural y de las colecciones. Ahora es como si enseñáramos Historia con libros de hace 30 años.

—Dice que el museo no se cae a trozos, pero las cornisas del edificio tienen elementos de protección...

—Pero es por prevención. Estas piezas llevan casi cien años a la intemperie y hay corrosión, así que tenemos que prevenir que no causen daños hasta que llegue el momento de la restauración.

—¿Qué es lo más urgente?

—Lo más urgente es comenzar, dar el primer paso. El edificio ha sido analizado y se conocen bien sus patologías: necesita una reforma estructural e integral, de cerramientos, iluminación, fontanería, mobiliario... hasta los carteles informativos, necesitamos recursos museográficos nuevos. Lo más bonito del proyecto de Vázquez Consuegra es que gana el público, porque se adecúan los itinerarios y las propuestas expositivas, y gana también el personal, porque mejora su entorno de trabajo. El problema es que ahora el Ministerio de Cultura no está invirtiendo en este proyecto.

—Pues viendo los programas electorales, todos los grupos políticos coinciden en que esto hay que arreglarlo...

—Sí, pero tiene que confluir con la voluntad del Ministerio de Cultura. Es verdad que todos los grupos políticos parecen conscientes de que Sevilla necesita un mejor museo, pero al final siempre hay otras prioridades, y mientras hay colecciones que esperan para mostrarse al público como deben. Es urgente que Sevilla tenga el Museo Arqueológico que se merece, llevamos años con inversiones demasiado comedidas y Sevilla tiene que dar este paso adelante.

—¿Siente que se minusvalora el museo?

—No es que esté minusvalorado, pero no podemos mostrar todo nuestro potencial porque las circunstancias materiales no nos lo permiten. Tampoco es que estemos desaprovechados, porque somos ambiciosos y exprimimos al máximo nuestras posibilidades, la institución está muy potenciada pese a estas condiciones no deseables.

—Tiene que desesperar, ¿no?

—Pues sí, pero también somos conscientes de que las necesidades sociales están ahora en otros puntos, en hospitales y escuelas que necesitan más inversión, somos conscientes de esa realidad. Por eso nos esforzamos en ir más allá y avanzamos, gracias a que el equipo humano que hay aquí es impresionante. Eso no quita para que estamos deseando que se tome conciencia de nuestra importancia. Este museo es de los más importantes de España del mundo de la antigüedad (protohistoria y prehistoria) y de la época clásica, no somos conscientes de este gran potencial y del valor de la investigación que se hace aquí. Tenemos un potencial importantísimo.

—Al hilo del potencial, ¿le frustra no exhibir el original del Carambolo?

—Sí, es frustrante, pero hay que poner en la balanza la seguridad, que pasa por contar con un vigilante de seguridad cualificado, y como no podemos contratar personal... En materia de seguridad, el espacio del museo ya está preparado para exponer el Carambolo, pero la clave es la contratación de un vigilante las 24 horas porque en estas cuestiones el factor humano es la clave, es algo insustituible.

—¿Cómo lleva la guerra política por el Carambolo?

—Al final tengo la sensación de que las palabras de los políticos es lo que le llega al público con más fuerza, y así se transmiten cuestiones administrativas de menos importancia, cuando lo importante de verdad es que se exponga con seguridad y en su contexto, hacerlo en otros sitios lo desvirtúa. La importancia del Carambolo es que no está inconexo, procede de todo un yacimiento que ha sido investigado y que va a seguir aportando datos.

—¿Qué le pide entonces a los políticos?

—Que escuchen más lo que proponemos aunque luego estén más o menos presentes en el museo, la fórmula de gestión que se aplique no me corresponde a mí decirlo. El Plan Museológico, que es nuestro plan director, se ha creado previendo una comisión externa formada por profesores universitarios y técnicos para que asesore al museo, pero hay otras fórmulas a las que estamos abiertos. Crear un patronato, como también se ha dicho, implica un cambio en el convenio de gestión, pero son fórmulas y se puede optar por una o por otra. Lo importante al final es que atienda a las realidades que el propio día a día va demandando.

—¿Qué le queda por hacer tras el tiempo que ya lleva?

—Hombre, llegué el 20 de septiembre de 2013, así que acabo de empezar como quien dice. Quedan muchísimas cosas, aunque con mi predecesora, Concha San Martín, ya se ha hecho mucho. ¿Objetivos? Mejorar las condiciones de la visita, potenciar la imagen de la institución, incrementar el número de visitantes...

—¿Cuántos visitantes tuvo el museo en 2014?

—Crecimos y nos quedamos en unos 85.000, aunque el objetivo de verdad no es tanto incrementar el número como la calidad de la visita. Y para eso tienes que ponerte en el lugar del público: qué información demanda, la presentación de las obras, los horarios, la oferta de visitas guiadas y tematizadas... Es la única manera de fidelizar al público y establecer vínculos con él. Los turistas que vienen de paso son importantes, pero también lo es fidelizar al público sevillano, que se sienta como en su casa.

—¿85.000 visitante son muchos o pocos?

—Está bastante bien teniendo en cuenta que nos falta visibilidad en Sevilla, es muy difícil hacerse hueco en la enorme oferta cultural, patrimonial, histórica y turística que hay. La competencia es grande, así que hay que saber competir. De todos modos, para una ciudad como Sevilla, 85.000 visitantes es una cifra mejorable, pero siempre con la calidad por delante de la cantidad.

—¿Y cómo se hace lo de destacar entre tanta oferta?

—Es complicado singularizarse y atraer. Lo que nos va a venir muy bien va a ser cuando se instale en el Pabellón Real la colección Bellver, a lo mejor se potencia esta zona como la Plaza de los Museos. Estamos encantados con la llegada de la colección Bellver, es algo muy deseable para todos.

—¿Sevilla presume poco de su Museo Arqueológico?

—Sevilla podría presumir más del museo, sí, pero a veces también es cuestión de que nosotros nos hagamos visibles. El problema es nuestro, que no sabemos transmitir esa importancia, así que tenemos que hacer autocrítica y trabajar para abrirnos más a la ciudad. Pero sí, somos un museo para presumir de él...