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Espectacularidad sin concesiones

Como es habitual en esta compañía, la creación del espectáculo se conforma tras un exhaustivo trabajo de taller en el que todos los intérpretes aportan sus vivencias y recuerdos

04 dic 2016 / 14:31 h - Actualizado: 04 dic 2016 / 14:33 h.

Un espacio público indefinido donde la vida y la muerte, y con ellas la ausencia y el recuerdo, se dan la mano. Es lo que nos propone esta nueva obra de Peeping Tom, segunda entrega de una trilogía que gira en torno a la familia y la influencia que ejerce en nuestras vidas particulares.

Como es habitual en esta compañía, la creación del espectáculo se conforma tras un exhaustivo trabajo de taller en el que todos los intérpretes aportan sus vivencias y recuerdos. Con todo ello Franck Chartier ha elaborado una dramaturgia, a caballo entre el surrealismo y el drama psicológico, que se centra en reflejar la angustia y desesperación de la pérdida, la soledad, la indefensión y la culpa y el tormento interior que destilan los recuerdos familiares, que Gabriela Carrizo vuelca en los objetos que pueblan la escena, como los retratos que los intérpretes van cambiando de sitio a medida que transcurre el relato en complicidad con la música y la iluminación, dos elementos formales que alcanzan rozan la excelencia en su complicidad con el relato.

Llama la atención cómo la danza, el teatro y la música se funden aquí hasta formar un todo del que no puede deslindarse ninguna de las partes. Para ello Gabriela Carrizo cuenta con un elenco de intérpretes sumamente versátiles que pasan de un plano interpretativo a otro con una técnica impecable y un absoluto dominio de la expresión corporal. Su interpretación dramática destila frescura y maestría, al igual que la interpretación musical en directo, tanto de la pieza de rock que María Carolina Vieira canta con desbordante desgarro como de las piezas de ópera que la soprano Erudike De Beul preña de sutileza y colorido vocal. Aunque lo que más nos impacta son los números de danza, que nos brindan toda una gama de imágenes increíbles, sinuosas, hermosas y desafiantes que recogen el espíritu de las primeras propuestas de esta compañía. Lástima que, en general el ritmo del espectáculo sea un tanto irregular.

Obra: Moeder (madre)

Lugar: Teatro Central, 4 de diciembre

Compañía: Peeping Tom

Puesta en escena: Gabriela Carrizo

Dramaturgia y ayudante de dirección: Franck Chartier

Creación e interpretación: Erudike De Beul, María Carolina Vieira, Marie, Gyselbrecht, Brandon Lagaert, Yi-Chun Lion, Hun-Mok Jung, Simon Versnel, Charlotte Clamens