FIB 2018: del ‘hit’ al canto intergeneracional

El Festival Internacional de Benicàssim celebró su vigésimo cuarta edición con un repertorio mágico, plagado de temas populares ante un público que no entiende de edades

28 jul 2018 / 23:23 h - Actualizado: 29 jul 2018 / 18:36 h.
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  • The Kooks fueron uno de los grandes triunfadores del FIB. / Reportaje gráfico: José Manuel López
    The Kooks fueron uno de los grandes triunfadores del FIB. / Reportaje gráfico: José Manuel López
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  • Liam Gallagher tocó temas propios y también incidió en el repertorio de Oasis.
    Liam Gallagher tocó temas propios y también incidió en el repertorio de Oasis.

Experiencias y sensaciones. Si estás leyendo estas líneas, es porque eres fibber o porque querrías serlo (o quizá todo lo contrario). Lo cierto es que el Festival Internacional de Benicàssim celebraba en este 2018 su vigésimo cuarta edición y un año más les hemos acompañado a soplar las velas. Con una apuesta capaz de aunar al público más veterano con el más joven y los estilos más diversos, en esta ocasión ha primado el hit. Analizamos un año más el transcurrir de sus jornadas ordenadas por estilos.

Bandas de pop-rock

El FIB siempre se caracteriza por aunar diferentes estilos y propuestas pero, en esta ocasión, la joya de la corona ha sido el pop-rock alternativo: una apuesta infalible con nombres que siempre son indicadores de éxito en un festival como éste. Con letras bien grandes y con todas las garantías de éxito, los auténticos cabezas de cartel de la edición estaban llamados a ser The Killers, y así fue. Seis años después y con un nuevo disco bajo el brazo, la banda de Las Vegas regresaba a Benicàssim con un Brandon Flowers más radiante que nunca (literalmente), ataviado con estética Elvis blanco inmaculado primero, y de dorado total después. Lo cierto es que los algo más de 90 minutos de concierto supieron hacer florecer toda la emoción que una banda recolectora de hits como ésta puede hacer. Con una escenografía cuidada en torno al concepto de The Man, el single de su último álbum, no faltó el confeti y los juegos visuales.

Otras grandes bandas del pop-rock independiente que brillaron fueron The Kooks y su mágico repertorio lleno de temas atemporales; The Vaccines y la esquizofrenia desenfrenada de su líder Justin Young; o Bastille, con un Dan Smith crecido tras tres FIB en el que su fama (y, por qué no, su talento) no ha hecho más que crecer.

Los raperos

Los raperos son un imprescindible en cualquier FIB y siempre destinan alguna de sus primeras líneas a un buen representante del sector. En esta ocasión fue Travis Scott el encargado de encabezar el cartel y lo hizo con casi media hora de retraso. También en esa primera jornada, un inmenso J Hus se dejaba la piel y la camiseta en un público entregado, aunque aún escaso, que lo vitoreaba como la joven promesa británica del hip hop que es. Y sólo escasos minutos más tarde, hacía lo propio Princess Nokia, quien con un esforzado castellano ensalzaba el movimiento feminista mientras fusionaba sus raíces neoyorquinas y puertorriqueñas.

El londinense Giggs se la jugaba en un cara a cara sin protecciones con los mayores cabezas del cartel (Pet Shop Boys) en la jornada del sábado. Actuar en la misma franja horaria que la mítica banda no afectó ni en la recepción del público ni en el sonido.

Los veteranos

Esta edición del FIB tenía un color propio, el del colorido despliegue de los veteranos Pet Shop Boys regresando a Benicàssim para recordar por qué son unos de los padres del pop electrónico. Ya sea con sus cascos espaciales o a base de más de 30 años de hits inmortales. Sonaron Go West y Always on My Mind, pero para entonces el público ya no entendía de edades ni nacionalidades: Pet Shop Boys unen en cada himno. Algo similar ocurrió con otros veteranos con nombre propio que se dejaron ver por Benicàssim: Madness y su ska de guerrilla.

En el apartado de veteranos hay que incluir a Liam Gallagher, auténtico espíritu de la resistencia FIB. Hasta en ocho ocasiones le hemos visto pasar por esta tierra. Desde sus incursiones con los todopoderosos Oasis, con el fugaz proyecto Beady Eye y, en los últimos tiempos, ya en solitario. En esta ocasión sonaron temas de las tres etapas, pero si hubo una con mayor protagonismo fue la que compartió con su hermano Noel en Oasis. Cada tema sonaba como si el tiempo no hubiese pasado y Liam, tras esquivar un pescado que algún aguafiestas lanzó desde el público, retomó su coreado repertorio.

Mención aparte merecen Sleaford Mods y su post-punk estrafalario. El dúo desplegó todas sus rarezas y su música minimalista por el Escenario Visa en un alarde de singularidad y propuesta diferenciadora.

Electrónica

En la madrugada del jueves pudimos disfrutar a Cashmere Cat, quien llegaba desde Noruega a nuestro país para defender su repertorio de temas, una propuesta innovadora donde sus bases downtempo contrastan con sus voces pop brillantes. Mientras que el sábado, y bajo una fuerte lluvia, la electrónica elegante y refinada de Monarchy ocupó su lugar. Algunos minutos después, ya en plena madrugada, los británicos Chase & Status alargaban la fiesta con sus ritmos drum and bass.

En esta edición los encargados de cerrar cartel fueron los franceses Justice. Gaspard Augé y Xavier de Rosnay se colocaron frente a frente mientras una jaula de luces y una escenografía plagada de claroscuros los envolvía entre sombras. No faltó la cruz ni temas insignes de su discografía remezclados como We Are Friends.

Voces femeninas

La mujer ha estado presente también como artista en el FIB 2018, y menos mal. Si ya anteriormente mencionábamos la fortaleza de una Princess Nokia con actitud de heroína casi generacional, Jessie Ware lució todo su poderío vocal por el Escenario Visa en la jornada del jueves. Su directo, impetuoso y dulce, apostó más por la calidad musical y no tanto por un repertorio festivalero.

Anna Calvi tuvo que lidiar con los sinsabores de actuar a las 19.00 de la tarde del viernes, pero se entregó en cada uno de sus temas. Tal fue su entrega que acabó aporreando las cuerdas de su guitarra en el suelo y con las piernas hacia arriba, en un derroche de talento musical.

Wolf Alice es una banda, pero su vocalista Ellie Rowsell concentra el protagonismo irradiando oscuridad y luz a partes iguales. Wolf Alice presumió de un sonido rock que a veces suena a los grandes clásicos, una voz luminosa y una actitud en el directo rebelde y canalla.

Bandas nacionales

Aunque su público potencial sea en su mayoría el británico, en el FIB no se abandona la oferta nacional. Izal, en un pique personal con Travis Scott, se propuso sonar incluso más fuerte que el rapero. No faltaron los temas más antiguos que invitaron a la locura pop, ni los temas nuevos, por supuesto. Algo así ocurrió con Dorian en la última jornada. Tenían que defender su posición en el Visa actuando en paralelo con un Liam Gallagher dispuesto a robarle todo el público británico. Pero el grupo de Marc Gili demostró que son unos veteranos en Benicàssim y que tienen su propio público incondicional.

Más minoritaria fue la propuesta de North State. El dúo catalán, pese a su sonido limpio y muy internacional, contó tan sólo con un par de docenas de asistentes en su debut en Benicàssim. Más concurrido estaba el de Los Punsetes en el Escenario Las Palmas. Los madrileños defendieron como sólo ellos saben hacer el estatismo habitual (y deliberado) de su vocalista con sus potentes guitarras y audiovisuales. Ariadna, cual menina multicolor, se erigió impertérrita ante toda la corte.

Mención aparte requiere lo que vivimos en la noche del viernes con C. Tangana y su trap transgresor con un derroche de recursos escénicos propios de un cabeza de cartel: no faltó el fuego en cada tema, billetes dispersados por los aires, dos motoristas entrando en el escenario y por supuesto las hipnóticas bailarinas de pole dance.

Y cerramos la lista de españoles en el FIB con una banda mexicana cuya influencia en los artistas de nuestro país y su impacto en el público español es tal que funciona como una de las nuestras. Se trata de Zoé, los veteranos del indie rock alternativo mexicano y su directo potente y espiritual.

Y así, tema a tema, directo a directo, purpurina a purpurina, llegamos al final de una nueva edición del FIB. Y ya van 24. Estamos ansiosos por recibir el que será el veinticinco aniversario de una cita indispensable año a año y verano tras verano. Despedimos una edición intergeneracional y coreable, de esas que aúnan a todo el grupo de amigos sea cual sea su preferencia. Y la nuestra, se llama Festival Internacional de Benicàssim, con todas sus letras.