Por su contenido feminista y el retrato psicológico de los personajes, Tristana está considerada como una de las obras más significativas de Benito Pérez Galdós. Por desgracia esta adaptación teatral le hace un flaco favor.
La historia gira en torno a una mujer joven que reconoce abiertamente que quiere ser una mujer libre y emancipada, por lo que rechaza el matrimonio. Pero su condición de huérfana la lleva a depender de un tutor que no es más que un viejo seductor que no tarda mucho en convertirla en su amante. Eso le lleva a mantener una actitud de poder y dominio ante la que ella acaba revelándose. Sale a la calle y se enamora de un pintor joven que no ve con buenos ojos la relación con su tutor, aunque acaba aceptándola. Se entabla así una morbosa relación entre los tres que, situada en su contexto (finales del S.XIX) suponía todo un ejercicio de transgresión. Pero incomprensiblemente todo eso se pierde en este montaje.
Con una fuerte impronta narrativa, la dramaturgia de Eduardo Galán no acaba de perfilar el conflicto psicológico de los personajes y colma el relato de elementos evidentes que alargan innecesariamente la duración, determinando un ritmo plano y un tanto tedioso. Por otra parte la puesta en escena de Castrillo Ferrer reproduce un espacio escénico tan artificial como pobre. Tanto la escenografía como el vestuario se limitan a situar la obra en su contexto histórico, y la música más que potenciar las emociones las disipa. Las transiciones abusan de los apagones y el movimiento actoral resulta un tanto artificioso. Por fortuna, Olivia Molina colma de frescura y jovialidad a su personaje con una interpretación rica en matices.
Obra: Tristana
Lugar: Teatro Lope de Vega, 15 de marzo
Autor: Benitez Pérez Galdós
Versión: Eduardo Galán
Dirección: Alberto Castrillo Ferrer
Interpretación: Olivia Molina, Diana Palazón, José Luis Ferrer y Alejandro Arestegui
Calificación: 2 estrellas