Es un placer enfrentarse a un doble descubrimiento de música e intérpretes como el que disfrutamos en esta función, y que el balance sea tan positivo. La obra de García va poco a poco ocupando su lugar en el barrio donde nació. Esta es la segunda de sus óperas de cámara que se estrena en el Maestranza, esta vez gracias al Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid y a la iniciativa del pianista vasco Rubén Fernández Aguirre, que prepara ya una tercera, La Cinesi. Hace tiempo el coliseo sevillano programó otras dos óperas de García, Don Quijote y La muerte de Taso, así como la de cámara La isla deshabitada y la interpretación en un concierto de abono de la ROSS de la obertura de El Califa de Bagdad. La música de este tenor y empresario de origen sevillano ha vuelto a la sala principal de nuestro teatro, con medio aforo que no obstante superó al que cabe en la Sala Manuel García o en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional donde hace unos días tuvo lugar el estreno.
Con libreto de Giuseppe Maria Foppa, esta farsa giocosa inspirada en la comedia del arte ofrece generosas posibilidades para el lucimiento de la voz, con agilidades muy complejas y ornamentaciones con frecuencia casi imposibles, lo que la hace muy atractiva para intérpretes cultivados en el repertorio belcantista, a la vez que un reto considerable. Un elenco joven aunque experimentado, voces entusiastas y volcadas en una carrera que se augura solvente, puso en pie la función con sobrada competencia. Preferimos evaluar la labor de conjunto que cada uno y una de las voces por separado; un trabajo en equipo equilibrado y simpático en el que lucieron cada nota de la partitura, con timbres hermosos y sin estridencias, notable sentido del legato y la coloratura, un fraseo elegante y generosa exhibición de agilidades. Cabe destacar la finura de la soprano malagueña Berna Perles, la comicidad del bajo Borja Quiza, el brillo metálico del más familiar entre nosotros Gustavo Peña, la gracia de la mezzo Marifé Nogales y la compenetración de David Menéndez y José Manuel Guinot. Entre todos sumaron unos deliciosos números que fueron de duetos al sexteto final, Paz y amor, con saludable frescura y dominio de la técnica.
Faltó la escueta escenografía y vestuario del estreno en Madrid, pero no la efectiva dirección escénica de Ignacio García y Aurora Cano, que permitió a los intérpretes moverse con gracia y salero por el escenario. Fue divertida la coactuación con el director musical y pianista Rubén Fernández Aguirre, compenetrado con la partitura, a la que imprimió ritmo y agilidad, así como unas adecuadas dosis de lirismo, lográndose entre todos y todas una función muy disfrutable que conocerá en los próximos días su grabación en disco.
ÓPERA ****
Un avvertimento ai gelosi, de Manuel García. Rubén Fernández Aguirre, piano y dirección musical. Berna Perles, David Menéndez, Gustavo Peña, Borja Quiza, Marifé Nogales y José Manuel Guinot, intérpretes. Teatro de la Maestranza, domingo 27 de noviembre de 2016