Goyesca de Ronda: un mano a mano en la cumbre

El ‘vis a vis’ que sostendrán este sábado Morante de la Puebla y Pablo Aguado en la Maestranza de piedra ha agotado todo el billetaje y ha reventado la expectación

30 ago 2019 / 13:09 h - Actualizado: 30 ago 2019 / 13:13 h.
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  • Morante de la Puebla y Pablo Aguado. / Aplausos.es
    Morante de la Puebla y Pablo Aguado. / Aplausos.es

Ronda mantiene ese papel de meca del toreo que un día soñó Antonio Ordóñez, el gran maestro de Ronda. La Goyesca destila su mano, su impronta, hasta una manera de concebir el espectáculo que trascendió de la definitiva ausencia del maestro. Ordóñez había convertido esa cita anual con la Maestranza de piedra en un punto de peregrinaje desde todos los rincones del planeta de los toros tras su retirada formal del toreo. Pero esa transición no fue fácil. El propio coloso de Ronda admitió que la trascendental corrida no había alcanzado las cotas adquiridas cuando él aún se vestía de majo –lo hizo por última vez en 1980, mano a mano con Paquirri- hasta bien entrada la década.

El maestro hizo depositario de todo ese legado a su nieto Francisco, uno de los toreros que más veces ha hecho el paseíllo en el bicentenario coso junto a su propio abuelo o Manzanares padre desde su presentación en público en 1991 y hasta su retirada en la corrida coral de 2017. Desde 1999 es el máximo responsable de la organización de un festejo que vivió algunos años de vino y rosas en los que el colorín y la fiesta social pudieron pesar más que el significado estrictamente taurino. La deserción de algunos de esos rostros por la presión antitaurina, paradójicamente, han servido para reivindicar la estricta importancia taurina del evento

El propio Francisco ha sabido reconducir esta cita hacia su verdadero y más genuino ser: el de gran acontecimiento para los aficionados. Sólo así se puede entender su empeño en contar con Pablo Aguado –que había estado anunciado en Palencia en la misma fecha- para dar la réplica a Morante, uno de los toreros más rabiosamente goyescos de los últimos tiempos del evento.

Hay que recordar que el cartel inicial había unido los nombres del diestro de La Puebla y el de Andrés Roca Rey, apeado de la guerra de la temporada por esa lesión de cervicales que, finalmente, le ha obligado a cortar por lo sano. La buena sintonía entre el propio Rivera y los hermanos Chopera, empresarios del coso palentino, han permitido superar todos los escollos haciendo realidad esta sustitución. Era la única posible...

Salvadas todas esas dificultades, todo está preparado para la LXIII Corrida Goyesca que se celebrará este sábado, en un inédito 31 de agosto. El ‘mano a mano’ que dirimirán Morante y Pablo Aguado con toros de Juan Pedro Domecq ha logrado agotar todo el billetaje y antes de su celebración ya se ha convertido en uno de los acontecimientos de la temporada. Hay que recordar que la Goyesca, y la programación taurina habitual en la feria de Pedro Romero, han adelantado su celebración una semana sobre las fechas habituales y el propio programa festivo de la ciudad del Tajo por pura logística taurina. Este adelanto no ha estado exento de polémica y cierta bronca política en la localidad malagueña, que ha llegado a programar un festejo de promoción en una plaza portátil en las fechas habituales.

Las combinaciones también incluyen la tradicional corrida rondeña de rejones, en la jornada dominical, que alcanza este año su XXXVIII edición. Se anuncian los jinetes Rui Fernandes, Diego Ventura y Andrés Romero que lidiarán un encierro de Benítez Cubero-Pallarés. La novillada sin picadores, que prologará el ciclo esta misma tarde de viernes, reúne los nombres de los toreros noveles Antonio Romero, Cayetano López y Moli de Ronda que estoquearán erales de Torrestrella.

Un poco de historia

Hablar de la goyesca de Ronda implica hacer un repaso a más de seis décadas de toreo y fidelidad a un apellido: el de los Ordóñez. La primera Goyesca se celebró, sin vocación de continuidad, para conmemorar el segundo centenario del nacimiento del mítico diestro rondeño Pedro Romero. Fue en 1954, acartelando al Niño de la Palma (hijo), César Girón y Antonio Bienvenida.

La idea reverdecería en 1957, consagrando su continuidad, ya en manos de Antonio Ordóñez. Desde entonces sólo se ha interrumpido, por obras en la plaza, en 1963 y en coincidencia con la primera retirada del maestro. Ordóñez llegó vestirse de majo -casi siempre de blanco con pasamanería negra- hasta dieciocho veces. Las primeras goyescas reeditaron el formato de corrida concurso y Antonio Ordóñez alternó con toreros como Rafael Ortega, Aparicio o Bienvenida. Sólo falló a la cita en 1961. El año anterior había sido testigo de la alternativa de Paula de manos de Julio Aparicio

1964 marca el nacimiento de una nueva etapa: Antonio vuelve a ser fijo en los carteles en el lustro prodigioso que finaliza en 1969. Había cambiado la baraja: repiten Bienvenida o Aparicio pero ya aparecen los nombres de Miguelín o Palomo Linares. El maestro de Ronda no compareció en 1970. Tampoco lo hizo en 1971, año de su auténtica retirada en San Sebastián.

La última etapa del maestro

Pero Ordóñez volvió a prepararse a fondo para volver a su festejo más querido en 1972, mano a mano con Bienvenida. Llegó a matar más de 50 toros a puerta cerrada antes de volver a enfundarse el traje goyesco. Retirado de la guerra de la temporada, su comparecencia anual en Ronda se convirtió en una auténtica peregrinación de aficionados de todo el mundo que lo vieron alternar con matadores de la talla de Paquirri o Camino -bases de este periodo- además de Curro Romero o Manzanares, que se convertiría en el torero más recurrente de las goyescas de la década siguiente.

El maestro de Ronda volvió a tomar distancia en 1978 y 1979. Los carteles experimentaron un extraño bajón de calidad que se recuperó por completo en 1980, año del recordado mano a mano entre el mismísimo Ordóñez y su yerno Paquirri. Ésa fue la última Goyesca del genio de Ronda, que también tenía previsto actuar en la de 1981 -año de su frustrada reaparición- aunque se hizo sustituir por El Cordobés.

Las Goyescas después de Ordóñez

El maestro no volvería a torear en público ni a enfundarse el traje de majo en la Maestranza de piedra pero sí puso todo su empeño en dotar del máximo lujo e interés taurino a una corrida que sentía como algo propio. Eso sí, al festejo le costó recuperar su ausencia aunque consiguió tomar vida propia, definitivamente, en 1987. Paco Ojeda se encerró aquel año con seis toros de Torrestrella cuajando de cabo a rabo a un gran ejemplar llamado ‘Bulería’ y marcado con el hierro de Torrestrella. El viejo maestro se mantuvo al frente de la organización del evento hasta las vísperas de su muerte. Las huellas del cáncer eran visibles en la última que montó, la de 1998. Antonio Ordóñez Araújo falleció el 19 de diciembre de aquel año. Al siguiente, su nieto Francisco se puso al frente de la organización de la Goyesca en la que ya había debutado como matador en 1995, año de su triunfal alternativa en Sevilla.

Goyesca de Ronda: un mano a mano en la cumbre
Antonio Ordóñez. / Aplausos.es

Bajo la batuta del mayor de los Rivera Ordóñez llegaría un cambio de rumbo. El universo humano que rodeaba a su abuelo fue sustituido paulatinamente por el entorno de Francisco, que otorgó su propia personalidad al evento. Lo social comenzó a ganar la partida a lo taurino llegando a su cenit en la alternativa de Cayetano, mano a mano con su hermano en la goyesca de 2006. En cualquier caso, el ‘meeting’ rondeño ha sabido mantener su tirón con acontecimientos tan sonados como la encerrona de Morante de la Puebla en la edición de 2013 o la despedida coral del propio Francisco en 2017. En 2019 la Goyesca vuelve por sus mejores fueros. Toca peregrinar a Ronda.