Halffter, pese a quien le pese

Teatro de la Maestranza. 29 de abril. Programa: Obras de García, Falla, Turina, C. Halffter y Orff. Intérpretes: L. Bonilla, soprano. B. Eguiarte, tenor. C. Daza, barítono. Escolanía de Los Palacios. Orquesta y Coro Nacionales de España. Pedro Halffter, director.

30 abr 2016 / 17:03 h - Actualizado: 30 abr 2016 / 17:27 h.
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  • Pedro Halffter, ayer en el Teatro La Maestranza. / Manuel Gómez
    Pedro Halffter, ayer en el Teatro La Maestranza. / Manuel Gómez

Con un marcado tono festivo, la Orquesta y Coro Nacionales de España desembarcaban en el Teatro de la Maestranza con un programa muy para la galería, como es habitual en este tipo de celebraciones –el XXV aniversario de la inauguración del Maestranza-. El mayor aliciente, de entrada, residía en volver a ver en el podio del teatro a Pedro Halffter, desaparecido incomprensiblemente de la temporada de abono de la Sinfónica de Sevilla, a la que no se le ha invitado después de su relevo tras una década como director artístico de la misma.

Volvió a demostrar el madrileño su capacidad para contar cosas nuevas allí por donde anteriores y notables referencias han pasado como una apisonadora por nuestra memoria auditiva, caso de la danza de La vida breve, de Manuel de Falla, interpretada con una extrema brillantez, un sobresaliente juego de dinámicas y una formidable calibración de planos. A la obertura de La muerte de Taso, de Manuel García, le faltó en cambio ligereza, con una orquesta en exceso pesada. Rotunda, muy marcial, la Orgía de las Danzas fantásticas de Turina. Pedro Halffter, desde su llegada a Sevilla, siempre ha tenido un enorme celo a la hora de programar a uno de los compositores españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX, su padre, Cristóbal Halffter. Una decisión que juzgamos lógica aunque perjudicial para el público. El viernes, la ONE ponía en los atriles el celebérrimo Tiento de primer tono y batalla imperial, un sobresaliente y guerrero diálogo entre la música antigua y la moderna que deja pistas de la enorme fuerza telúrica que anima el lenguaje propio de Halffter.

Luego llegó, otra vez, Carmina Burana, de Carl Orff, que el público siguió en una lectura fuertemente contrastada y en la que Pedro Halffter se tomó demasiado en serio los tiempos lentos, que acusaron un exceso de preciosismo y cierta falta de rusticidad. Nada que objetar, en términos globales, a la ejecución de la pieza, que orquesta y director se saben de carrerilla. La soprano sevillana Leonor Bonilla impartió una breve lección de canto con una voz de bellísimo y bien timbrado aguado, mientras que el barítono Carlos Daza cantó con énfasis, buen sentido del fraseo e intachable proyección. El tenor Beñat Eguiarte sufrió una indisposición durante la representación que le impidió continuar.