Hipnótica, reivindicativa y profundamente erótica

La doncella está protagonizada por una joven rica japonesa que vive recluida en la lujosa mansión de su anciano tío, este coleccionista de libros, una chica coreana que entra a su servicio y un pícaro vividor que se hace pasar por conde y que es el pretendiente de la primera. Se trata de la adaptación de la obra Falsa identidad de la escritora británica Sarah Waters, estructurada como esta en tres capítulos, diferenciados y narrados desde puntos de vista diferentes, pero trasladada a los años treinta, época en la que Corea fue invadida por Japón. Park Chan-wook juega con el relato mezclando los actos y recordarnos que la información es poder, que no existe una única verdad y que la moral tiene sus razones. Todo puede ser ficticio en un mundo dominado por el amor, el sexo, el deseo o la ambición. Estos hechos los utiliza para poner en escena con suma elegancia y buen gusto la rebelión y reivindicación identitaria de la mujer y la de todo un país. La primera es víctima de la dominación patriarcal, frente a las primitivas y elementales conductas del hombre, mientras el segundo es invadido y sometido por un país más poderoso como Japón. La sexualidad femenina en el primer caso, asume un papel liberador pues es tratado como vínculo emocional, sensorial y de comunicación, alejado de la sumisión y del servilismo que impone el varón. Rueda el placer y goce femenino con sentimiento, con profundo sentido del respeto. Una nueva exploración de formas de empoderamiento femenino que ya habían sido reivindicadas en sus obras anteriores Sympathy for Lady Vengeance (2005) y Stoker (2013). La liberación de Corea frente al invasor se incardina igualmente a través de estas formas igualitarias de relacionarse, de amarse y de reclamar la identidad. Técnicamente es una obra visualmente deslumbrante, una excelente fotografía y una cuidada música ayudan a ello, también es refinada, sensual y profundamente erótica.