«Hemos tenido la suerte de coger una colección completa de Dalí, la colección Clot», explica José Muñoz, pensando en la cita prevista para los días 25 y 26 de este mes en el número 12 de la calle Velázquez, de Madrid. «Hay dos esculturas fantásticas de tamaño muy grande, de 2,60 metros o 2,70. Son muy importantes y salen a 125.000 euros cada una. Luego tenemos una colección completa de esculturas más pequeñas, que son 32, que salen desde 1.400 euros a 3.000. Son esculturas hechas a la cera perdida en las que Clot y Dalí se propusieron hacer una colección única. Y la nuestra es la tres de cuatro, o sea que es muy interesante». El entusiasmo del galerista se debe no solo al nivel de los lotes, sino también al hecho de que se trata de la primera incursión en Madrid de Isbilya Subastas de Arte, que tras cuatro años de trabajo ha conseguido colocarse, según su responsable, como «una de las cuatro o cinco punteras de España».
Muñoz justifica este «salto» desde el número 5 de la calle Virgen de la Antigua hasta el meollo cultural en la capital de España –que en todo caso es «excepcional, una cosa experimental y especial, nada más»– en las «abundantes» peticiones en este sentido de su clientela nacional. Para ello, ha tomado toda la artillería pesada. Para empezar, con esa colección de obras de Salvador Dalí de sus últimos años, con más de treinta piezas. Pero hay más. «Llevamos cuatro años haciendo subastas continuamente en Sevilla», comenta Muñoz. «Nosotros tenemos clientes a nivel nacional, y ya los clientes de Madrid nos estaban pidiendo que organizáramos una subasta allí. Y hemos decidido, con un trabajo enorme, ir con 1.205 lotes. Lo hemos puesto en un local de 700 metros cuadrados en la calle Velázquez, fantástico el sitio. Pero vamos, nuestra sala de subastas sigue en Virgen de la Antigua número 5», adonde, por cierto, se podrá acudir a pujar, así como también por teléfono y online, según explican desde la empresa sevillana.
Además de la colección de Dalí, saldrán a subasta también otras obras de arte de distintos estilos y épocas, que comprenden desde el siglo XV hasta nuestros días. Entre ellas, se encuentran las firmas de Claudio Coello, Juan de Van der Hamen, Eugenio Lucas, Miquel Barceló, Rafael Canogar, Tapies, Miró y Luis Gordillo, así como piezas únicas de artes decorativas y joyas.
Por otro lado, como explicaron ayer desde Isbilya, cabe destacar la exposición de bodegones barrocos que se podrá visitar en esa misma sala de subastas, dedicada a los maestros españoles de este género y que llevará por título Calma y quietud, el bodegón español del Siglo de Oro, Esta muestra está conformada por una veintena de obras, con algunas de las grandes firmas de esa época, entre las que destacan las de Pedro de Camprobín, Antonio Ponce, Bernardo Germán Llorente, Gabriel de la Corte, Juan de Arellano, Francisco Barrera y Mateo Cerezo.
El negocio del arte, a decir del citado experto, parece que empieza a respirar. «Nosotros lo llevamos bien», contaba ayer. «Somos la única sala de subastas en Sevilla y de España somos una de las cuatro o cinco punteras. La mercancía, que nos hemos especializado mucho en el barroco sevillano y en la pintura sevillana del siglo XIX, que es tan bonita, pues todo eso nos ha hecho estar muy a la cabeza de las salas de subasta de España. Además, internacionalmente hacemos muchísimo: tenemos clientes en Estados Unidos, la UE, Filipinas... en muchos sitios».
Sobre los gustos del respetable, Muñoz opina que «la gente cada día va a por mejor mercancía. La mercancía, si es bonita y tiene buen gusto, se vende inmediatamente. Lo que es malo y tiene mal gusto, eso que antes se vendía todo, ahora no se vende. Se vende el género bonito, aunque sea una cosa de 200 euros. No hace falta que tenga un valor excesivo. Luego, lo que piensas que no se va a vender jamás, se vende. Increíblemente. O sea, que nunca se sabe bien».
«Sobre todo, se pide pintura del siglo XIX, que cayó en picado hace dos años y ahora está resurgiendo, y la gente sigue viendo un cuadro del siglo XIX bonito y lo compra. Estamos hablando del Romanticismo, o de ese 1930 o 1940, de pintores que recogen las costumbres de aquellos años. Creo que la tendencia es al alza. Luego, como en Madrid, sacamos un bodegón de Juan de Van der Hamen, en 100.000 euros, que se va a vender mucho más caro. La pieza importante se vende, si no está fuera de precio. En el mercado todos sabemos realmente lo que valen las cosas, y más el gran comprador. Si lo sacamos por un precio que está fuera de mercado, no se vende. Y aquí lo que intentamos es que esté dentro del mercado».