Juan Valderrama o uno de los grandes cantaores de la historia del cante

Con motivo del centenario del nacimiento del cantaor jiennense la Colección Flamenco y Universidad, coordinada por Rafael Infante, presidente de la Cátedra de Flamencología de Sevilla, ha producido una obra sobre el artista que recoge 23 cantes grabados en 1961

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
10 feb 2017 / 08:52 h - Actualizado: 10 feb 2017 / 10:51 h.
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  • El cantaor Juan Valderrama junto a su esposa, Dolores Abril en Sevilla. / Efe
    El cantaor Juan Valderrama junto a su esposa, Dolores Abril en Sevilla. / Efe

Con motivo del centenario del nacimiento del cantaor jiennense Juan Valderrama, nacido en Torredelcampo en 1916, la Colección Flamenco y Universidad, coordinada por Rafael Infante, presidente de la Cátedra de Flamencología de Sevilla, ha producido una obra sobre el artista que recoge 23 cantes grabados en 1961 con el guitarrista cordobés Juanito Serrano. Toda una antología de estilos, con el maestro en plenitud de facultades. La obra contiene, además, un extenso cuadernillo con abundante información y opiniones de expertos en flamenco, coordinado por su sobrino Gregorio Valderrama Zapata, malagueño y uno de los grandes estudiosos de este arte.

Juan Valderrama fue un genio del cante, pero debido a que tocó otros géneros, como la copla, una parte de la flamencología no le perdonó su aventura e hizo mala campaña contra él y su obra. Curiosamente, desconociendo esa obra. Más o menos lo que pasó también con Pepe Marchena, otro genio del cante al que intentaron callar para siempre por haberse salido del carril. Pero los artistas dejan una obra y esa es la que los defiende cuando ya no están, que es lo que ha pasado con el maestro Valderrama, que se fue pero nos dejó una obra discográfica impresionante, con cientos de cantes flamencos, de todos los palos y escuelas, y ese legado es indestructible, aunque hayan intentado enterrarlo.

Una de las grandes mentiras que se han escrito sobre este cantaor es que dejó el cante para ganar dinero con la copla o la canción española. Nunca dejó de cantar a la manera clásica, con guitarra flamenca, ni de grabar discos con palos clásicos. Además, en sus espectáculos combinaba una cosa con la otra y siempre llevaba a los mejores guitarristas, por ejemplo, al Niño Ricardo, al que tuvo quince años en su compañía. Porque el maestro jiennense se sintió siempre cantaor y se murió siéndolo. Ahí está su obra discográfica, y el algodón no engaña. Estos veintitrés cantes son solo una pequeña muestra, pero suficiente como para saber de qué clase de cantaor hablamos.

Era un intérprete largo, de los más largos de la historia, con un dominio de la voz increíble, que lo mismo le metía mano a los cantes más duros, como las seguiriyas, las soleares o las tonás, que a los estilos de levante, los de ida y vuelta o los fandangos. Un cantaor enciclopédico, que no han abundado en la historia del cante. Además, con unos conocimientos asombrosos, porque era muy aficionado y estudioso de todo el cante, llegando a conocer todos los palos y las distintas escuelas que existen. Por otra parte, está el Valderrama creador, un verdadero talento que nos dejó varios fandangos personales y tarantas inimitables, entre otras muchas piezas flamencas.

El centenario de su nacimiento ha servido para refrescar su memoria y dar esplendor a su obra. Seguramente no se ha conmemorado como merecía, pero, como se suele decir, menos da una piedra. Este recopilatorio de su obra discográfica es fundamental para hacerse una idea de qué clase de maestro era: Valderrama, con medio siglo de vida, cantando de una manera colosal, desde la caña clásica hasta los fandangos lucentinos; evocando a maestros como Chacón en malagueñas, caracoles, cartageneras y granaínas; a Pastora y al Niño Medina en las peteneras, y a otros muchos, en piezas insuperables. Y todo con un sello indiscutible. Solía decir que había que tener un sello, aunque fuera de Correos. Se refería a la personalidad, claro. Aunque en sus inicios copió el estilo del Niño de Marchena, con los años fue teniendo su propio estilo y un sonido inconfundible que lo convirtió en uno de los más grandes del cante andaluz.