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La canción del verano: exaltación y condena

Los músicos sevillanos analizan un fenómeno que mueve millones cada año, pero que sigue siendo denostado como producto

25 jul 2017 / 09:03 h - Actualizado: 25 jul 2017 / 09:06 h.
"Música"
  • El cantante King África, uno de los reyes indiscutibles de las listas de éxitos veraniegas. / El Correo
    El cantante King África, uno de los reyes indiscutibles de las listas de éxitos veraniegas. / El Correo
  • Georgie Dann, un clásico del género estival. / El Correo
    Georgie Dann, un clásico del género estival. / El Correo
  • Shakira. / El Correo
    Shakira. / El Correo
  • El Koala. / Javier Cuesta
    El Koala. / Javier Cuesta

La canción del verano es como el gazpacho y la sangría, la playa, los mercadillos y el helado de tutti frutti: hay quien no los soporta, pero un año tras otro regresan al encuentro con las masas que los reclaman puntualmente. En el caso de los citados productos, son el insustituible aliño musical de los chiringuitos, la sal de las verbenas, el asidero sentimental que nos permitirá recordar momentos especiales mucho después de vividos.

Sin embargo, en los últimos tiempos las canciones del verano están siendo objeto de desprecio por parte de aquellos que las consideran meros apaños comerciales de ínfima calidad, cuando no directamente material de la más esperpéntica cultura freak para el consumo masivo de un público más bien poco exigente.

Una idea con la que no comulga del todo Pepe Begines, líder del grupo No me Pises que Llevo Chanclas, que se encuentra actualmente de gira por todo el territorio nacional: «La música es básicamente sentimiento. El adjetivo malas para las canciones del verano no lo comparto. Lo contrario de divertido es aburrido, no malo. Si un ritmo y una melodía son capaces de alinear sentimientos de alegría, también vale. La prueba está en que no existe la canción del invierno», concluye el músico, quien por otra parte reconoce que «a mí el concepto de canción del verano me lo inculcó Eva María, de Fórmula V», agrega.

Para Vicky Luna, cantante de Chez Luna, «desde el punto de vista sentimental, las canciones del verano forman parte importante de la memoria de cualquier ciudadano de a pie, se sea más o menos fan de los temas en concreto o de este fenómeno musical», dice.

«Imagino que para catalogar una canción dentro de este dudoso género ha de cumplir una serie de requisitos, tales como ser pinchada un número incontable de veces, ser número uno en listas de radio-fórmula u ocupar primeros puestos en listas de venta. Desde el punto de vista musical, las condiciones en cambio parecen ser otras: melodías sencillas y pegadizas, ritmos machacones y letras de contenido liviano por no decir superficial, eso sin entrar en otras connotaciones que derivarían en un debate sobre lo políticamente incorrecto de muchas de estas canciones».

No obstante, Luna reconoce que «en mi memoria personal, resuenan temas de Georgie Dann o de Azúcar Moreno, por ejemplo, pero junto a estos, o mezclados con ellos, se superponen en mi recuerdo canciones de Ace of Base o de Manolo García, y tengo mis dudas de que All that she wants o aquel burro amarrado en la puerta del baile fueran creados de antemano pensando en convertirlos expresamente en canciones del verano».

Por su parte, el también cantante Fernando Caro afirma que las canciones de verano no han sido fundamentales en su formación, «pero sí es cierto que, cuando suena algunas de ellas, me transportan al momento de mi vida en que las escuchaba, a esos años, a otros lugares», confiesa. «Hay canciones buenas y malas tanto en verano como en invierno. A nivel musical hay muchas que están vacías, la verdad. Pero es otro concepto. Otra manera de hacer música», afirma.

A veces, apunta Caro, hay en estas composiciones más marketing que música. «Están gestadas por multinacionales que miden muy bien las estrategias y saben lo que vende. Es sonar, ganar dinero y a por la siguiente temporada. Pero también hay algunos temas que tienen muy buena producción y mucha calidad. Y pienso que tiene que haber música para todos los momentos. Y las canciones del verano son perfectas para bailar, por ejemplo».

Para el cantautor Alfonso del Valle, «la canción del verano, desde que se inventó, está claro que es una operación de marketing. Como lo es San Valentín... o los días de padres y madres. Sabiendo que estamos en verano, sabemos las necesidades de la gente... así que, si la gente está ociosa, tiene ganas de ligar y la sangre caliente, pues vamos a darle el ritmo que necesita una danza de cortejo...», asevera.

«El verdadero éxito lo decide el público», interviene la sevillana Malizzia&Malizzia. «Bien es verdad que la promoción y el marketing son fundamentales, por eso las multinacionales suelen conseguir casi siempre que una canción sea un éxito veraniego, porque son las que más dinero tienen. Hay algunas muy malas, que a base de dinero consiguen su objetivo, pero también hay alguna que está bien como aquella de Los Refrescos, Aquí no hay playa: ese tema fue un pelotazo muy comercial y con una letra muy ocurrente», explica la artista.

La artista que ganó el Festival de Benidorm en 1996 con el tema Y no puedo más añade: «Los artistas queremos trabajar siempre y poder seguir encima de un escenario ofreciendo lo mejor de nosotros mismos, pero a nadie le amarga un dulce y un éxito veraniego viene muy bien; siempre es mejor, claro, hacerlo con un buen tema», apostilla.