La danza con acento sevillano

En la jornada del martes del Mes de Danza el sevillano Marcos Vargas y la canadiense afincada en Sevilla Chloé Brûlé presentaron el estreno en Sevilla de su última propuesta, ‘Naufragio Universal’

31 oct 2017 / 18:37 h - Actualizado: 02 nov 2017 / 10:16 h.
"Danza"
  • Marcos Vargas y Chloé Brûlé. / El Correo
    Marcos Vargas y Chloé Brûlé. / El Correo

Un marcado acento sevillano definió la jornada del martes del Mes de Danza, que se está celebrando en nuestra ciudad del 26 de octubre al 5 de noviembre. Una de las señas de este festival es su ciclo titulado ‘Danzas en espacios singulares’, que aúna la belleza de la danza con la hermosura monumental de algunos espacios urbanos de nuestra ciudad, como la Plaza Virgen de los Reyes. En este último espacio, justo delante de la Giralda, presentaron ayer el sevillano Marcos Vargas y la canadiense afincada en Sevilla Chloé Brûlé el estreno en Sevilla de su última propuesta, ‘Naufragio Universal’, concebida expresamente como espectáculo de calle. Fieles a su estilo, aunque incorpora algunas figuras de la danza contemporánea y se nutre de su espíritu, se trata de una obra flamenca. No en vano Marcos comenzó su carrera profesional como bailaor y Chloé vino desde Canadá a Sevilla atraída por este arte, tan nuestro como universal. Ella no ha renunciado del todo a sus orígenes de bailarina contemporánea, pero cuando en el 2005 unió sus inquietudes creativas con las de Marcos nadie, al verla bailar, hubiera dicho que no era una bailaora flamenca. Todas las obras de esta pareja rebosan complicidad, entrega, coherencia creativa y una buena dosis de desafío a sus propios límites. Con esta última propuesta han dado un paso más elaborando una dramaturgia más narrativa que marca un ritmo ascendente y un discurso dancístico inquietante y conmovedor. Llama la atención cómo con un pequeño baúl y unas cuantas tablas de madera, son capaces de recrear un espacio escénico repleto de simbolismo.

De la misma manera, los también sevillanos Miguel Marín y Laura Morales parten de un marco simbólico de actuación, un paraje nevado y gélido que delimita la escenografía de su propuesta, obra que tuvo lugar también en la jornada de ayer dentro de la programación de sala del festival, en la sala B del Teatro Central. Aunque se trata de un estreno, pudimos asistir a su gestación en la pasada edición del Mes de Danza, donde se presentó como una creación en proceso. Su trabajo supone un hermoso y arriesgado diálogo entre la danza y la música contemporánea, compuesta para la ocasión por Miguel Marín con una buena dosis de libertad creativa, ya que una parte de la partitura se basa en la improvisación. En ese sentido cabe destacar la complicidad entre el músico y la bailarina, fruto de un largo proceso de investigación, tanto musical como dancística.