La diosa de los archiveros

El Ministerio de Cultura homenajea a la sevillana Antonia Heredia por su vida dedicada a la profesión y por ser maestra de los que se dedican a ella en Andalucía

09 jun 2015 / 21:04 h - Actualizado: 09 jun 2015 / 23:19 h.
"Patrimonio"
  • Antonia Heredia con el pañuelo con un antiguo mapa de México que le entregaron como presente. / Fran Vázquez
    Antonia Heredia con el pañuelo con un antiguo mapa de México que le entregaron como presente. / Fran Vázquez
  • Remedios Rey, Antonia Heredia, Manuel Ravina, María Antonia Colomar y Mateo Páez. / Fran Vázquez
    Remedios Rey, Antonia Heredia, Manuel Ravina, María Antonia Colomar y Mateo Páez. / Fran Vázquez

Les faltó sacarla bajo palio o montarle un altar en el que venerarla, tal es el cariño rayano en la devoción que recibió en cascada. Antonia Heredia Herrera, la maestra de los archiveros andaluces e iberoamericanos, no dejó de recibir parabienes, hasta el punto de que afirmaba eso de que «después de todo lo que he oído, no sé si esa persona soy yo». Pero con esos buenos ojos no la miran sólo sus compañeros de profesión, sino que el Ministerio de Cultura la ha elegido como una de las tres «grandes maestras» de la archivística española para recibir un reconocimiento público con motivo de la celebración del Día Internacional de los Archivos. A la sevillana se le honró en Sevilla y en el lugar en el que ha pasado buena parte de su vida, el Archivo de Indias. «Esto no es una iniciativa nuestra, es una orden del Ministerio de Cultura» que se ejecutaba con la enorme satisfacción del reconocimiento merecido, aclaraba el director del Archivo de Indias, Manuel Ravina.

«Ésta ha sido tu segunda casa», señaló Remedios Rey, exdirectora del Archivo de la Diputación de Huelva y, como todos los allí presentes, discípula suya. «La segunda no, ha sido la primera», corregía Heredia, que pasó 30 años en esta institución antes de, en 1983, pasar a dirigir el Servicio de Publicaciones de la Diputación de Sevilla, coordinando la revista Archivo Hispalense y poniendo en marcha la conocida colección de monografías Arte Hispalense. En 1995 asumió la dirección del Archivo General de Andalucía, donde se jubiló, aunque como se recordó ayer, desde entonces trabaja e investiga más que nunca.

Porque Antonia Heredia es además investigadora (la relación de sus publicaciones forman una biblioteca notable) y docente, publicando el manual que desde que vio la luz se convirtió en la referencia de todos los archiveros y su base de estudios para opositar. Así lo atestiguaba Mateo Páez, jefe del departamento de Archivos de la Consejería de Cultura, para quien su primer contacto con Antonia Heredia fue «una referencia bibliográfica que se repetía una y otra vez cuando preparaba las oposiciones».

Manuel Ravina abogó por que este homenaje sea la primera piedra para que le concedan la Medalla de Oro del Trabajo a una mujer «que tenía clarísimo lo que quería en la vida» y que es un «caso admirable de constancia», como demuestra la carrera profesional que ha desarrollado empezando en los años 50, con cinco hijos y viuda desde muy joven. Así lo recordó María Antonia Colomar, exsubdirectora del Archivo de Indias, que rebuscó en los archivos («perdón por hurgar en tu ficha personal») para subrayar lo que dijo de la homenajeada su primer jefe que, con ese lenguaje tan añejamente administrativo de la época, destacaba de ella su «puntualidad, competencia, celo y amor al servicio».

«Los archiveros iberoamericanos la adoran», abundó Remedios Rey, que la primera vez que fue a verla se encontró a una señora muy arreglada y sonriente en un despacho «triste, lúgubre y umbrío, todo un cuchitril». Y continuando con los profesionales del otro lado del Atlántico, los que acudían a los cursos que codirigió en La Rábida «al saludarla la miraban como a una diosa, con un respeto enorme. Yo le dije que nos teníamos que ir a Iberoamérica para que nos den un cargazo» pero no, por allí sólo va para dar charlas y recibir más homenajes. «Nunca pensé que los archivos me iban a dar tanta honra, satisfacción y amigos...».