La Expo que pudo ser y no fue y que muestra el CAAC

El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo acoge, hasta el 24 de septiembre, la exposición ‘Arte y cultura en torno a 1992’, una crítica, lúcida y divertida reflexión sobre el fasto

17 mar 2017 / 09:27 h - Actualizado: 17 mar 2017 / 17:39 h.
"Expo 92"
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  • Fotograma de uno de los vídeos mostrados.
    Fotograma de uno de los vídeos mostrados.
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  • María Cañas vuelve al CAAC.
    María Cañas vuelve al CAAC.
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Con la inauguración de la exposición Arte y Cultura en torno a 1992, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) ha alcanzado uno de los puntos más altos en lo que respecta a alumbrar ideas brillantes con presupuestos estrechos. Coincidiendo con el 25 aniversario de la primera muestra que se organizó en la sede cartujana en 1992 –Arte y cultura en torno a 1492–, lo que se propone ahora, bajo el comisariado del director del Centro, Juan Antonio Álvarez Reyes, es una exposición conceptual tan divertida como comprometida y lúcida que «indaga críticamente sobre acontecimientos y celebraciones que tienen la razón de ser en su relación con el colonialismo», según su responsable. El mismo colonialismo que la Expo’92 –que protagoniza la muestra y cuya razón de ser hundió sus raíces en los 500 años del descubrimiento de América– se encargó de glorificar y en la que la revisión histórica no estuvo contemplada.

«Es una propuesta que habla de identidades culturales», dijo ayer Álvarez Reyes. Pero también es una colección heterogénea en la que se mezcla la obra plástica con el vídeo, la instalación, la fotografía y lo puramente documental. Arranca con la Expo que «pudo ser y no fue», por medio de los proyectos que planteó Emilio Ambasz; y de la que sí fue, pero que ya no es, a través de la demolida estructura del Palenque, del arquitecto José Miguel de Prada Poole, de quien el CAAC prepara una exposición monográfica. «Yo quería que la Expo pareciera un velero que iba a empezar a navegar, por eso cree las lonas del Palenque, que iban a ser muchas más y que iban a ser transparentes y acondicionadas mediante un sistema de difusión de agua. Al final fue lo que fue, pero vamos, que ya no es nada», ironizó De Prada Poole, uno de los arquitectos españoles más visionarios; suyo también fue el proyecto hispalense del Heliotrón, que acabó naufragando.

Al pasear por la exposición evite a toda costa la tentación de relajarse en los muy burgueses sillones que ha instalado Renée Green; estos componen una obra ambiental a través de la recreación de un aristocrático salón en el que las telas están intervenidas con dibujos que aluden al colonialismo y el esclavismo. La obra, Mise en Scène, Commemorative Toile (1993), es una valiosa creación que proviene de Graz (Austria) y que nunca se había mostrado en España.

El trabajo fotográfico de Fred Wilson penetra de una forma más explícita en la crítica a cómo los museos han contado (y mostrado) históricamente el patrimonio etnográfico. Para ello, en su ciclo fotográfico Minning the Museum conjunta elementos valiosos de ajuar con otros obtenidos en una prospección más profunda e irreverente y que le permitieron combinar los tesoros custodiados por la Maryland Historical Society con esposas de esclavos también guardadas pero nunca exhibidas. Aun más directa resulta la serie Broadsides, dedicadas a la esclavitud en Estados Unidos y a la lucha por su abolición. Wilson muestra ampliaciones fotográficas de los anuncios que se colgaban para recompensar a quien colaborase dando pistas de los esclavos fugitivos. En este tipo de anuncios se describían las características físicas de las personas que se estaban buscando, información que el artista altera añadiendo rasgos relacionados con los malos tratos que habían sufrido, como «tiene una marca en la piel ocasionada por una patada». Otros creadores como Mark Dion –con la instalación Safe Return Doubtful– o los trabajos en vídeo de la norteamericana Andrea Fraser también ayudan a subrayar la valiente intención crítica de la muestra que podrá visitarse hasta el 24 de septiembre.

En esta propuesta del CAAC, en la que además se exhiben proyectos específicos encargados a Patricia Esquivias, Rogelio López Cuenca y María Cañas, sobresale la sala dedicada a los regalos recibidos durante la Expo’92, a los que se ha dado un estricto tratamiento museográfico sin hacer distinción alguna sobre el valor (mayor o... muy menor) de algunos de ellos. El espectador puede ver aquí desde algunos suntuosos presentes ofrecidos por estados islámicos hasta otros algo más modestos, como el simpático souvenir con el que Extremadura agasajó a las autoridades sevillanas o los sorprendentes platos con motivos orientales que la delegación china adquirió en El Corte Inglés (!) de la Plaza de la Magdalena. «Con esta presentación no sólo se dan a conocer fondos de nuestra institución que llevaban guardados y embalados desde la clausura de la Exposición Universal, también hemos buscado que estos regalos hablen por sí mismos de los tópicos culturales, cuestionando además las ideas de réplica y valor estético, así como estableciendo un posible relato museístico no exento de crítica institucional», reflexionó Álvarez Reyes.

De alguna forma, todo el recorrido está transitado por fantasmas emergidos de las colecciones más raras que conserva el CAAC, como los citados regalos, o el inmenso, abrumador archivo audiovisual de la Expo’92, cuyas cintas se muestran, en clave conceptual, en interminables estanterías. Una sala que parece querer emular (parcialmente) el cine de 360º del recordado Pabellón de Andalucía clausura y resume todo lo visto, pero lo hace devolviendo el tono festivo al asunto; imponiendo la purpurina y el brillo nostálgico a través de la acumulación, del collage, de centenares de horas de las grabaciones de ambiente, calle, fiestas de la Expo; unos meses en los que la ciudad contó, a su manera, su historia, sin admitir nubarrón alguno en el cielo.