Un tanto prematuramente la Orquesta Barroca de Sevilla (OBS) despedía anoche (aunque hoy hay una segunda y última función) su temporada de conciertos 17/18 con una interpretación en concierto de L’isola disabitata (1779) de Franz Joseph Haydn, segunda ópera del compositor austríaco que el conjunto aborda tras aquella lejana escenificación de Lo Speziale en 2002 en el Teatro de la Maestranza. En ambos casos dos títulos líricos menores pero ejemplarmente defendidos por la OBS, la de hoy, lógicamente, seguro muy superior a la que hace 16 pudimos juzgar. Volvía el italiano Enrico Onofri, principal director invitado de la Orquesta, seguramente el mejor fichaje posible para respaldar una ópera como esta que, precisamente, no funciona sola, queremos decir, sin que haya un concertador que cuide cada esquirla de una obra prolija en recitativos y con arias no excesivamente brillantes. La patina del tiempo no otorga mayor valor a las obras de arte, y esta Isla deshabitada deviene a nuestros oídos en un momento no especialmente inspirado de la trayectoria del compositor de Il mondo della luna.

Sin embargo, la Barroca tiene por sana costumbre no poner nada en los atriles que sus músicos no crean hasta las últimas consecuencias, lo que viene siendo exprimir una creación –ofrecida (presupuesto obliga) en versión de concierto– en la que pudimos valorar cada subrayado de los recitativos. No es lugar común reiterar el marcado dramatismo y teatralidad que Onofri confiere a sus versiones, potenciando como vimos anoche cada frase, cada comentario, de un teatro musical en el que se logró lo más difícil, no echar de menos escenario alguno. A nivel instrumental, es cierto que el concertino, Stefano Barneschi, sufrió alguna difícil coyuntura con la afinación, pero tanto el bajo continuo –sobresaliente el llamativo virtuosismo del recitativo previo al cuarteto final, otra vez la imponente Mercedes Ruiz– como maderas y vientos ofrecieron una prestación modélica y con un sonido global enormemente característico de la OBS.

Sin medianías, sensacional la soprano Roberta Mameli, altísima en los agudos, con una proyección controlada y un estilo plenamente clásico. Silvia Frigato, de timbre elegante y voz bien centrada, quedó algo oscurecida en el final por su compañera, aunque su canto fue igualmente apreciable durante toda la representación. Si bien Fulvio Bettini supo moldear su voz de bajo, que no sonó envarada y corrió con naturalidad, no logró –o no quiso– rebajar el vibrato en su canto, llevando a Haydn a terrenos casi rossinianos. Al tenor Haydn le reserva escasos momentos de lucimiento, en todo caso Víctor Sordo otorgó lo máximo que podía a su papel de Gernando. La peripecia dramática no supera el calificativo de tontería dieciochesca. Pero el número final compensa con creces cualquier pero que queramos ponerle.

Ópera

L’isola disabitata***Teatro Lope de Vega. 2 de mayo. Programa: L’isola disabitata, de Franz Joseph Haydn. Intérpretes: Roberta Mameli, Costanza. Silvia Frigato, Sylvia. Víctor Sordo, Gernando. Fulvio Bettini, Enrico. Orquesta Barroca de Sevilla. Enrico Onofri, director.